Gald¨®s para entender la Espa?a de hoy
Cien a?os despu¨¦s de su muerte, la obra del autor de los ¡®Episodios Nacionales¡¯ no solo explica lo que nos ha pasado a los espa?oles sino las claves de lo que est¨¢ pasando
En febrero de 1897, Benito P¨¦rez Gald¨®s ley¨® su discurso de ingreso en la Real Academia Espa?ola. En aquel texto, titulado La sociedad espa?ola como materia novelable, expuso lo que ahora llamar¨ªamos su po¨¦tica, su manera de entender la novela como g¨¦nero, las ambiciones y prop¨®sitos que guiaron su escritura. Una de las frases de aquel discurso se convertir¨ªa en un lema galdosiano. Imagen de la vida es la novela, dijo entonces, y al contar la de los espa?oles, sus libros fueron trazando la imagen de un pa¨ªs que se llamaba igual que el nuestro, aunque ya no son el mismo. Pero m¨¢s all¨¢ de la emoci¨®n, de la admiraci¨®n, del placer, el mejor motivo para leer hoy al otro gran narrador espa?ol de todos los tiempos es su asombrosa capacidad para explicarnos lo que nos ha pasado, lo que nos est¨¢ pasando todav¨ªa.
Gald¨®s nunca fue neutral, y en el principio alienta una flamante ilusi¨®n democr¨¢tica. La Fontana de Oro, su segunda novela, se public¨® en 1871, un a?o antes de que apareciera el primero de los Episodios Nacionales, que la toman como modelo. En La Fontana, Gald¨®s retrocede hasta el Madrid de 1821, donde los liberales han recobrado la esperanza. El odioso Fernando VII ha jurado la Constituci¨®n. La felicidad p¨²blica, el progreso, el nacimiento de una Espa?a m¨¢s moderna e igualitaria se adivina en el horizonte. As¨ª disculpa el joven Bozmediano a los exaltados que han atropellado en la calle a quien parece un pobre anciano. No hay revoluciones sin excesos, le dice mientras le acompa?a a casa, pero el Gobierno pondr¨¢ fin a estos altercados. Mientras tanto, el anciano calla. Bozmediano no puede saber que es precisamente ¨¦l quien, con dinero de Fernando, paga a los agitadores, a los incendiarios, a los energ¨²menos destinados a asustar al pueblo, para convencerle de que solo el poder absoluto de un rey tir¨¢nico labrar¨¢ su paz y su felicidad.
A lo largo de los Episodios Nacionales, Gald¨®s desarrolla este amargo principio en un tr¨¢gico rosario de esperanzas frustradas, revueltas armadas y guerras civiles que comienzan siempre de la misma manera. En las regiones m¨¢s ricas de Espa?a, el Pa¨ªs Vasco, Navarra, Catalu?a, la vieja aristocracia y la pujante burgues¨ªa que no tienen nada que ganar con los planes modernizadores de los gobiernos liberales de Madrid, levantan ej¨¦rcitos bajo la bandera de Dios, la Tradici¨®n y el Rey absoluto que identifican con don Carlos, el hermano menor y a¨²n m¨¢s reaccionario de Fernando VII. A partir de 1833, los carlistas siempre pierden las guerras que empiezan pero son, tambi¨¦n siempre, tan generosamente perdonados por los vencedores que est¨¢n en condiciones de volver a conspirar en el instante mismo de su derrota. As¨ª, en 1840, en 1849, en 1876, cuando en la superficie parece que todo ha terminado, en el subsuelo todo vuelve a empezar.
Los lectores de Gald¨®s tenemos una perspectiva m¨¢s amplia de lo que estamos viviendo que los espa?oles que nunca lo han le¨ªdo. Sabemos por qu¨¦ el independentismo catal¨¢n suprime el siglo XIX en un relato que insiste machaconamente en el XVIII, como si este estuviera m¨¢s cerca que aquel. Sabemos que los partidarios de la mano dura se llamaban a s¨ª mismos moderados, igual que la ultraderecha se beneficia hoy de t¨¦rminos como centroderecha o constitucionalismo. Sabemos que el republicanismo no fue un virus extranjero inoculado a traici¨®n en el ignorante pueblo espa?ol de 1931, sino una aspiraci¨®n s¨®lidamente instalada en el pensamiento progresista nacional desde las Cortes de C¨¢diz. Sabemos por qu¨¦ el t¨¦rmino ¡°liberal¡±, que existe en casi todas las lenguas del mundo, es una palabra espa?ola y que, precisamente por eso, Franco se esforz¨® por extirpar la memoria del siglo XIX de ¡°su¡± Espa?a, conden¨¢ndolo a un limbo del que no ha sido completamente rescatado todav¨ªa. Sabemos adem¨¢s, quiz¨¢s sobre todo, que la ¨²nica Guerra Civil que conocemos por ese nombre ¡ªcomo si las carlistas no lo hubieran sido¡ª fue el desenlace de un conflicto que dur¨® m¨¢s de un siglo. Desde 1812, dos Espa?as lucharon entre s¨ª bajo banderas antag¨®nicas. La libertad, el progreso, la igualdad, combatieron a la tradici¨®n, al clericalismo, a la reacci¨®n, y ni siquiera venciendo en tres guerras seguidas lograron ganar el futuro. El pa¨ªs donde yo nac¨ª a¨²n era producto de su derrota.
Gald¨®s nunca fue neutral, y en el final la desolaci¨®n es casi absoluta. En 1897, Misericordia certific¨® el naufragio de todos los sue?os. La Restauraci¨®n hab¨ªa asfixiado las ilusiones de Bozmediano, los intentos de modernizaci¨®n del pa¨ªs agonizaban cubiertos de polvo. La burgues¨ªa, que deber¨ªa haber sido el motor de la transformaci¨®n social, imitaba el proverbial ego¨ªsmo de la aristocracia en lugar de liderar el Estado democr¨¢tico. Las clases medias solo aspiraban a subir en el mismo ascensor, desentendi¨¦ndose de los m¨¢s pobres, que se dejaban morir en el arroyo.
La dignidad de Benina
Un mil¨ªmetro m¨¢s ac¨¢ sobrevive Benigna, la se?¨¢ Benina, Nina, tres nombres diferentes para un personaje que encarna la dignidad del pueblo espa?ol en el contexto de la crisis m¨¢s feroz. Benigna pide limosna en la puerta de una iglesia para alimentar a su se?ora, la dama arruinada que come lo que su criada le da. La se?¨¢ Benina corre, va, viene, pide un duro prestado, empe?a, rescata, se agota en una lucha implacable y todav¨ªa socorre a quienes tienen menos que ella. Su ¨²nico patrimonio es su amigo Almudena, un mendigo moro, ciego, m¨¢s marginal que miserable, que la quiere bien. Gald¨®s, creador de personajes femeninos extraordinarios, a trav¨¦s de los cuales cont¨® el mundo con tanta ambici¨®n como la que despleg¨® en sus personajes masculinos, deposita en Benigna, en su nobleza, en su generosidad, en su ternura, la ¨²ltima de sus esperanzas. Ella representa la fr¨¢gil hebra de vitalidad que conserva el imperio moribundo, ensimismado y mohoso, que tal vez a¨²n merezca la oportunidad de renacer.
Leer a Gald¨®s es entender Espa?a, naufragar con ella, encontrar motivos para seguir creyendo.
Tambi¨¦n por eso es un escritor imprescindible.
Citas para un aniversario
2.000 libros. Coincidiendo con el centenario de su muerte, el Instituto Cervantes y la Comunidad de Madrid regalan hoy 2.000 ejemplares en edici¨®n facs¨ªmil del tercero de los Episodios Nacionales, la novela El 19 de marzo y el 2 de mayo. Se recogen en las sedes del Instituto Cervantes y la Consejer¨ªa de Cultura.
Homenajes. El Ayuntamiento de Madrid rinde homenaje al escritor en su estatua del parque del Retiro a partir de las 12.00. Una hora antes, tendr¨¢ lugar otro homenaje ante la tumba de Gald¨®s en el cementerio de La Almudena, al que acuden representantes de varias instituciones. El Ateneo de Madrid albergar¨¢ a lo largo del a?o conferencias y actos en torno a la vida y la obra del autor de Fortunata y Jacinta.
Jornada especial. El Gobierno de Canarias, el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Las Palmas han organizado una jornada especial para conmemorar al escritor canario y divulgar su obra con teatro de calle, actos institucionales y jornada de puertas abiertas en su casa-museo, que regalar¨¢ libros a los visitantes. Estos d¨ªas arranca adem¨¢s el rodaje de Gald¨®s, un documental sobre el autor del director canario Gustavo Socorro.
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