Toros bravos, aficionados exigentes y h¨¦roes de luces, un regalo de reyes
La tauromaquia exige una verdadera revoluci¨®n que consiste en una vuelta a sus or¨ªgenes
Dej¨® dicho el periodista, escritor y buen aficionado franc¨¦s Jean Cau que ¡°amar los toros cada tarde es creer en los Reyes Magos e ir a su encuentro¡±. Si es posible creer en la magia navide?a, que lo sea tambi¨¦n pedir un regalo para que la fiesta de los toros recupere el ¨¢nimo, el semblante, la salud y se asegure una vida larga y fruct¨ªfera.
Toros bravos, encastados y nobles, aficionados sabios, exigentes y generosos, y toreros heroicos y artistas caben, sin ninguna duda, en la carta que cualquier ¡®loco¡¯ del toreo pudiera presentar hoy a los magos de oriente con la ilusi¨®n de que el sue?o sea una realidad.
Tres regalos: toros, aficionados y toreros; as¨ª, por este orden, aunque pueda parecer extra?o.
El toro es el gran protagonista de la fiesta; imprescindible, innegable e indiscutible. Pero el toro fiero, poderoso, bravo, encastado y noble, ese que provoca admiraci¨®n cuando aparece en el ruedo, que empuja con los ri?ones en el caballo del picador, acude a galope al banderillero que requiere su atenci¨®n y persigue la muleta con af¨¢n y constancia. El toro que infunde respeto y miedo en los tendidos, y obliga a las cuadrillas a estar minuciosamente atentas y con el sudor fr¨ªo a flor de piel.
¡°El animal bravo debe transmitir la emoci¨®n del peligro¡± (Victorio Mart¨ªn Andr¨¦s)
Ese es el rey que el taurinismo andante ha destronado en un sucio golpe de estado disfrazado de los supuestos nuevos gustos del p¨²blico moderno.
Basta ya de milongas sobre el toro artista, el que se deja, el que colabora, el que derrocha dulzura y bondad -tan noble que es tonto- en beneficio de un se?or aspirante a bailar¨ªn vestido de luces.
¡°El animal bravo debe transmitir la emoci¨®n del peligro, y demostrar fiereza, casta, acometividad y duraci¨®n en las suertes¡±, dijo el desaparecido ganadero Victorino Mart¨ªn Andr¨¦s.
En la barrera contraria podr¨ªa situarse el tambi¨¦n afamado criador de reses bravas Victoriano del R¨ªo, quien en agosto de 2018 confes¨® en el Club Cocherito de Bilbao: ¡°He tenido que quitar vacas por exceso de bravura. No me han servido para el tipo de toro que busco¡±.
Pero no es el ¨²nico.
El empresario Jos¨¦ Luis Viejo, gerente de la plaza de Brihuega, apunt¨® en 2016 lo siguiente: ¡°He tra¨ªdo los toros de N¨²?ez del Cuvillo porque creo que van a dar una buena tarde y as¨ª las figuras pueden disfrutar¡±.
Y Fernando Talavante, hermano del torero y responsable de la ganader¨ªa familiar, coment¨® con motivo de un festejo en la feria de Olivenza lo siguiente: ¡°Lo que buscamos es que el novillo sirva al novillero, sobre todo¡±.
Es evidente que no son pocos los taurinos que han perdido los papeles y carecen de escr¨²pulos para aguar la bravura y descafeinar el espect¨¢culo.
Resuena en el desierto, no obstante, la ense?anza del fallecido maestro D¨¢maso Gonz¨¢lez: ¡°El aficionado necesita un animal con fiereza, porque, de lo contrario, no valora lo que hace el torero¡±.
Uno de los dramas de la tauromaquia del siglo XXI es la huida constante de aficionados
Y el quite lo remat¨® el diestro gaditano Jos¨¦ Mart¨ªnez Lime?o: ¡°El toreo est¨¢ en un punto tan delicado en la sociedad, que tenemos que empezar a respetarlo nosotros mismos para que lo respeten los de fuera¡±.
En otras palabras, si no hay respeto para el toro, dif¨ªcilmente puede haberlo para la tauromaquia.
2019 ha sido un buen a?o de toros bravos; ojal¨¢ que no se detenga la racha.
El toro, en primer lugar.
En el segundo, el aficionado.
Uno de los dramas de la tauromaquia del siglo XXI es la huida constante de aficionados; ah¨ª est¨¢n el origen y la consecuencia de la crisis. Si se rompe el cimiento del aficionado, la fiesta se desploma. El aficionado es el sufridor, el cliente comprometido, fiel e incondicional; el que guarda, mantiene y defiende la esencia, el que se emociona y sufre, el que exige la integridad del espect¨¢culo. El aficionado es aquel que una tarde sale de la plaza maldiciendo su suerte y al d¨ªa siguiente vuelve con la ilusi¨®n de un ni?o.
El importante es el aficionado, que no el p¨²blico. Este es inconstante, veleidoso, ocasional y extremadamente infiel. No se emociona, se divierte. No tiene el veneno en las venas, no est¨¢ contagiado ni ¡®enfermo¡¯. Acude a la plaza porque lo llevan, porque es costumbre o lo arrastra la feria, pero no se siente identificado con lo que sucede en el ruedo. Hoy va a un festejo taurino, pero lo cambiar¨¢ ma?ana por un partido de rugby si las circunstancias lo aconsejan.
Los aficionados son necesarios, imprescindibles, vitales¡ Si los hay sabios, exigentes y comprometidos, la fiesta de los toros prevalecer¨¢ por encima de ataques, desprecios e ignorancias.
Por ello, ser¨ªa bueno que los Reyes Magos no los olvidaran.
Y los toreros¡
Necesarios, claro que s¨ª, pero las figuras son las principales responsables de la degeneraci¨®n de la fiesta. Es absolutamente detestable que los pocos que mandan en las ferias hayan decidido reducir a tres o cuatro los hierros ganaderos a los que se enfrentan, y que impongan a su antojo carteles, fechas y horas de las corridas. Es aborrecible que la sospecha de fraude se haya normalizado, y se haya perdido cualquier conato de competencia.
Es muy lamentable que cualquier joven aspirante al triunfo sue?e con acercarse a la cima para cometer las mismas fechor¨ªas que sus mayores.
La fiesta necesita que los toreros que mandan se sometan a un muy serio examen de conciencia y acuerden un prop¨®sito de enmienda imprescindible para el futuro de la fiesta.
En pocas palabras, la tauromaquia requiere una verdadera revoluci¨®n que, para muchos, consiste en una vuelta a sus or¨ªgenes: pureza, ortodoxia y respeto a la integridad del toro; y habr¨ªa que a?adir: aficionados aut¨¦nticos y toreros comprometidos.
Hace unos d¨ªas, el presidente de la Fundaci¨®n del Toro de Lidia, Victorino Mart¨ªn, ped¨ªa unidad al sector. ?l sabe que esa es una utop¨ªa, una petici¨®n buenista y elegante, pero imposible. El taurinismo es una mala vecindad, tan variada como contradictoria, con objetivos e intereses diferentes y, muchas veces, enfrentados.
Si la tauromaquia ha llegado al siglo XXI no ha sido por obra y gracia de los taurinos, sino porque forma parte de las entra?as de una parte de la sociedad que soporta con estoicismo las muchas patra?as del sector con la ilusi¨®n de una emoci¨®n instant¨¢nea.
Por eso, hoy es un buen d¨ªa para apelar a los Reyes Magos, para que algunos sue?os -toros bravos, aficionados exigentes y toreros heroicos- se cumplan, aunque la mayor¨ªa se siga roncando, como dijo Jardiel Poncela.
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