Noa pone letra a la m¨²sica de Bach para celebrar sus 30 a?os de carrera
La artista israel¨ª, producida por Quincy Jones, visita Madrid junto a Ana Bel¨¦n, Marina Heredia y Ara Malikian
Achinoam Nini se acostumbr¨® a escuchar desde muy peque?a que la m¨²sica de Bach era sesuda, matem¨¢tica, complej¨ªsima. La mayor pesadilla imaginable para cualquier int¨¦rprete cualificado de m¨²sica cl¨¢sica. Pero la primera vez que su profesora de piano rusa le coloc¨® el Minueto de Johann Sebastian en el atril, supo que su flechazo con el genio ser¨ªa probablemente eterno. Ahora Noa, su nombre art¨ªstico, satisface esa deuda de gratitud con Letters to Bach, su trabajo m¨¢s at¨ªpico e inopinado, 11 versiones de otras tantas partituras cl¨¢sicas a las que ella ha puesto voz y letra bajo la supervisi¨®n de, as¨®mbrense, Quincy Jones. ¡°No soy ninguna estudiosa de la m¨²sica barroca, pero quise afrontar el reto desde el amor y sin prejuicios. Los estigmas son el mayor problema de nuestro tiempo¡±, asegura esta israel¨ª de sangre yemenita, que estrena el pr¨®ximo mi¨¦rcoles en el Teatro Circo Price de Madrid su ¡°disco barroco¡±.
Hace tiempo que Noa aprendi¨® a escuchar m¨¢s a su instinto que al entorno. A principios de la d¨¦cada de los noventa, cuando debutaba a nivel internacional con un ¨¢lbum hom¨®nimo producido por Pat Metheny, el guitarrista de Misuri le ofreci¨® una ense?anza m¨¢s valiosa a¨²n que alguna melod¨ªa: ¡°Una buena cr¨ªtica te permitir¨¢ ser feliz durante cinco minutos. Acost¨²mbrate a que el enfado ante una mala cr¨ªtica no te dure m¨¢s que otros cinco¡¡±. Desde aquella, le perdi¨® el miedo al v¨¦rtigo. ¡°Nunca hago un disco semejante al anterior. Ahora trabajo en una obra muy libre y loca, de improvisaci¨®n radical, que quiz¨¢ sorprenda a algunos. Pero es una especie de pacto que he alcanzado con mis espectadores. Yo les ofrezco La vida es bella, Ave Mar¨ªa, los grandes ¨¦xitos que no se quieren perder. A cambio, les invito a que se adentren sin miedo en mis aventuras menos conocidas¡±.
As¨ª suceder¨¢ en su esperada visita madrile?a del d¨ªa 15. Celebra 30 a?os sobre las tablas y ha confirmado que la acompa?ar¨¢n ¡°amigos muy especiales¡± a la hora de revisar algunos de sus ¨¦xitos; en concreto, la incombustible Ana Bel¨¦n, la cantaora flamenca Marina Heredia y el ubicuo y virtuoso violinista Ara Malikian. Y, entre medias, su aventura m¨¢s reciente y heterodoxa. Porque en ese Letters to Bach confluyen de alguna manera su vertiente popular y la exploratoria.
¡°Algunas de estas melod¨ªas¡±, anota, ¡°son ¨¦xitos omnipresentes. Las hemos escuchado desde ni?os en el cine, en la radio, hasta como tonos para el m¨®vil. Yo he querido conectarlas con el siglo XXI. Sin alardes ni vibratos. Sinti¨¦ndome m¨¢s cerca, digamos, de Joan Baez que de Maria Callas. Y con letras y tem¨¢ticas que le gustar¨ªan al propio Johann Sebastian, porque conectan con el esp¨ªritu real de nuestros tiempos, no con las raves o la m¨²sica electr¨®nica¡¡±.
El cambio clim¨¢tico, el conflicto palestino-israel¨ª o la incertidumbre de la pasi¨®n amorosa (escuchen No, baby, lectura en clave de scat jazz¨ªstico de la popular Badinerie) conviven en estas adaptaciones lib¨¦rrimas. Pero de ninguna se siente tan orgullosa Noa como de Oh, mama dear, donde la Invenci¨®n n¨²mero 13 se convierte en carta a su hija quincea?era (la cantante tiene otros dos reto?os, de 19 y de 10), una chavala tan fascinada por Instagram y la cultura del selfi como otros tantos millones de integrantes de su generaci¨®n. ¡°Son m¨¢s inteligentes que nosotros y disponen de todas las facilidades¡±, argumenta la vocalista, ¡°pero necesitan amor para comprender que el yo no es lo ¨²nico ni lo m¨¢s importante. Y me maravilla comprobar c¨®mo una m¨²sica tan antigua puede capturar el esp¨ªritu de estas problem¨¢ticas del tiempo presente¡±.
Noa, con todo, es optimista hasta extremos casi temerarios. No solo opina que ¡°las cosas m¨¢s maravillosas a¨²n no se han inventado¡±, sino que conf¨ªa en verlas ¡°si antes esa gente inmadura que ahora gobierna el mundo no acaba por destruirlo¡±. Le habr¨ªa gustado celebrar su 50 cumplea?os, el pasado mes de junio, ¡°con el final de medio siglo de ocupaci¨®n israel¨ª en el territorio palestino¡±. Pero le reconforta formar parte ahora del festival Inverfest para reencontrarse con el p¨²blico madrile?o, uno de los que mejor la ha comprendido desde el primer d¨ªa. Y se siente afortunada como una mujer ¡°rica en experiencias, mucho mejor que rica en dinero¡±. ¡°Cuando me hice conocida con el primer ¨¢lbum¡±, revela, ¡°mi discogr¨¢fica me ofrec¨ªa canciones odiosas con las que, seg¨²n ellos, conseguir¨ªa un ¨¦xito enorme. Pero el ¨¦xito es una gran mentira. Hoy no lleno estadios, pero s¨ª teatros con gente hermosa que aprecia la belleza¡±.
Desde esa postura de integridad, asegura que los artistas m¨¢s humildes y generosos que ha conocido nunca son los que m¨¢s motivos tendr¨ªan para la soberbia. ¡°Metheny es uno de ellos. Stevie Wonder, otro. Nos invitaron a un homenaje televisivo en Los ?ngeles y preparamos 15 canciones suyas. ?l prefiri¨® interpretar una m¨ªa, Child of man, y quedarse en segundo plano, tocando la arm¨®nica". Y el tercero es Quincy Jones, responsable (entre millares de logros) de la grabaci¨®n de Thriller y dem¨¢s discos celeb¨¦rrimos de Michael Jackson, e inesperado productor ejecutivo de este Letters to Bach.
"Quincy es un gran activista, como yo. Coincidimos en el Hall of Fame y me propuso que trabaj¨¢ramos juntos. Su nivel de perfeccionismo es supremo, as¨ª que cada vez que mi guitarrista, Gil Dor, y yo le mand¨¢bamos una grabaci¨®n a Los ?ngeles, nos temblaba el cuerpo entero. Pero acab¨® d¨¢ndonos su bendici¨®n¡". Igual que el pianista franc¨¦s David Fray, uno de los mejores int¨¦rpretes mundiales de Bach y admirador confeso de este trabajo. "Nos est¨¢n pasando cosas tan bonitas", resume Noa, "que mi profesora de canto, Hanna Hacoen, asistiera a sus 90 a?os a ver el estreno del proyecto en Tel Aviv. Y me dio las gracias as¨ª: 'Yo no creo en Dios, Noa, pero creo en Bach".
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