El fot¨®grafo del desmadre popular
Fernando Herr¨¢ez publica ¡®Ritos ib¨¦ricos¡¯, su visi¨®n de las fiestas en Espa?a y Portugal de los a?os setenta
Fernando Herr¨¢ez (San Fernando, 71 a?os) fue uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis. As¨ª se autodenominaba el grupo que form¨®, junto a Cristina Garc¨ªa Rodero, Crist¨®bal Hara y el fallecido Koldo Chamorro, en los a?os setenta, cuando recorrieron hasta el ¨²ltimo pueblo de Espa?a para documentar fiestas, procesiones, romer¨ªas¡ Pese a la calidad de su blanco y negro cl¨¢sico, puro, Herr¨¢ez no encontr¨® quien editase ese trabajo, que abarca desde 1971 hasta 1980 y con el que le hizo m¨¢s de 250.000 kil¨®metros a su Seat 600. "Yo mismo maquet¨¦ el libro, ense?¨¦ las fotos en ocho exposiciones por Francia, Alemania y Holanda, pero nadie mostr¨® inter¨¦s en publicarlo. Despu¨¦s lo intent¨¦ en Espa?a y tampoco, as¨ª que lo encerr¨¦ en el caj¨®n", dice Herr¨¢ez en la sede de la editorial Libros.com, que gracias a una campa?a de micromecenazgo va a publicar en marzo, por fin, su retardada obra, Ritos ib¨¦ricos. Es un libro con un centenar de fotos, "algo m¨¢s de la mitad in¨¦ditas", se?ala.
Herr¨¢ez qued¨® tambi¨¦n fuera del foco editorial porque Garc¨ªa Rodero hab¨ªa publicado el hist¨®rico Espa?a oculta, en 1989. "Mis posibilidades se volvieron nulas", se?ala. ¡°A Cristina la conoc¨ª en 1974. Yo iba a la fiesta de los Moros y cristianos y me encuentro a una chica con dos Pentax colgando. '?Qu¨¦ raro, una chica aqu¨ª!', dije. Nos presentamos. Ella tuvo la suerte de encontrar a la persona adecuada para publicar su trabajo". Fue en Lunwerg, de la mano del editor Juan Carlos Luna.
Fot¨®grafo que estudiaba para farmac¨¦utico, Herr¨¢ez no solo lamenta que su obra sobre los ritos populares en la Pen¨ªnsula haya permanecido tantos a?os en el ostracismo. ¡°?Sabes la cantidad de trabajos fotogr¨¢ficos interesantes que hay en Espa?a y nadie ha sacado? En cambio, lo que viene del extranjero es siempre fant¨¢stico¡ Este pa¨ªs es siniestro para los creadores y si no eres adicto al r¨¦gimen de turno vas de culo. Yo siempre he sido un ave solitaria, no me ha gustado ni un lado ni otro¡±, sentencia.
Con una formaci¨®n basada "en los pocos libros que entraban en Espa?a desde Francia", empez¨® a viajar por Europa a mediados de los setenta. ¡°Me alojaba en la sede de Magnum [en Par¨ªs] gracias a que conoc¨ªa a Koudelka. ?l me ense?¨® c¨®mo hacer fotograf¨ªa. Yo le miraba y estudiaba su t¨¦cnica, de la que luego procuraba apartarme lo m¨¢s posible. Fue de alguna manera el padre de nosotros cuatro. ?l me present¨® a Koldo y a Crist¨®bal, pero Koudelka y Cristina nunca se llevaron bien".
Fue en 1973 cuando Herr¨¢ez hab¨ªa conocido al legendario checo. ¡°Fui a hacer fotos a una romer¨ªa en And¨²jar. Vi a un fot¨®grafo muy alto, con barba, desali?ado y gafas anticuadas. Volv¨ª a verlo en una Rapa das Bestas y me acerqu¨¦. Le ofrec¨ª dormir en mi tienda de campa?a a cambio de pagar la gasolina a medias". Ah¨ª comenz¨® una relaci¨®n que les llev¨® cinco a?os por Espa?a, Portugal y el centro de Europa. "A¨²n hoy nos vemos, conservamos una amistad¡ entre comillas", afirma. Sobre c¨®mo trabajaba el hombre que retrat¨® la revuelta checa, a Herr¨¢ez le admira que solo tardase ¡°cinco minutos en concentrarse, en olvidar que ten¨ªa una c¨¢mara en la mano". "En cambio, yo tardaba una hora. Koudelka no paraba de trabajar, pero la calidad de un fot¨®grafo est¨¢ en c¨®mo y cu¨¢ntas fotos seleccionas¡±, afirma mientras golpea con los nudillos la mesa.
Aquellos cuatro jinetes del Apocalipsis acabaron tomando cada uno su camino. ¡°?ramos muy diferentes, pero bien avenidos la mayor parte del tiempo. Nos ense?¨¢bamos las fotos, las discut¨ªamos, las desech¨¢bamos¡ durante una ¨¦poca¡±. El cuarteto lleg¨® a celebrar una reuni¨®n en casa de una galerista para formalizarse. ¡°Cada uno ten¨ªa su concepto de las fiestas, pero los cuatro ten¨ªamos la idea de hacer la foto perfecta, con la que no hiciera falta un reportaje de 15 im¨¢genes para contarlo todo. La intenci¨®n era no preparar las escenas, aunque algunos del grupo lo hac¨ªan. Yo nunca". A?os despu¨¦s volvieron a reunirse. Fue en el despacho de un alto cargo de cultura del presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. ¡°Nos dijo que estaban interesados en nuestra obra, pero ?quer¨ªa que la cedi¨¦ramos gratis! Nos levantamos todos. Corte de mangas por aqu¨ª y por all¨¢¡±.
Sobre las fiestas y ceremonias de su libro, la cotidianidad que reflej¨®, las rememora as¨ª: "El momento de no reprimirse, de irse a un pueblo y poder follar con una t¨ªa, de beber¡ adem¨¢s, el aparato pol¨ªtico y policial hac¨ªa esos d¨ªas la vista gorda. Yo buscaba gente que se desmadrara y que no le importara hacerlo delante de una c¨¢mara¡±.
Despu¨¦s, Herr¨¢ez form¨® parte de Cover, la gran agencia fotogr¨¢fica espa?ola, fundada por Jordi Socias; hizo fotograf¨ªa industrial y dio clases en la escuela de PHotoEspa?a en Alcobendas a alumnos que han sido mecenas de Ritos ib¨¦ricos, un libro que es la punta del iceberg de su legado. ¡°Tengo maquetados cinco libros sobre Espa?a, luego est¨¢ mi obra personal y la paisaj¨ªstica¡ ?pero aqu¨ª no interesa! As¨ª que la gente no cree que lo voy a hacer, pero cuando tenga 80 a?os destruir¨¦ toda mi obra¡ si llego. Milagro ser¨ªa que no lo hiciera. Si la fotograf¨ªa no me ha dado en vida lo que yo quer¨ªa, nadie se va a aprovechar despu¨¦s de muerto¡±.
La libertad descubierta en Portugal
Herr¨¢ez recorri¨® tambi¨¦n Portugal de cabo a rabo en los a?os setenta. ¡°Fui por la Revoluci¨®n de los Claveles (1974), aunque no llegu¨¦ en el momento crucial, sino al a?o siguiente. Vi la libertad de los partidos pol¨ªticos y me emocion¨®¡±. El fot¨®grafo recuerda que ¡°se com¨ªa muy bien, la gente era simpatiqu¨ªsima y yo no ten¨ªa problemas con la polic¨ªa, no como aqu¨ª, que me detuvo varias veces¡±. Un fot¨®grafo era alguien molesto en aquellos a?os, aunque fuera durante las fiestas. ¡°Una vez, en Ir¨²n, estaba en una tamborada con Koudelka. Vino un polic¨ªa y nos quit¨® las m¨¢quinas, luego nos las devolvi¨®, pero a un franc¨¦s que estaba con nosotros le pidi¨® dinero para d¨¢rsela¡ A ese polic¨ªa lo mat¨® despu¨¦s ETA, curiosamente¡±.
Babelia
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