Billetes de 5.000 horas: el tiempo como moneda en el mundo del arte
Desde Andy Warhol, los artistas han representado el papel moneda en todas sus variantes. El tiempo es ahora el bien que concede al creador una dignidad est¨¦tica
"Malgast¨¦ el tiempo, ahora el tiempo me malgasta a m¨ª", se lamenta Ricardo II en su celda en Pomfret. ¡°Mis pensamientos son minutos, y con suspiros sacuden / sus cuadrantes, y me los ponen ante los ojos¡±. En su extraordinario soliloquio antes de ser asesinado (cuando ya ha recitado eso de ¡°lo dif¨ªcil que es para un camello pasar por el postigo del ojo de una aguja¡±), el personaje m¨¢s metaf¨ªsico de Shakespeare medita sobre la dignidad est¨¦tica del ser humano. Es un nihilista, un rey depuesto que llora su ag¨®nico destino como una clepsidra que gotea el instante final.
Que el tiempo es oro y a la vez una ilusi¨®n explica la cualidad proverbial de la f¨ªsica. Pero el tiempo no es oro, vale m¨¢s que el oro. Se recobra el oro que se perdi¨®, pero el tiempo perdido no. Durante 1922, Einstein viajaba por Jap¨®n despu¨¦s de ganar el Premio Nobel de F¨ªsica. Hospedado en el hotel Imperial, escribi¨® algunas recetas de autoayuda para matar el tiempo. ¡°Una vida serena y modesta trae m¨¢s felicidad que una constante persecuci¨®n del ¨¦xito¡±, dec¨ªa una. ¡°Cuando hay voluntad, hay camino¡±, sosten¨ªa otra. Se cuenta que, al querer darle unas monedas al botones y no encontrar ninguna en sus bolsillos, improvis¨® regal¨¢ndole sus notas firmadas: ¡°Alg¨²n d¨ªa valdr¨¢n m¨¢s que lo que le pudiera dar de propina¡±, le susurr¨®. Su c¨¦lebre teor¨ªa de la felicidad, manuscrita en un papel con el membrete del Imperial, se vendi¨® 96 a?os despu¨¦s en una sala de subastas de Jerusal¨¦n por 1,5 millones de d¨®lares. Parece una cifra justa si la comparamos con las exc¨¦ntricas cualidades de las finanzas modernas.
M¨¢s prematuro e ir¨®nico fue el gesto de Duchamp cuando en 1919 (cuando ya le hab¨ªa pintado el bigote y la perilla a la Mona Lisa) le pag¨® a su dentista con el dibujo de un cheque manuscrito por un importe de 115 d¨®lares. A?os despu¨¦s recuper¨® su Ch¨¨que Tzanck, llamado as¨ª en honor al sacamuelas, por 1.000 francos. Si la firma de un artista confiere valor a la obra, ?qu¨¦ le imped¨ªa dibujar sus propios cheques y recobrarlos obteniendo una ganancia? Duchamp fue el primero que se convirti¨® abiertamente en comprador y vendedor de su propia obra. No lo hizo con ¨¢nimo especulativo, sino porque quer¨ªa incluir la reproducci¨®n del cheque en las r¨¦plicas que hizo de su Bo?te-en-Valise. Mucho antes, los grandes pintores hab¨ªan marcado el camino de la planetarizaci¨®n del dinero. Se sabe que Rem?brandt asist¨ªa a las subastas para subir el precio de sus obras, con la excusa de que al hacerlo mejoraba la profesi¨®n, y que Courbet organizaba exposiciones de sus obras en salas que alquilaba, esperando obtener un succ¨¨s de scandale.
Como afirma Juan Luis Moraza en su nueva serie, el dinero es una medida?de tiempo y de voluntad
Desde Andy Warhol, que ve¨ªa en los billetes de d¨®lar ¡°algo hermoso¡± y los reproduc¨ªa y degradaba de todas las maneras, los artistas han representado el papel moneda en todas sus variantes, una hiperrealidad frente a la que el receptor del museo no encuentra hoy ni satisfacci¨®n cr¨ªtica ni est¨¦tica. La caca tambi¨¦n puede tener un precio de oro: una de las 90 latas tituladas Merda d¡¯artista, de Piero Manzoni (1961), se vendi¨® por 275.000 euros hace cuatro a?os. En Zero Cruzeiro (1974-1984), Cildo Meireles analiza la paradoja del valor simb¨®lico frente al valor real de las cosas, sustituyendo los personajes ilustres que suelen adornar los billetes brasile?os por un interno de un psiqui¨¢trico y un indio kra¨®. La misma idea de pastiche aparece en la serie Guilloch¨¦ (2015), del m¨¢s cerebral Daniel Garc¨ªa And¨²jar, donde el repertorio iconogr¨¢fico del billete ¡ªarquitecturas, elementos del desarrollo industrial y personajes ilustres¡ª es suplantado por armamento, c¨ªborgs y sujetos marginados.
El dinero es una medida de tiempo y voluntad. As¨ª lo representa Juan Luis Moraza en la serie gr¨¢fica Banco Internacional de Tiempo Laboral (2020). Su papel moneda conserva los patrones del billete convencional: el rostro de una persona y la firma del administrador (por cierto, solo hay una mujer, entre Foucault, Freud, Marx, Tesla, Oteiza¡); las marcas de agua, el hilo de seguridad, los hologramas, las tintas de aspecto variable, la firma y el nombre de la entidad (ese Banco Internacional que le da t¨ªtulo) con la leyenda ¡°Tu tiempo es mi dinero¡± en diferentes idiomas (hay entidades supranacionales, para¨ªsos fiscales como Barbados o las islas Caim¨¢n y pa¨ªses como Albania o Indonesia); y la cantidad, desde 0,001 segundos hasta 5.000.000 de horas (m¨¢s que la duraci¨®n de la vida humana). La parte menos misteriosa de todo esto es que la serie se exhibe y se vende en la galer¨ªa Espacio M¨ªnimo.
Agotada la vieja irreverencia del artista, el asunto del tiempo como divisa ayuda a comprobar que el arte conserva su poder afirmativo creando peque?os espacios de libertad en los g¨¦neros performativos, que resisten como pueden ante la circulaci¨®n equilibrada de las finanzas, pues solo gastan y nada ahorran. El conjunto de ensayos El tiempo es lo ¨²nico que tenemos (Caja Negra Editora) re¨²ne las oportunas contribuciones de artistas europeos y latinoamericanos que experimentan con el tiempo en los cuerpos, el tiempo compartido (entre actores y su p¨²blico) o el tiempo como materia. Sirva de ejemplo la pieza titulada V¨¦ronique Doisneau, del core¨®grafo franc¨¦s J¨¦r?me Bel, representada en 2004 en la ?pera de Par¨ªs, en un escenario limpio y con una ¨²nica protagonista, una bailarina del cuerpo de baile que est¨¢ a punto de jubilarse. Entre relatos de su vida y de sus experiencia en el ballet, V¨¦ronique se afirma, sostiene una determinada postura durante algunos minutos, camina, vuela, habla. ¡°Tengo 42 a?os y me parezco a Isabelle Huppert¡±. El p¨²blico la admira, ahora como primera bailarina (ausente), y vuelve a observar ese cuerpo que d¨ªa tras d¨ªa se les escap¨® en escena. Su tiempo es ahora el nuestro, una red de eventos, una divisa com¨²n imposible de atesorar. No existe el tiempo, como no existe la felicidad. Solo momentos.
Tripalium. Banco Internacional de Tiempo Laboral. Juan Luis Moraza. Galer¨ªa Espacio M¨ªnimo. Hasta el 14 de marzo. ¡®Dep¨®sito 1897-1988¡¯. Museo Artium. Vitoria-Gasteiz. Hasta el 30 de agosto.
El tiempo es lo ¨²nico que tenemos. VV AA. Caja Negra Editora. Buenos Aires. 304 p¨¢ginas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.