?Qu¨¦ habr¨ªamos hecho sin Ursula K. Le Guin?
La escritora que cambi¨® para siempre la concepci¨®n que se ten¨ªa de la fantas¨ªa y la ciencia ficci¨®n, creci¨® pregunt¨¢ndose si otro tipo de ser humano era posible y transform¨® su propia y masculina literatura, transformando a su vez, la de los dem¨¢s
Ursula K. Le Guin nunca quiso ser escritora. Lo fue, sin m¨¢s. ¡°No recuerdo hacer otra cosa que escribir¡±, respond¨ªa a todo aquel que se interesaba por el momento en que dio el paso definitivo. Desde ni?a, escrib¨ªa. Envi¨® su primer relato a una revista al cumplir los 11 a?os. Recibi¨® una carta de rechazo. Tard¨® otros diez a?os en volver a enviar cualquier otra cosa a cualquier parte. ?Y qu¨¦ recibi¨®? Otra carta de rechazo. ¡°Escribe usted bien¡±, dec¨ªa la carta, ¡°pero no sabemos exactamente qu¨¦ es lo que hace¡±. ?La ¨¦poca? Mediados de los 50, cuando no exist¨ªa a¨²n una literatura de ciencia ficci¨®n y fantas¨ªa que se considerase como tal. En la ciencia ficci¨®n, reinaba la llamada hard sci-fi, esto es, aquella que tend¨ªa a dar detalles t¨¦cnicos, a justificar, en alg¨²n sentido, el papel de la ciencia en un momento en el que nadie a¨²n se fiaba en exceso de ella, popularmente hablando. En lo que a la Literatura con may¨²sculas se refer¨ªa, lo hac¨ªan ¡°el realismo y los hombres¡±.
La cita es de la propia Le Guin (1929-2018), que aborrec¨ªa soberanamente a Ernest Hemingway y a todos los que pretend¨ªan ser como ¨¦l porque cre¨ªan que ser escritor era eso. Cuando, a casi finales de los 60, su literatura empez¨® a resultar comprensible para el mundo, a encajar en un nuevo nicho, el de la llamada literatura especulativa, no se cortaba un pelo y tend¨ªa a cargar contra ello, o m¨¢s bien, a dejar claro lo mucho que le tra¨ªa sin cuidado lo que ese otro mundo pensara del suyo, en cualquier charla en la que participaba. Casi siempre, dando caladas a su pipa, divertida. El mundo de la ficci¨®n hab¨ªa sufrido un terremoto y ella, en buena parte, era la culpable. Hab¨ªa dado a luz el eslab¨®n perdido entre aquel denostado pulp que puso los cimientos a la existencia de mundos alternativos y la Literatura con may¨²sculas. Y era una, por fin, no necesariamente realista. Una que no se limitaba a reflejar, que lo pon¨ªa, desde fuera, todo en cuesti¨®n.
Su empuje y su poderosa y honest¨ªsima ambici¨®n, pues todo lo que hizo todo el tiempo fue intentar buscarse a s¨ª misma, darse una explicaci¨®n a por qu¨¦ hac¨ªamos lo que hac¨ªamos y a si exist¨ªa otra manera de ser humanos, obligaron a la cr¨ªtica puritana, tan a salvo de todo aquello que no hablaba del mundo tal y como era, el mundo en el que todos ellos viv¨ªan, c¨®modamente, a reconocer que aquello ten¨ªa un valor inconmensurable. Primero lo hicieron t¨ªmidamente. Luego, con el paso del tiempo, y la imparable y siempre en ascenso, trayectoria de Le Guin, no tuvieron m¨¢s remedio que abrir compuertas y dejar que todo lo que hab¨ªa crecido a su alrededor, se colase en un canon que est¨¢ hoy, por fortuna, y gracias tambi¨¦n a ella, m¨¢s abierto que nunca. Y esa victoria est¨¢ en el centro de su obra, en la que luz y oscuridad no se contraponen, forman parte de un todo.
¡°Si decidimos que una historia se tiene que basar en el conflicto, limitamos enormemente nuestra visi¨®n del mundo. Y sin querer, hacemos una declaraci¨®n pol¨ªtica: todo en la vida es conflicto, por lo que el conflicto en una narraci¨®n es lo que realmente importa. Y, francamente, eso no es verdad. Ver la vida como una batalla es tener una visi¨®n del mundo muy limitada, social-darwinista y muy masculina, y las historias pueden tratar de un sinf¨ªn de cosas diferentes¡±, sentenci¨® la escritora, en una de las conversaciones en torno a su obra, pero sobre todo, a los mimbres de la escritura, que mantuvo con David Naimon, escritor al frente del podcast literario Between the Covers. El resultado de esas charlas acaba de editarlo Alpha Decay bajo el t¨ªtulo Conversaciones sobre la escritura, y aunque permiten conocer a la Le Guin amante del lenguaje ¨C ¡°las palabras crean cosas¡± ¨C, dejan fuera su g¨¦nesis y sus contradicciones.
En ese sentido es fascinantemente ilustrativo el documental producido por la BBC y dirigido por Arwen Curry titulado Worlds of Ursula K. Le Guin (Filmin). En ¨¦l, adem¨¢s de ver el d¨ªa a d¨ªa de la escritora en el rancho de Napa Valley en el que pasaba los veranos de su infancia, su para¨ªso en la Tierra, al que se mud¨® en 1980 cuando muri¨® su madre ¡°y mis hijos ya se hab¨ªan ido de casa¡±, se asiste a una reconstrucci¨®n de su vida que no solo evidencia por qu¨¦ su obra nunca pudo ser otra sino tambi¨¦n c¨®mo crece un autor cuando se detiene a pensar en lo que podr¨ªa haber hecho mejor, cuando, en definitiva, no se cierra a seguir aprendiendo. Empecemos por el principio. ?Qu¨¦ pod¨ªa hacer la ¨²nica hija ¨C ten¨ªa tres hermanos ¨C de un famoso antrop¨®logo que hab¨ªa viajado por toda California recogiendo los testimonios de las comunidades que la Am¨¦rica blanca estaba destruyendo sino crear mundos en los que a¨²n todos ¨¦ramos, o pod¨ªamos ser, distintos? ¡°Me cost¨® ver la injusticia y la crueldad de todo aquello. Cuando la vi, me caus¨® un fuerte impacto. Mi forma de lidiar con ello fue meterlo en una novela¡±, dijo.
Una novela que fueron en realidad muchas de sus novelas. La posibilidad de que el humano se relacione con la naturaleza de una manera distinta a c¨®mo lo hace el ser humano de Occidente est¨¢ en el ADN de su obra, y en particular, la figura de su padre y la de Ishi, el ¨²ltimo miembro conocido de la tribu yahi, que convivi¨® con ellos durante a?os, aparecen en algunas de sus obras ¨C Planeta de exilio, El nombre del mundo es Bosque ¨C y en momentos como el que relata David Mitchell de La mano izquierda de la oscuridad, en la que el protagonista, el intelectual de la federaci¨®n gal¨¢ctica Ekumen, tiene que hacer un viaje en un terreno fr¨ªo y hostil, con uno de los habitantes andr¨®ginos del planeta al que ha sido enviado y, poco a poco, a medida que se alejan de cualquier civilizaci¨®n, ¡°m¨¢s se parecen¡± porque no hay en ellos rasgos de ning¨²n colectivo. ¡°Es un viaje al coraz¨®n de la cooperaci¨®n humana¡±, dice el escritor en el documental.
Publicada en 1971 ¨C apenas seis a?os despu¨¦s de que el mundo de la literatura le abriera sus puertas; su primera novela sali¨® en 1966 ¨C, La mano izquierda de la oscuridad es, en palabras de Neil Gaiman, ¡°algo nunca visto antes¡±. Aquel a?o, se hizo con el Nebula y el Hugo, y llev¨® a la literatura el feminismo que ya estaba en la calle. Aunque criticada por el uso del masculino cuando se hac¨ªa referencia al g¨¦nero neutro de los seres andr¨®ginos de la novela ¨C que no eran ni hombres ni mujeres, que lo eran aleatoriamente y solo durante un tiempo determinado ¨C por las propias feministas ¨C ¡°no pod¨ªa hacerle eso al lenguaje, y no hab¨ªa forma de nombrarlo de una manera que fuese comprensible¡±, dijo Le Guin ¨C, la novela marc¨® un antes y un despu¨¦s en lo que a la literatura de g¨¦nero fluido se refiere, y tambi¨¦n, en la obra de Le Guin, siempre en busca de alternativas a nuestra opresiva y en apariencia ¨²nica civilizaci¨®n.
¡°Se aproximan tiempos dif¨ªciles y vamos a necesitar las voces de aquellos que ven alternativas a la forma en que vivimos. A los realistas de una realidad m¨¢s amplia Ursula K. Le Guin
Puso de manifiesto, sin embargo, lo masculina que hab¨ªa sido hasta entonces su literatura, y la reacci¨®n de la escritora fue encomiable. ¡°Los h¨¦roes de la fantas¨ªa que yo quer¨ªa escribir hab¨ªan sido siempre hombres, y no sent¨ª la necesidad de que fuesen otra cosa, hasta que me di cuenta de que incluso en la saga de Terramar, dirigida a un p¨²blico juvenil, no hab¨ªa mujeres, y las que aparec¨ªan, la civilizaci¨®n que vive en el desierto en la segunda parte, depend¨ªan de los hombres. Tard¨¦ 17 a?os en poder darle un final en el que la protagonista femenina no se casara. Estaban pasando cosas en los 70, pero yo no era una feminista ideal. Se hablaba de liberarnos de los hombres y los ni?os, y yo ten¨ªa un marido y tres hijos. Me puse a la defensiva¡±, recuerda, en un momento dado del documental. El empuj¨®n del Nebula y el Hugo, y su creciente popularidad y, sobre todo, respeto, hizo que se diera cuenta de que nada de todo eso era incompatible.
El respeto que La mano izquierda de la oscuridad empez¨® a granjearle se dispar¨® con la publicaci¨®n de Los despose¨ªdos (1974), la utop¨ªa m¨¢s ambiciosa jam¨¢s escrita, casi un texto filos¨®fico con aspecto de novela espacial, en la que el anarquismo se abre camino para dejar claro, una vez m¨¢s, ¡°que la viga torcida de la humanidad¡± no va a dejar de estarlo por m¨¢s que nos empe?emos. ¡°Fue mi manera de decirle al mundo que ninguna sociedad humana puede alcanzar la perfecci¨®n y quedarse as¨ª¡±, sentenci¨® la propia Le Guin al respecto, y sonaba a m¨¢xima que, pese a todo, trat¨®, como una cient¨ªfica, de probar una y otra vez, esperando que alguna de esas veces no se cumpliera.
La autora de la primera escuela de magos de la historia de la literatura ¨C las novelas y los cuentos ambientados en Terramar son mucho m¨¢s que el m¨¢s claro antecesor de Harry Potter, para empezar, son una carta de amor al lenguaje y al oficio del escritor mago ¨C se despidi¨® del mundo literario compartiendo la Medalla de la National Book Foundation ¨C algo as¨ª como el Nobel de lo literario norteamericano ¨C con ¡°todos aquellos escritores que fueron excluidos de la literatura durante tanto tiempo; con mis compa?eros, los autores de fantas¨ªa y ciencia ficci¨®n, que en los ¨²ltimos 50 a?os han visto recaer este premio en manos de los llamados realistas¡±, y al hacerlo estaba poniendo de manifiesto que su victoria era la de todos, y a la vez, lanzando un mensaje de advertencia a aquellos que les hab¨ªan infravalorado y que estaban a punto de necesitarlos m¨¢s que nunca. ¡°Se aproximan tiempos dif¨ªciles¡±, dijo, ¡°y vamos a necesitar las voces de aquellos que ven alternativas a la forma en que vivimos¡±. "A los realistas" concluy¨®, ¡°de una realidad m¨¢s amplia¡±.
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