Alemania, cr¨®nicas de un pa¨ªs imaginario
El ¡®muro mental¡¯ que divide la sociedad de este pa¨ªs pervive 35 a?os despu¨¦s del derrumbe de la RDA. Y en su vibrante y pol¨¦mica literatura. Un viaje por Berl¨ªn, Jena y Leipzig en busca de la gran novela alemana, que hoy escribe autores como Jenny Erpenbeck o Clemens Meyer
La noche que cay¨® el Muro, el 9 de noviembre de 1989, a Jenny Erpenbeck le pas¨® como a Fabrice del Dongo, el protagonista de La Cartuja de Parma, que estuvo en medio del caos de la batalla de Waterloo sin enterarse de lo que ocurr¨ªa a su alrededor. Erpenbeck hab¨ªa quedado aquella noche con unas amigas y durmi¨® en casa de una de ellas. En la casa no hab¨ªa tel¨¦fono ni televisor. Ella no se enter¨® hasta la ma?ana siguiente por la radio. Y se perdi¨® aquel momento estelar de la humanidad que pasaba a unas manzanas de su casa.
Erpenbeck quiz¨¢ sea, 35 a?os despu¨¦s, la escritora alemana viva m¨¢s reconocida por cr¨ªtica y p¨²blico, la que disfruta de una mayor proyecci¨®n internacional (mayor incluso que dentro de su pa¨ªs), y la que suena para alg¨²n d¨ªa conseguir el Nobel. Aquel momento estelar de la humanidad ¡ªel ¨²ltimo de verdadero optimismo que haya vivido Europa, el triunfo de la libertad frente a la dictadura¡ª cambi¨® su vida, como la de millones de alemanes del Este. Posiblemente, la hizo escritora a ella y a otras figuras de la literatura alemana actual, que siguen dando vueltas a la fecha y a los cambios que vinieron despu¨¦s, a las esperanzas y las decepciones. Es una fecha que atraviesa, m¨¢s o menos directamente, toda la literatura de Erpenbeck, y ninguno de sus libros tanto como su ¨²ltima novela, Kair¨®s, ganadora del prestigioso premio Booker International en 2024 y publicada en castellano por Anagrama.
¡°Al principio hab¨ªa euforia: ¨¦ramos libres y pod¨ªamos ir de comprar y viajar¡±, dec¨ªa Erpenbeck en una ma?ana fr¨ªa de oto?o en el apartamento en el que vive con su marido, un director de orquesta austriaco, en Prenzlauer Berg, el m¨¢s intelectual y bohemio de los barrios del viejo Berl¨ªn Oriental. Pero al mismo tiempo que una liberaci¨®n, o al menos as¨ª lo recuerda ella, la ca¨ªda del Muro fue algo m¨¢s. El fin de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana y su absorci¨®n por la Rep¨²blica Federal Alemania represent¨® una p¨¦rdida: la p¨¦rdida de un pa¨ªs que dejaba de existir. ¡°Sin entrar en valorar sobre si el socialismo s¨ª o el socialismo no¡±, dice la escritora, ¡°lo vivimos como el derrumbe de nuestro Estado, o de un Estado¡±.
Y esta historia ¡ªla de la euforia y la p¨¦rdida; la del pa¨ªs desaparecido y hoy casi imaginario y el pa¨ªs nuevo que era el suyo y no acababa de serlo¡ª explica muchos de los problemas y algunas de las neurosis de la Alemania de hoy. Es la historia de la persistente divisi¨®n entre el Este y el Oeste ¡ªel famoso muro mental y las desigualdades (todav¨ªa) econ¨®micas y sociales¡ª y la fuerza del populismo en los territorios de la RDA. Es la historia que a veces la ficci¨®n explica mejor que cualquier tratado. Autores como Ingo Schulze o Uwe Tellkamp. O fen¨®menos como la propia Jenny Erpenbeck o Clemens Meyer, el fulgurante autor de Die Projektoren (Los proyectores), que el semanario Der Spiegel, en su canon de las 100 mejores novelas del ¨²ltimo siglo, considera ya como un cl¨¢sico, aunque se acabe de publicar.
?De d¨®nde viene su fuerza, este estilo y estos temas que para algunos cr¨ªticos la convierten en la m¨¢s interesante de las letras alemanas? ?Y por qu¨¦ la literatura del Este se ha convertido en un campo de batalla en el que se escenifican las discusiones m¨¢s agrias sobre lo que fue 1989 y lo que significa en 2024?
Un viernes por la noche en Jena, cuna de poetas y pensadores, la ciudad de Goethe y Schiller, escenario como Waterloo de una batalla napole¨®nica, hoy un centro urbano anodino como tantos en Europa: las calles comerciales, alg¨²n kebab, poco que hacer despu¨¦s de las siete de la tarde. Salvo acaso pagar ocho euros para escuchar en una biblioteca a un escritor.
¡°Este libro es un acontecimiento¡±, sentencia el veterano profesor de literatura en Jena que presenta a Clemens Meyer y Los proyectores ante el p¨²blico, de cerca de 90 personas. ¡°Es una novela del siglo¡±.
Unos d¨ªas antes, Meyer ha provocado unos de estos esc¨¢ndalos que entretienen la mon¨®tona vida literaria alemana. Sucedi¨® en la proclamaci¨®n en Fr¨¢ncfort del Deutscher Buchpreis, el premio literario m¨¢s prestigioso en este pa¨ªs. Los proyectores, novela de mil p¨¢ginas en la que trabaj¨® durante casi una d¨¦cada y que abarca parte de la historia alemana y europea del siglo XX y principios del XXI, era finalista, pero el jurado eligi¨® Hey guten Morgen, wie geht es dir? (Hey, buenos d¨ªas, ?qu¨¦ tal est¨¢s?), de Martina Hefter.
¡°?Malditos cabrones!¡±, estall¨® Meyer a la salida de la ceremonia. Hasta el diario sensacionalista Bild se hizo eco del incidente. En Der Spiegel, el autor aclar¨® despu¨¦s el porqu¨¦ de su enfado: el premio suele disparar las ventas y cree que el dinero le habr¨ªa sido de ayuda para financiar su divorcio y saldar los 35.000 euros que debe al fisco. Y dispar¨® al jurado: ¡°Hoy d¨ªa ya no se valora la gran literatura. Un libro como el m¨ªo, que abarca el mundo entero y que es un chute de fabulaci¨®n en la tradici¨®n de Alfred D?blin y G¨¹nter Grass¡¡±
Modestia no le falta a Clemens Meyer, que se dio a conocer en 2006 con Als wir tr?umten (Mientras so?¨¢bamos), una novela sobre el Leipzig de los a?os ochenta y noventa. ¡°Conozco una rima infantil¡±, se lee en el memorable arranque. ¡°A veces muevo los labios y la recito en silencio, a veces empiezo a tararearla y ni me doy cuenta, porque los recuerdos bailan en mi cabeza, no, no cualquier recuerdo, los del tiempo despu¨¦s del Gran Cambio, ?los a?os en los que entablamos contacto?¡±.
Tampoco le falta ambici¨®n, la voluntad de medirse con los grandes. Uwe Tellkamp, autor de La Torre, otra novela monumental con el trasfondo de la burgues¨ªa del Dresde tardocomunista de los a?os ochenta, no ahorra elogios en un correo electr¨®nico: ¡°Los proyectores es comparable con El tambor de hojalata de G¨¹nter Grass o Aniversarios de Uwe Johnson, o, para los lectores, con Tu rostro ma?ana de Javier Mar¨ªas o con Roberto Bola?o¡±.
En la lectura en Jena y las conversaciones con ¨¦l este d¨ªa ¡ªun caf¨¦ por la tarde y unas cervezas de noche en un biergarten¡ª, Meyer habla de Bola?o y de la tauromaquia, de los autores de la RDA que le marcaron ¡ªChrista Wolf, Brigitte Reimann, Wolfgang Hilbig¡ª y de sus recuerdos de la ca¨ªda del Muro. Ten¨ªa 12 a?os, viv¨ªa en Leipzig, sus padres le hab¨ªan llevado a algunas manifestaciones que, desde esta ciudad sobre todo, aceleraron el derrumbe del r¨¦gimen, ¨¦l ya ten¨ªa ambiciones literarias: ¡°Fue un tiempo loco¡±.
¡°Los a?os noventa fueron muy importantes para m¨ª: pod¨ªamos mirar atr¨¢s y ver qu¨¦ fue de la RDA y tambi¨¦n mirar qu¨¦ ten¨ªamos delante. Yo dispon¨ªa de la libertad de leer toda la literatura que no pod¨ªa leer antes de 1989. El tambor de hojalata no se public¨® en el Este¡±, dice. ¡°Una parte de m¨ª siempre ser¨¢ un escritor germano-oriental, aunque solo una parte¡±.
Un autor del Oeste no habr¨ªa podido escribir Mientras so?¨¢bamos, tan pegado a las experiencias en el Leipzig de su adolescencia. Pero tambien se hace dif¨ªcil pensar en alguien de Stuttgart, Hamburgo o D¨¹sseldorf imaginando Los proyectores, una historia que abarca desde la II Guerra Mundial a las guerras balc¨¢nicas de los noventa, pasando por las pel¨ªculas del Oeste sobre las populares novelas del alem¨¢n Karl May, que triunfaban en la RDA.
¡°La idea la tuve en 2008, durante un viaje en Croacia¡±, relata Meyer. ¡°Un escritor y cronista de guerra, Edo Popovic, me llev¨® a los lugares donde rodaron en los a?os sesenta las extra?as pel¨ªculas germano-occidentales sobre Karl May. Reconoc¨ª los lugares de inmediato, porque en mi infancia yo era un fan absoluto de estas pel¨ªculas. El escritor me explic¨® que en este mismo lugar, donde rodaron las pelis, 30 a?os despu¨¦s hab¨ªan estallado los primeros combates entre serbios y croatas. Ah¨ª pens¨¦: ¡®Esto es material potente. Tengo que hacer algo. Con esto se puede hacer una gran novela sobre la poes¨ªa y la verdad, sobre las visiones, sobre el cine, sobre las guerras y sobre la locura de la Historia¡¯. En 1941 los alemanes destruyen Yugoslavia. En 1962 vuelven para rodar pel¨ªculas. Y 30 a?os despu¨¦s se derrumba Yugoslavia y hay una guerra civil. ?Y las huellas conducen hasta Espa?a! Franco acogi¨® a Ante Pavelic¡±, el dictador croata.
Si hay algo espec¨ªficamente germano-oriental en Meyer, puede que sea esta visi¨®n marginal y a la vez grandiosa y panor¨¢mica en el tiempo y el espacio: ¡°Me ocupo de las grandes utop¨ªas del siglo XX. Por qu¨¦ fracas¨® el socialismo y por qu¨¦ no se pudo librar de Stalin. Tito lo hizo, pero tampoco funcion¨®. Me veo como alguien a quien la Historia le roz¨® de muy de cerca, en Leipzig en 1989. La Historia sucedi¨® ah¨ª, y esto es algo bastante particular¡±.
En un caf¨¦ de Leipzig, enfrente de la Nikolai-Kirche, la iglesia donde toc¨® Bach ¡ªesta ma?ana el organista interpreta Pedro y el lobo, de Prokofiev¡ª y n¨²cleo de la revoluci¨®n pac¨ªfica de 1989, el germanista Dirk Oschmann rememora aquellos d¨ªas. Tambi¨¦n a ¨¦l la Historia le roz¨®. Era un estudiante inmerso en la lectura del Doktor Faustus, de Thomas Mann. Su atenci¨®n se divid¨ªa entre las andanzas del m¨²sico Adrian Leverk¨¹hn y las noticias que llegaban por la tele. ¡°Un libro alem¨¢n¡±, resume, ¡°un libro que trata de la filosof¨ªa alemana, la miseria alemana, la larga historia alemana desde Lutero a Hitler y el papel de los rom¨¢nticos y el protestantismo y el arte. Todas estas cuestiones estaban presentes, indirectamente, en 1989. Y yo, claro, me pregunt¨¦: ¡®?Y ahora qu¨¦ hago?¡±. Se march¨® a Berl¨ªn en tren con su novia para vivir la Historia de cerca. Se hizo con los 100 marcos alemanes que la RFA repart¨ªa para los alemanes del Este y se los gast¨® en libros de bolsillo de la editorial Suhrkamp, muchos de ellos inencontrables en la RDA. ¡°Me qued¨® claro que todo iba a cambiar radicalmente¡±, dice, ¡°tambi¨¦n para m¨ª¡±.
Oschmann, ahora profesor de la literatura alemana moderna en Leipzig, public¨® en 2023 Der Osten: eine westdeutsche Erfindung (El Este: un invento germano-occidental). Es un ensayo sobre la identidad germano-oriental y sobre c¨®mo, cuando han pasado casi cuatro d¨¦cadas despu¨¦s de la ca¨ªda del Muro, sigue envuelta de connotaciones negativas y sigue defini¨¦ndose como una ¡°desviaci¨®n¡± de la norma, que ser¨ªa la identidad ¡°germano-occidental¡±.
Con la literatura del Este sucede que, de un lado, posee lo que Oschmann llama ¡°un capital narrativo¡± ¨²nico ¡ªla vida bajo la dictadura, la revoluci¨®n de 1989, la dura reconversi¨®n de los a?os noventa¡ª, una materia prima de la que carecen los autores del Oeste con sus vidas peque?oburguesas y sin revoluciones ni tragedias ni actos heroicos. Del otro lado, el ensayista denuncia que a esta literatura se la ha encerrado desde el Oeste en un gueto para degradarla. Cuenta que autores como Christa Wolf que hab¨ªa obtenido los m¨¢ximos reconocimiento en la Alemania Occidental antes de 1989, de repente se les puso la etiqueta de ¡°kitsch sentimental y moralizante¡±, una literatura acomodaticia con el r¨¦gimen. La revelaci¨®n de los v¨ªnculos pasados de algunos de estos escritores con la Stasi, la siniestra polic¨ªa secreta germano-oriental, culmin¨® la tarea para socavar su reputaci¨®n.
¡°El concepto de literatura de la RDA qued¨® da?ado como algo que era algo del pasado¡±, resume Oschmann. ¡°Y sigue da?ando todav¨ªa la literatura de autores y autoras que vienen del Este¡±.
De vuelta a Berl¨ªn, la conversaci¨®n prosigue en el despacho atiborrado de libros de Jenny Erpebeck, autora la novela del fin de la RDA y el inicio de los tiempos inciertos en la Alemania unida. Kair¨®s relata la desintegraci¨®n de un pa¨ªs por medio de la descomposici¨®n de la relaci¨®n entre Hans, un intelectual af¨ªn al r¨¦gimen, y la estudiante Katharina. ¡°Todo se derrumbaba¡±, escribe Erpebeck en Kair¨®s, y a?ade sobre el viejo Hans: ¡°Durante los a?os nazis, numerosos escritores alemanes, desde Bertolt Brecht a Thomas Mann, abandonaron sus hogares. Ahora es al rev¨¦s: su hogar le abandona a ¨¦l sin que ¨¦l vaya a ning¨²n lugar¡±.
Cuando Oschmann lamentaba que el concepto literatura de la RDA siguiese us¨¢ndose contra autores actuales, se refer¨ªa a las cr¨ªticas del historiador Ilko-Sascha Kowalczuc a Jenny Erpenbeck. En Freiheitsschock (El choque de la libertad), Kowalckuz, que como Erpenbeck creci¨® en el Berl¨ªn Oriental, le recuerda a la autora de Kair¨®s, y parece que le reproche, sus or¨ªgenes familiares. Sus abuelos Fritz Erpenbeck y Hedda Zinner, pertenecieron al c¨ªrculo de comunistas alemanes exiliados en la URSS durante la II Guerra Mundial. Despu¨¦s de la guerra fueron ¨¦lite intelectual del nuevo pa¨ªs. Kowalczuc sostiene que esto determina una visi¨®n m¨¢s amable, por parte de la nieta, de aquel pa¨ªs desaparecido: ¡°Para ella, 1989 no fue una fiesta de la libertad¡±.
¡°Cuando se critica, habr¨ªa que conocer otros libros m¨ªos¡±, replica Erpenbeck. Durante la conversaci¨®n, saca de los estantes un ejemplar de Selbstbefragung (Autoexamen), el libro que su abuela, Hedda Zinner, public¨® en 1989, una visi¨®n cr¨ªtica de los a?os en la Rusia estalinista. La vida de sus abuelos fue m¨¢s compleja, viene a decir, que la imagen que da de ellos Kowalaczuc como unos ¡°fan¨¢ticos comunistas¡±. Y, en todo caso, precisa: ¡°Habr¨ªa que admitir que estoy dos generaciones alejada de ellos¡±.
Kair¨®s toca una fibra sensible, algo ¨ªntimo en la identidad de la Alemania moderna, porque ata?e al significado de 1989. Una liberaci¨®n, s¨ª, y la democracia y la prosperidad y el bienestar en uno de los pa¨ªses m¨¢s pr¨®speros del planeta. Pero tambi¨¦n las frustraciones, las experiencias traum¨¢ticas.
Erpenbeck saca m¨¢s libros de los estantes. Libros sobre los a?os sovi¨¦ticos, los a?os 30 de Fritz y Hedda. Vol¨²menes con fotograf¨ªas de aquellos 90 en los que la ebriedad se mezclaba con el v¨¦rtigo de lo desconocido. Fotograf¨ªas como la de Sibylle Bergemann que ilustra este reportaje y estos d¨ªas se expone en la galer¨ªa C/O Berl¨ªn: Potsdamer Platz, 1990, la cometa que no se sabe si despegar¨¢ o no, la tierra de nadie entre Este y Oeste, la ic¨®nica torre de comunicaciones al fondo. Un instante, una ¨¦poca.
En uno de los textos incluidos en el libro de ensayos Kein Roman (Ninguna novela), Erpenbeck escribe: ¡°Si digo que, a pesar de todas las comodidades de las que disfruto hoy, todav¨ªa hay un rastro de tristeza que las ganancias no pueden borrar... ?Puedes imaginarte que incluso en un pa¨ªs del que nunca se habla sin calificarlo de r¨¦gimen canalla, alguien pudiese tener una infancia feliz?¡±.
A ella le gustar¨ªa pensar que s¨ª, que pudo haber un pa¨ªs hoy desaparecido, hoy casi imaginario, donde fue posible ser feliz aunque resultase un fracaso. Le gustar¨ªa creer que hay otro modelo frente al ¡°consumismo radical, al individualismo radical, al ego¨ªsmo radical¡±. ?Cu¨¢l? ¡°No lamento en absoluto la desaparici¨®n de la RDA tal como fue, y creo que nadie lo lamenta¡±, dice en su piso en Prenzlauer Berg. ¡°Pero, ?c¨®mo decirlo? Creo que el duelo es por la posibilidad de algo distinto, de alternativas¡±.
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