¡°La intenci¨®n es buena, pero las arcas est¨¢n vac¨ªas¡±
Juan Sasturain, nuevo director de la Biblioteca Nacional de Argentina, denuncia ¡°el momento catastr¨®fico¡± que vive la cultura tras la gesti¨®n de Mauricio Macri
Cita Juan Sasturain (Buenos Aires, 73 a?os), apasionado escritor, periodista, historietista, y hasta, durante un tiempo, televisivo activista de la lectura, a Don Vito Corleone cuando recuerda su reciente nombramiento como director de la Biblioteca Nacional de Argentina. ¡°Ante tan lindo desaf¨ªo, no pod¨ªa decir que no¡±, afirma, y se r¨ªe, recordando al capo de Mario Puzo que Francis Ford Coppola inmortaliz¨® para el cine. ¡°?Que qu¨¦ siento? Orgullo, y a la vez, cierta sensaci¨®n de impostura, responsabilidad y p¨¢nico¡±, confiesa a continuaci¨®n. Es un d¨ªa de febrero en Barcelona. Sobre la mesa, El ¨²ltimo Hammett (Navona), su m¨¢s reciente novela, escrita en un lapso de ¡°casi 30 a?os¡±, un homenaje al creador de Sam Spade en la que es el propio creador el que toma la palabra para despedirse, de alguna manera, del mundo. El mundo que cre¨®, y tambi¨¦n, el mundo que se vio obligado a habitar.
Su paso por BCNegra como el ilustre ganador del Hammett de este a?o, antecede en tan solo unos d¨ªas su definitiva toma de posesi¨®n del cargo que ostent¨®, en otra ¨¦poca, Jorge Luis Borges, y que hasta su nombramiento ocupaba Horacio Gonz¨¢lez. El pr¨®ximo lunes por la ma?ana se sentar¨¢ por primera vez ante el escritorio de su nuevo despacho en el monumental ente aut¨®nomo que, dice, ¡°naci¨® ya viejo¡±. ¡°Es un edificio monstruoso, y tiene una historia muy argentina. Se empez¨® a construir en los a?os 50, pero se inaugur¨® 30 a?os m¨¢s tarde, cuando su arquitectura hab¨ªa pasado de moda. Es otra de las pir¨¢mides de los egipcios¡±, bromea, las gafas de lectura colg¨¢ndole de la nariz. ?Lo que har¨¢ all¨ª? ¡°Seguir los pasos de Horacio. Por el momento, mi gesti¨®n va a ser continuista. Quiero una biblioteca de todos para todos, los que no votaron a Alberto [Fern¨¢ndez, el actual presidente] tambi¨¦n¡±, contesta.
El primer problema al que deber¨¢ hacer frente es al monetario. ¡°El momento es catastr¨®fico, en lo que respecta a lo cultural tambi¨¦n. En eso mi situaci¨®n difiere de la de Horacio Gonz¨¢lez. Cuando ¨¦l lleg¨®, hace una d¨¦cada larga, el gobierno ten¨ªa con qu¨¦ respaldarlo. Ahora, la intenci¨®n del gobierno es buena, pero no tiene con qu¨¦ respaldarnos. El gesto es el mismo, pero las arcas est¨¢n vac¨ªas¡±, sentencia. Alaba, sin embargo, la direcci¨®n que tan indiscutible coloso cultural tom¨® en la ¨²ltima d¨¦cada. ¡°Horacio le cambi¨® la cara, el esp¨ªritu, la convirti¨® en un centro cultural, ?hasta cre¨® una editorial que es el mayor fen¨®meno que ha producido el estado en d¨¦cadas! Ser¨¢ un honor continuar lo que empez¨®¡±, insiste. Por el momento, lo que su poli¨¦drica y entusiasta figura, siempre del lado del lector omn¨ªvoro y popular, sugiere es confianza.
Horacio le cambi¨® la cara, el esp¨ªritu, la convirti¨® en un centro cultural, ?hasta cre¨® una editorial que es el mayor fen¨®meno que ha producido el estado en d¨¦cadas! Ser¨¢ un honor continuar lo que empez¨® Juan Sasturain
¡°?Qu¨¦ suerte que est¨¢s vos!¡±, oye que le dicen, y ¨¦l argumenta tales muestras de afecto por la confianza que da una carrera, la suya, en la que, asegura, no ha hecho otra cosa que intentar ¡°desacralizar¡± el mundo de la cultura, y, en concreto, el de la literatura,. Ofrecer ¡°una visi¨®n democr¨¢tica¡± de la misma. Prefiere no hablar de lo que ocurrir¨¢ a partir del lunes, pero considera que, en cualquier caso, su presencia ser¨¢ casi testimonial. ¡°Trabajan 800 personas all¨ª dentro. Aquello es casi como una ciudad, funciona sola, el director se limita a marcar la tendencia general¡±, dice. En cualquier caso, ¡°es un lugar so?ado¡±, al que ir¨¢ a ¡°aprender¡±. ¡°Se espera de m¨ª que opine, y yo me apoyar¨¦ en los que saben, porque es necesario delegar en aquellos que saben m¨¢s que t¨²¡±, considera. El ejemplar de El ¨²ltimo Hammett sigue sobre la mesa.
Dashiell Hammett es, dice, uno de los autores que le llev¨® a la literatura. La novela es a la vez una reflexi¨®n sobre la madurez del escritor ¡ªque se siente, llegado cierto momento, incapaz de escribir, incapaz de sentir la pasi¨®n que una vez sinti¨® por el acto en s¨ª¡ª y un caleidosc¨®pico y crepuscular tributo a una figura que despunt¨® en un momento ¡°brillante¡±. ¡°Desde Europa, se estudi¨® y clasific¨® lo que ocurri¨® en los Estados Unidos de principios del siglo XX, pero nunca se super¨®. ?C¨®mo de importante es el soporte para cualquier arte! El auge de los cuentistas tuvo que ver con la existencia de todas esas revistas que publicaban sus cuentos, y que les obligaban a ser mejores cada vez. Salinger, Hammett, Flannery O'Connor, ?Francis Scott Fitzgerald! ?Qu¨¦ a?os aquellos! ?No se ha visto nada igual!¡±, asegura. ?No est¨¢ viviendo la literatura argentina un auge parecido? ¡°La literatura argentina goza de una muy buena salud, y s¨ª, es precisamente porque se han dado las condiciones materiales para que as¨ª sea¡±, responde.
?Y cu¨¢les son esas condiciones? ¡°Nunca antes el camino entre escritura y publicaci¨®n ha sido tan corto como lo es ahora. Antes, de todo lo que se produc¨ªa, se publicaba muy poco. No hab¨ªa suficientes canales. Es curioso, pero la concentraci¨®n editorial y el avance tecnol¨®gico produjo un fen¨®meno no previsto ni posible hace 20 a?os, el de la proliferaci¨®n de peque?as editoriales autogestionadas, de manera que todo lo que no puede entrar en la pol¨ªtica del conglomerado ya no queda fuera, se expresa de otro modo. Y luego est¨¢ el imperativo de contar de esta ¨¦poca, que tambi¨¦n ha ayudado a que se multipliquen las voces, y a que ¨¦stas no necesiten la validaci¨®n de aquellos que a¨²n no las pueden comprender, pues tienen sus propios medios de validaci¨®n¡±, contesta. Lo que perdurar¨¢ de todo eso, afirma, ¡°es un misterio¡±, pero ¡°el presente siempre lo es¡±.
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