Un recorrido por el Museo del Prado de flor en flor
El jardinero Eduardo Barba publica un libro sobre plantas plasmadas en 43 obras maestras de la pinacoteca
Del Cristo muerto en el espect¨¢culo de composici¨®n que es la tabla La crucifixi¨®n (1509-1519), de Juan de Flandes, ¨¦l se fija, sin embargo, en las chirivitas, las peque?as margaritas que crecen a los pies del crucificado. De La Anunciaci¨®n (1425.26), una de las primeras obras maestras de Fra Angelico, a ¨¦l le llaman la atenci¨®n, siempre que la contempla, los frutos, las hojas y la corteza lisa de la higuera pintada a la derecha de unos avergonzados Ad¨¢n y Eva pecadores. Este observador de detalles que pasan casi inadvertidos para los visitantes comunes del Museo del Prado es el "jardinero", como a ¨¦l le gusta definirse, Eduardo Barba G¨®mez, que ha trasladado sus conocimientos y pasi¨®n por las plantas y el arte a su primer libro, El jard¨ªn del Prado (Espasa), presentado este mi¨¦rcoles en el Bot¨¢nico de Madrid.
Este volumen se anuncia como un paseo bot¨¢nico por 43 obras de grandes maestros del arte escogidas por Barba. De ellas comenta tanto especies vegetales que pueden tener un papel residual en las piezas y ser meros adornos, o las que son protagonistas del ¨®leo por lo que simbolizan. El acto de presentaci¨®n, al que acudi¨® la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, fue un di¨¢logo entre el autor y el escritor Antonio Mu?oz Molina, que ejerci¨® de padrino.
Barba, madrile?o de 41 a?os, paisajista y profesor de jardiner¨ªa, lleva a?os visitando el Prado para descubrir, como si fuera un detective, todas las plantas de sus obras, aunque sean un detalle en una esquina. Hace poco menos de un a?o catalog¨® las 1.050 piezas, entre cuadros, esculturas y artes decorativas, en las que hab¨ªa alguna especie representada, una tarea paciente y tit¨¢nica en la que recog¨ªa si esa flor era com¨²n o rara, sus caracter¨ªsticas, si encerraba alguna simbolog¨ªa... De aquel trabajo, que adelant¨® EL PA?S, lleg¨® la propuesta para este libro, en el que recuerda c¨®mo comenz¨® su afici¨®n por la jardiner¨ªa: "Fue gracias a mi madre, que recog¨ªa de la calle plantas tiradas y las llevaba a casa".
As¨ª, El jard¨ªn del Prado no es solo una fuente de conocimiento sobre bot¨¢nica y arte, "es tambi¨¦n un cuaderno de viaje por las salas de la pinacoteca, en el que est¨¢n mis impresiones sobre lo que ve¨ªa y recuerdos de la infancia, de estancias en otros pa¨ªses y museos", explic¨® Barba.
"Es un trabajo que une las ciencias y el arte, que han estado absurdamente separadas", apunt¨® Mu?oz Molina. El escritor a?adi¨® que "mirar el arte te ense?a a mirar la vida de otra manera" y enlaz¨® su reflexi¨®n con una cita de Carlos Linneo, el naturalista que clasific¨® a los seres vivos, que reproduce Barba en su libro: "Aquello que no recibe nombre no puede ser conocido".
Preguntado por Mu?oz Molina por los artistas que m¨¢s fascinaci¨®n le siguen produciendo a Barba en el Prado por el amor y detalle que ponen al pintar flores o plantas, este respondi¨®: "Los paisajes de Claudio de Lorena, Patinir y, c¨®mo no, El Bosco y su Jard¨ªn de las Delicias, que cada vez que lo miro parece que fuera la primera vez". A esta obra es a la que dedica m¨¢s espacio por la cantidad de especies que alberga y porque el artista "cre¨® quimeras vegetales, en las que mezcla trozos de distintas plantas para crear una sola".
Al pasar las p¨¢ginas del libro se descubre, por ejemplo, que la rosa es la flor que mayor n¨²mero de veces aparece en el Prado. "Resplandece en multitud de situaciones distintas", explica Barba, "floreros, guirnaldas, coronas, en el pecho de personajes, en patios, jardines...", o como en el caso del retrato de Mar¨ªa Tudor, de Antonio Moro, aparece en la mano derecha de la reina de Inglaterra y segunda mujer de Felipe II. Pero para su libro, Barba tambi¨¦n ha querido que tenga una finalidad pr¨¢ctica: "Todas las plantas seleccionadas pueden cultivarse y crecer en un balc¨®n de nuestras casas".
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