Los fantasmas del se?or juez
'Just¨ªcia' es un triple mortal que salta del costumbrismo al territorio de lo fant¨¢stico (extraterrestres incluidos), con saltos en el tiempo y retratos de la derecha catalana
Just¨ªcia, de Guillem Clua, es una funci¨®n ambiciosa, de muy variados tonos y relatos, que salta del costumbrismo al territorio de lo fant¨¢stico (extraterrestres incluidos), con saltos en el tiempo, narraciones dirigidas al p¨²blico, retratos de la derecha catalana y reivindicaciones de la comunidad LGTB. En Just¨ªcia me resuenan ecos tem¨¢ticos y formales del moderno teatro americano (Tony Kushner, Tracy Letts) o anglosaj¨®n (Matthew L¨®pez), cercan¨ªas del melodrama pol¨ªtico de Benet i Jornet, o el sorprendente c¨®ctel de g¨¦neros que a veces sirve Jordi Casanovas. Un material dif¨ªcil de llevar a escena, pero dirigido con claridad y mano firme por Josep Maria Mestres en el TNC barcelon¨¦s. Para los actores y el equipo debe de ser algo as¨ª como un triple mortal con tirabuz¨®n: han de encarnar diferentes roles, en distintas edades, en las que incluso llevan a cabo el tour de force (hay que verlo para creerlo) de dialogar consigo mismos.
Por si todo esto no fuera un gran slalom de esfuerzos, los int¨¦rpretes se arriesgan a subir y bajar por unas rampas que dan cierto v¨¦rtigo. Con todo mi respeto para el escen¨®grafo Paco Azor¨ªn, que hace un trabajo notable, creo que Just¨ªcia es una de esas obras que cuanto m¨¢s desnuda, mejor: a mi juicio, la fuerza est¨¢ en el texto, los actores y la direcci¨®n. Tambi¨¦n me parece un poco excesiva su duraci¨®n, que roza las tres horas, aunque la dilataci¨®n se concentra en la primera parte: me result¨® algo fatigosa la larga cena contempor¨¢nea, pero me atrap¨® la historia de la familia, v¨ªctima de guerra y posguerra, y la aparici¨®n de los fantasmas ante Samuel Gallart. La segunda parte fluye que da gusto (reconozco que en buena medida cimentada por la primera) desde finales de los setenta hasta el tiempo presente.
Con todo mi respeto para el escen¨®grafo Paco Azor¨ªn, que hace un trabajo notable, creo que 'Just¨ªcia' es una de esas obras que cuanto m¨¢s desnuda, mejor
El elenco es notable, sin fisuras, y encabezado por dos grandes artistas, unidos por una estupenda idea de reparto: Jos¨¦ Mar¨ªa Pou y Vicky Pe?a. El actor logra que el progresivo hundimiento de un personaje turbulento exhale grandeza y llegue a emocionarte. Encarna a Samuel Gallart, juez pujolista y homosexual oculto, atormentado a medida que pasan los a?os y delirante cuando su memoria comienza a deteriorarse: uno de los mejores papeles de su carrera. Vicky Pe?a combina la ferocidad con fulgurantes destellos de humor y compone espl¨¦ndidamente dos naturalezas enfrentadas: Raquel, la implacable abuela republicana que tras la muerte de su esposo e hijo se convierte en franquista para salir adelante, y Aurora, la mujer de Samuel: la no menos temible matriarca convergente de la familia. La insospechada escena que cierra la primera parte me pareci¨® conmovedora: el encuentro y despedida entre Samuel y su madre, Dolors (Anna Sahun). La actriz, cada d¨ªa mejor, tambi¨¦n encarna a Judit, la hija de los Gallart, con una dureza muy cercana a la de sus padres.
El veterano Manel Barcel¨® es Moss¨¨n Ricard, el amigo de los Gallart, y Garc¨¦s, el retrato de uno de los hombres de sable de la era de Pujol. A Roger Coma le han dado un rol a medias entre el cu?adismo y el c¨®mic relief (Joan, el hijo de Samuel), aunque en compensaci¨®n le corresponde una intensa historia de amor que no puedo revelar. Alejandro Bordanove (la revelaci¨®n de L¡¯alegria, de Marilia Samper) es Samuel joven, y Sammy, su nieto. Pere Ponce brilla a contratipo: un actor luminoso, risue?o, que aqu¨ª encarna al amargo Artur, padre de Samuel, y al turbio Emili, marido de Judit. Anna Ycobalzeta est¨¢ estupenda como la venezolana pareja de Joan, y Aurora adulta: otro doble reto. Marc Bosch es el cuidador Jacob, el joven Ricard y el apasionado Ignasi. La debutante y vivaz Katrin Vankova es J¨²lia, nieta de Samuel, y Aurora adolescente. Aplaudo tambi¨¦n la caracterizaci¨®n de Noem¨ª Jim¨¦nez y el vestuario de Gabriela Salaverri.
El didactismo militante de Clua funciona cuando avanza a lomos de la emotividad y el arrebato, con su cima en la feliz liberaci¨®n gay de Ignasi durante la espumosa revuelta de las Ramblas de la Transici¨®n. En cambio, resultan un tanto latosas las escenas pr¨®digas en informaci¨®n, pero con falta de peso dram¨¢tico. Por ejemplo, parece obligatorio que si hay una historia homosexual masculina deba surgir un espejo femenino (o viceversa): se dir¨ªa que esa doble pareja resulta m¨¢s hija de la paridad que del fervor amoroso.
Just¨ªcia es una de esas obras que, pese a sus posibles excesos, acaba ganando la partida por su entusiasmo, su riqueza tem¨¢tica y de personajes. Y lo m¨¢s importante: una de esas piezas que te vuelven y te agitan, como me sucedi¨® a m¨ª, entre otros pasajes, con la valiente escena final: pocos autores se atrever¨ªan a cerrarla de ese modo, coronada por un precioso mon¨®logo, digno del Ray Bradbury de El pa¨ªs de octubre, y soberbiamente interpretado por Jos¨¦ Mar¨ªa Pou: la joya de su corona.
Just¨ªcia.?Texto: Guillem Clua. Direcci¨®n: Josep Maria Mestres. Teatre Nacional de Catalunya.?Barcelona. Hasta el 22 de marzo.
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