Pablo Messiez se rinde ante la fiereza de la ¨¦tica de Samuel Beckett
El director teatral estrena ¡®Los d¨ªas felices¡¯, escrita por el Nobel irland¨¦s en 1961, que protagoniza Fernanda Orazi
?Qu¨¦ hace esa mujer de melena plateada, vestido negro de fiesta y collar de perlas sumergida en una monta?a de escombros? ?Qu¨¦ va brotando de sus palabras, bajo un sol enrarecido y una atm¨®sfera casi infernal de rojos y naranjas, sino un grito desesperado de lucha contra la soledad y la desesperanza, mientras su marido de espaldas lee el peri¨®dico? Los d¨ªas felices, una de las obras cumbre del Nobel de Literatura Samuel Beckett, el autor que destruy¨® muchas de las convenciones de la narrativa y el teatro en el siglo XX, llega a los escenarios de Madrid de la mano del director y actor argentino Pablo Messiez (1974). Protagonizada por una prodigiosa Fernanda Orazi, tambi¨¦n argentina de 44 a?os, a la que acompa?a Francesco Carril (Madrid, 1986), Los d¨ªas felices, obra en dos actos y ejemplo de teatro del absurdo, se estrena en el Teatro Valle Incl¨¢n desde hoy jueves hasta el 5 de abril. ¡°Beckett es el ejemplo de la ¨¦tica, de la fidelidad al cumplimiento de una necesidad propia¡±, defiende Pablo Messiez.
Al poco tiempo de establecerse en Madrid, hace unos diez a?os, cuando estrenaron Muda en la sala Pradillo, Messiez y Orazi se prometieron que alg¨²n d¨ªa har¨ªan un Samuel Beckett (1906-1989), un autor venerado y admirado por los dos. Tras una trayectoria s¨®lida por los escenarios en Espa?a, con varias obras estrenadas con ¨¦xito, el deseo los ha reunido de nuevo. La raz¨®n de elegir este texto concreto de Beckett, un mon¨®logo de ¡°felicidad¡± que va del drama a la risa y de la soledad a la locura, radica ¨²nicamente en que la protagonista absoluta era una mujer. Pablo Messiez saca de su mochila un ejemplar de Los d¨ªas felices que compr¨® all¨¢ en Buenos Aires cuando ten¨ªa 17 a?os. No est¨¢ muy deteriorado para la cantidad de veces que lo ha le¨ªdo desde entonces. ¡°Es una obra de lectura aburrida y tediosa, pero verla representada es maravilloso. Para poder hacer este texto hay que amar a Beckett porque es un material que demanda mucho. Solo se puede hacer con disciplina y amor. Como cualquier ritual. Los rituales solo tienen sentido porque la gente los quiere hacer. He seguido las directrices de alguien a quien venero. Le he escuchado para poder dialogar con ¨¦l¡±, dice Messiez tras el primer ensayo en el teatro con p¨²blico.
¡°En todos los textos de Beckett, pero m¨¢s concretamente en Los d¨ªas felices, la palabra es como la m¨²sica y el texto parece necesitar de alguien m¨¢s cercano a la direcci¨®n de una partitura que un director de teatro al uso. Mi dedicaci¨®n ha sido escuchar lo que dice Beckett. En Los d¨ªas felices, Beckett no solo escribe las palabras, sino las acciones y las duraciones, las intensidades de la voz, las acotaciones. Es como una partitura donde no hay mucho hueco. Y a m¨ª me interesaba encontrar ese hueco, estar alerta al detalle m¨ªnimo¡±, asegura Messiez. La obra tiene sentido por la singularidad de la int¨¦rprete, por su musicalidad, su modo de decir, buscando esos peque?os huecos que deja Beckett, defiende el director, que ha cambiado la tierra en la que el autor semientierra a la actriz por un mont¨®n de escombros. ¡°Los escombros dan cuenta de un pasado distinto a este presente, a la decadencia que sufren sus protagonistas, tan distintos en el pasado pero tan iguales hoy. Beckett plantea esta obra como si fueran los ¨²ltimos seres humanos de la tierra, un tiempo en el que no hay noche y un timbre va marcando los segmentos de sol. Al trabajar desde la poes¨ªa, este texto de Beckett sigue resonando hoy de manera potente¡±, explica admirado Messiez por el fulgor que desprende el autor irland¨¦s.
Con esta puesta en escena, el director argentino vuelve a recordar que el teatro puede ser otra cosa. ¡°Beckett nos ense?a que el teatro es espacio y tiempo compartido, no palabras. Cuando voy al teatro echo muchas veces de menos ver teatro, trabajos que piensen no solo acerca de lo que van hablar, sino c¨®mo lo van a contar. Hay que desintoxicar la mirada de desv¨ªos varios que usurpan las salas cuando estar¨ªan mejor en la televisi¨®n o en el cine¡±.
Han pasado diez a?os y los escombros van invadiendo a esa mujer, que una vez result¨® seductora y que plantea con claridad la necesidad imperiosa de tener a alguien que la escuche para existir. ¡°Tengo miedo a que las palabraS me abandonen¡±, dice ya con los ojos despintados.
Babelia
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