Ernesto Cardenal en siete pistas y tres libros
M¨ªstico y ministro de Cultura, poeta y te¨®logo, monje y revolucionario, el autor nicarag¨¹ense fallecido este domingo ten¨ªa muchas voces pero un solo pensamiento
Te¨®logo y poeta, m¨ªstico y pol¨ªtico, sacerdote y profeta, nicarag¨¹ense y ciudadano del mundo, monje y revolucionario, militante y esteta, solidario y solitario, comunista y evang¨¦lico, cristiano y marxista, creyente y anti-idol¨¢trico, de este mundo y de otro. ?Tan contradictorio era Ernesto Cardenal? ?Tantas caras y tan diferentes ten¨ªa? No. En su persona estas dimensiones estaban en sinton¨ªa, sin aristas, al menos visiblemente. La combinaci¨®n de tantas notas y pentagramas, de tantos g¨¦neros literarios, de tantas vidas y tareas, era casi perfecta. A veces desentonaban, ciertamente, pero, cuando lo hac¨ªan, era para crear una polifon¨ªa conscientemente disarm¨®nica que daba lugar a una pieza nueva, a una obra de arte. La fidelidad a cada una de las causas que defend¨ªa era proverbial. Cada una de sus experiencias de vida se caracterizaba por la coherencia. En ¨¦l hab¨ªa pluralidad de registros, pero no doblez, se o¨ªan diferentes voces, pero un solo pensamiento.
1. Era poeta, sin duda uno de los m¨¢s reconocidos del siglo XX, y sab¨ªa lo que era la inspiraci¨®n. Alcanz¨® la cumbre literaria con C¨¢ntico c¨®smico (Trotta, 1992), considerada por muchos especialistas la obra po¨¦tica de mayor impacto en Am¨¦rica Latina junto con Cantos de Vida y Esperanza, de su compatriota Rub¨¦n Dar¨ªo, con quien muchas veces se le ha equiparado, y C¨¢ntico General, de Pablo Neruda. El lenguaje es la casa del ser humano, dec¨ªa Heidegger. La poes¨ªa era el hogar donde habitaba Ernesto Cardenal.
2. Cardenal era un m¨ªstico con los pies en la tierra y la mirada en el acontecer mundano, un orante "pol¨ªtico" que rezaba por el derrocamiento de Somoza. En Vida perdida describe su experiencia m¨ªstica en el monasterio trapense de Gethsemani (Kentucky), donde vivi¨® una vida austera, callada, entre disciplinas y penitencias, en busca de Jes¨²s de Nazaret.
Lo m¨¢s significativo de esta etapa fue su relaci¨®n con Thomas Merton, cuya espiritualidad encarnada en la historia influy¨® decisivamente en la vida religiosa de Cardenal, de quien el maestro Merton admiraba su esp¨ªritu antiyanki y su sensibilidad hacia los ind¨ªgenas.
3. Era una persona comprometida pol¨ªtica y socialmente, que colabor¨® en el derrocamiento de Somoza y, tras el triunfo de la Revoluci¨®n, asumi¨® el ministerio de Cultura en varios gobiernos del Frente Sandinista en un ejercicio de coherencia con su interpretaci¨®n liberadora del cristianismo. Era un pensador cristiano en la direcci¨®n de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, que viv¨ªa en el quehacer diario y desarrollaba a trav¨¦s de la creaci¨®n literaria.
4. Cardenal fue autor del Quinto Evangelio, el que lleva el nombre del lago donde fund¨® una comunidad cristiana de resistencia contra la dictadura, una comuna de vida compartida, de contemplaci¨®n del misterio de la Naturaleza y de la Divinidad, de trabajo solidario, de cultivo del esp¨ªritu, de creaci¨®n literaria y art¨ªstica: el Evangelio de Solentiname.
5. El poeta nicarag¨¹ense vivi¨® a ritmo de Utop¨ªa. Primero fue en el Lago de Solentiname, donde cre¨® lo que hasta entonces era el no-lugar de la Utop¨ªa, al que apuntara tan bella como imaginativamente Oscar Wilde: ¡°Un mapa del mundo que no contemple ¡®Utop¨ªa¡¯ no merece la pena ni echarle un vistazo, pues deja fuera el pa¨ªs en el que la Humanidad est¨¢ siempre desembarcando. Y al desembarcar all¨ª la Humanidad y ver un pa¨ªs mejor, vuelve a poner proa hacia ella¡±. Despu¨¦s fue la Revoluci¨®n Sandinista, con la que se comprometi¨® culturalmente ayudando a sacar a la luz la riqueza art¨ªstica y activando el alma po¨¦tica que toda persona nicarag¨¹ense lleva dentro.
No fue amigo de grandes discursos sobre la utop¨ªa: la pensaba, la so?aba, la viv¨ªa, colaboraba en su construcci¨®n, empujaba su llegada, pero no ingenuamente, sino poniendo manos a la obra. A sus 95 a?os y con una salud delicada Ernesto Cardenal sigui¨® caminando en esa direcci¨®n, sin prisa, pero sin pausa, con su barba de profeta de la esperanza intentando que, si la historia tuviera un final, no fuara fatal, sino feliz, y si no lo tuviere, que la Humanidad caminara por la senda de la fraternidad-sororidad.
6. Cardenal vivi¨® en permanente exploraci¨®n de otros mundos: el arte, la ciencia, la filosof¨ªa, las religiones, la sabidur¨ªa de los pueblos, la vida interior, etc., en actitud de b¨²squeda, pero sin huir de la vida. ?l mismo se presentaba con ejemplo de encuentro entre ciencia, m¨ªstica y poes¨ªa en un texto realmente antol¨®gico: ¡°En estos hechos cient¨ªficos yo encuentro mucha inspiraci¨®n m¨ªstica y mucha inspiraci¨®n po¨¦tica. Por eso desde hace tiempo mi poes¨ªa se nutre de ciencia¡±.
7. A Dios se acercaba tambi¨¦n interdisciplinarmente para afirmar al fin que es el totalmente incognoscible para nosotros y que, citando a su maestro Merton, solo podemos conocerlo por el amor.
Aquella ¡°vida perdida¡±, como ¨¦l mismo califica los a?os de su juventud, es ahora vida en plenitud.
Juan Jos¨¦ Tamayo es director de la C¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones ¡°Ignacio Ellacur¨ªa¡±, de la Universidad Carlos III de Madrid autor de Teolog¨ªas del Sur. El giro descolonizador.
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