La p¨¦rfida Albi¨®n y la hamburguesa de Cordelia
El nacionalismo brit¨¢nico, como el catal¨¢n y el vasco o los llantos de cocodrilo del espa?ol, combina una sensaci¨®n de agravio profundo y un arrogante sentido de superioridad
En 1980, el ministro de Agricultura del Reino Unido oblig¨® a su hijita Cordelia, de cuatro a?os de edad, a comerse una hamburguesa de ternera ante las c¨¢maras de televisi¨®n. Nadie protest¨® por esa utilizaci¨®n abusiva de la menor. Era la respuesta de su Gobierno a la humillaci¨®n infligida por Alemania, reunificados sus dos Estados por esas mismas fechas, cuando decidi¨® vetar la importaci¨®n de carne de ternera brit¨¢nica como consecuencia de la crisis de las vacas locas. Estas eran portadoras de una prote¨ªna que provocaba una enfermedad neurol¨®gica degenerativa y letal, de f¨¢cil contagio a los humanos. Cuarenta a?os despu¨¦s, la opini¨®n p¨²blica parece haber olvidado aquel incidente que desat¨® una campa?a global de las autoridades sanitarias, aunque no tan contundente como la de hoy frente a la amenaza del coronavirus. Los ingleses se?alaron al culpable de lo que consideraban una agresi¨®n injusta a su libertad de comercio y al prestigio de sus instituciones: Alemania, el enfermo de Europa. En algunos pa¨ªses, como Estados Unidos, la prohibici¨®n de comer chuletones de procedencia brit¨¢nica dur¨® 15 a?os.
Fintan O¡¯Toole, un periodista irland¨¦s de largo recorrido, explica en su libro sobre el Brexit lo que parece ser el verdadero resumen de la historia: Inglaterra se ha marchado de Europa, y con ella las otras patrias del Reino Unido, porque en realidad nunca acab¨® de estar dentro del todo. Cumpli¨® siempre con sus obligaciones, pero en el reino de las emociones padec¨ªa, y lo sigue haciendo, un complejo existencial: el perdedor de la segunda Gran Guerra emerg¨ªa como el verdadero palad¨ªn europeo mientras que el Imperio Brit¨¢nico se desmembraba. Desde este punto de vista, la unidad europea ser¨ªa en realidad el triunfo de la voluntad germ¨¢nica, que habr¨ªa colonizado el continente. Nadie osaba hablar de nuevas formas de nazismo, pero algunos las daban por sobreentendidas, y los recelos fueron siempre evidentes. Para los sedicentes intelectuales que apoyaban la ruptura, las razones estaban claras: Europa hab¨ªa cambiado profundamente y ya no era la misma que en el d¨ªa de la adhesi¨®n brit¨¢nica, cuando, en palabras de Andrew Gillighan, ¡°el pueblo se uni¨® con entusiasmo a un Mercado Com¨²n, no a una agenda social, una moneda ¨²nica o algo que evoluciona hacia un super-Estado¡±.
Por exagerada que pueda parecer la tesis de O¡¯Toole respecto al comportamiento psicop¨¢tico de la opini¨®n p¨²blica inglesa, lo que m¨¢s me ha interesado de su relato, cuyo humor irland¨¦s es vecino del sarcasmo, son las reflexiones sobre el car¨¢cter del nacionalismo brit¨¢nico, que est¨¢ en la base de su ruptura con el continente. En realidad no me parecen distintas de las de ning¨²n otro nacionalismo. Todos se construyen desde una autocompasi¨®n profunda, ¡°en la que uno se puede sentir al mismo tiempo horriblemente maltratado y excepcionalmente imponente¡±. Esta es una definici¨®n que encaja bastante bien con el victimismo tradicional de los independentistas catalanes o vascos, pero tambi¨¦n con los llantos de cocodrilo del nacionalismo espa?ol. Combina esa actitud la sensaci¨®n de un agravio profundo y un arrogante sentido de superioridad frente a los dem¨¢s. Ello hace que muchos ingleses sientan que su pa¨ªs, vencedor en la Guerra, es tratado como si en realidad la hubiera perdido, mientras que los derrotados se convierten en los nuevos l¨ªderes de la situaci¨®n. Frustraci¨®n que evidencian con singular ¨¦nfasis los neofranquistas espa?oles cuando se discute sobre la Memoria Hist¨®rica.
En opini¨®n del autor, ¡°la idea de Europa como un super-Estado pseudonazi estaba muy presente en 1975¡± en los ambientes londinenses. Seg¨²n ¨¦l, no se pod¨ªa responsabilizar a Europa por ello, pues era ¡°m¨¢s bien la consecuencia de la relaci¨®n profundamente conflictiva e inestable de Inglaterra con la Segunda Guerra Mundial y con lo que esta signific¨®¡±. Esta investigaci¨®n psicoanal¨ªtica del comportamiento nacional ingl¨¦s me recuerda demasiado a las lucubraciones de parecido g¨¦nero cuando se discute sobre el ser de Espa?a o se analiza el comportamiento de las nuevas generaciones respecto a nuestra guerra civil. Inglaterra y nuestro pa¨ªs extendieron su soberan¨ªa sobre los imperios m¨¢s grandes de la tierra y su vinculaci¨®n hist¨®rica al continente europeo fue en ambos casos tan conflictiva como d¨¦bil. Inglaterra siempre recel¨® de la cat¨®lica Europa, mientras que Espa?a se miraba a s¨ª misma como la defensora de la fe. Para Londres, el enemigo teut¨®n era y es la amenaza permanente; para Madrid, su aliado hist¨®rico. Al menos hasta la actual incompetencia de nuestra pol¨ªtica exterior.
La erosi¨®n del Estado de bienestar sirvi¨® tambi¨¦n de acicate para el reflejo antieurope¨ªsta brit¨¢nico, lo mismo que la crisis financiera y el llamado austericidio agit¨® el populismo nacionalista en Catalu?a. Por ¨²ltimo, la sustituci¨®n de la Historia por la mitolog¨ªa, la invenci¨®n del pasado y la burda mentira han sido armas habituales y preferentes entre los l¨ªderes del separatismo, tanto en Westminster como en Barcelona.
No me atrever¨ªa a decir que Un fracaso heroico sea un libro fundamental para la comprensi¨®n del Brexit, pero tampoco resulta irrelevante. Mi conclusi¨®n final, si sirve para algo, es que el actual desorden espa?ol mucho tiene que ver con el desorden europeo y con la fragilidad e ignorancia de quienes tratan de liderarlo. Gente que, en palabras de O¡¯Toole, ¡°tienta a la suerte al asumir que el sistema puede desacreditarse a s¨ª mismo tanto como quiera, sin consecuencias a largo plazo para la misma idea del orden pol¨ªtico¡±.
BUSCA 'UN FRACASO HEROICO'
Autor: Fintan O¡¯Toole.
Traducci¨®n: Francisco Herreros.
Editorial: Capit¨¢n Swing, 2020.
Formato: tapa blanda (224 p¨¢ginas).
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