La hora de la filosof¨ªa
Las preguntas que despierta el coronavirus son innumerables. El pensamiento tiene el deber de formularlas para la que la ciencia las pueda investigar
En un art¨ªculo reciente publicado en EL PA?S, Juan Luis Cebri¨¢n reclama que, tras los estragos de la pandemia (y por mucho que protesten los populistas), ser¨¢ ¡°la hora de los fil¨®sofos¡±. A continuaci¨®n citaba a un profesor italiano que llamaba a erigir un ¡°constitucionalismo planetario¡±, una conciencia general de nuestro destino com¨²n y un sistema que garantice nuestros derechos como especie. La llamada a la uniformidad, a cerrar filas, cl¨¢sica ante las grandes amenazas, no se ha hecho esperar. El cine y la literatura la avanzaron. Ante el ataque de los extraterrestres, los enemigos hist¨®ricos se transforman en aliados. Aunque, parad¨®jicamente, la amenaza del virus ha hecho que los pa¨ªses cierren fronteras y expulsen a los extranjeros. Cualquier excusa es buena para el nacionalismo.
En otra l¨ªnea, que corre en paralelo a la anterior, Mu?oz Molina celebraba la llegada de la hora de los expertos, del reconocimiento ¡°del conocimiento s¨®lido y preciso¡± y de que, en medio del barullo de la opini¨®n, se escuchara la voz de profesionales cualificados, como si ese conocimiento fuera uno y uniforme, como si hubiera una lectura cient¨ªfica unificada de lo que est¨¢ ocurriendo. Ambas propuestas tienden a la generalizaci¨®n de las conductas y las reacciones, a cierta ¡°uniformizaci¨®n¡± del pensamiento, como dec¨ªa Hannah Arendt. Una amenaza ¨²nica, una reacci¨®n ¨²nica. Este modo de pensar, ¨²til en las ciencias que recurren con frecuencia a abstracciones y generalizaciones, es el caballo de batalla contra el que ha luchado la antropolog¨ªa y el pluralismo epistemol¨®gico.
En una tercera l¨ªnea, af¨ªn a las anteriores, Byung-Chul Han, fil¨®sofo surcoreano afincado en Berl¨ªn, explica por qu¨¦ los pa¨ªses asi¨¢ticos est¨¢n gestionando mejor la crisis. La herencia confuciana de Jap¨®n, Corea, China y Hong Kong, hace que la ciudadan¨ªa tienda a respetar m¨¢s la autoridad y sea m¨¢s obediente que en Europa. Para Han esa reacci¨®n eficaz se debe adem¨¢s a la tecnolog¨ªa, la multitud de c¨¢maras que registran lo que sucede en las calles y el uso del big data. La propuesta del surcoreano es la menos filos¨®fica de todas y se muestra tan inane como la de Yuval Noah Harari. De nuevo es una agente externo, en este caso tecnol¨®gico, el que nos sacar¨¢ las casta?as del fuego. La interpretaci¨®n de Zizek de que el virus asestar¨¢ el golpe definitivo al capitalismo parece una broma. El virus no har¨¢ la revoluci¨®n, pero deber¨ªa al menos restringir radicalmente la l¨®gica capitalista de la aceleraci¨®n productiva.
Los sue?os van por delante. El culto a lo viral se ha convertido en una macabra realidad. El COVID-19 no s¨®lo est¨¢ poniendo a prueba el capitalismo moderno (suicida, parcheado, invertido, deficiente, huyendo continuamente hacia adelante), tambi¨¦n est¨¢ cuestionando nuestra forma de vida y valores. Cuando el terrible terremoto que asol¨® Lisboa en 1755, con los cad¨¢veres todav¨ªa frescos, Rousseau lamentaba el esp¨ªritu de colmena que lleva a los hombres a vivir hacinados en ciudades, en altos apartamentos lejos de suelo. Hoy se podr¨ªa plantear algo parecido. ?Son excesivos los niveles de tr¨¢fico a¨¦reo? ?No habr¨ªa que poner freno al turismo depredador que ya no contempla el arte o el paisaje, sino el modo efectivo de hacer una instant¨¢nea para subirla a las redes? ?Es l¨ªcito que dejemos a los ancianos arrumbados en residencias? ?Es necesario prolongar la vida hasta l¨ªmites inhumanos? Nuestro planeta ya ha dado muestras de no soportar la l¨®gica acelerada del mercado global. Sabemos que no todas las familias pueden tener el n¨²mero de autom¨®viles que tiene las familias alemanas, pero hacemos como si no lo supi¨¦ramos.
"La mejor recomendaci¨®n es dejar de pensar en el virus y seguir trabajando. El miedo baja las defensas y el atrac¨®n de informativos da cuerda a la enfermedad"
Probablemente nunca lleguemos a conocer cu¨¢l fue el origen del pat¨®geno, si tuvo un origen natural, si escap¨® accidentalmente de un laboratorio, si lo difundi¨® una mano negra ansiosa de acelerar la selecci¨®n natural o si es consecuencia de la excesiva exposici¨®n de los seres vivos a campos electromagn¨¦ticos (Wuhan es uno de los centros de la tecnolog¨ªa 5G). Pero hay un aspecto de la pandemia que s¨ª es posible asumir. A todos nos han dicho en alguna ocasi¨®n en tono admonitorio: ¡°confundes la causa con la circunstancia¡±. Eso es precisamente lo que hicieron, de modo consciente, algunos pensadores budistas. Difuminar el concepto de causa en el de circunstancia, algo que hace de continuo la f¨ªsica-matem¨¢tica. En general, las ecuaciones no distinguen entre causa y efecto. Mantienen un sano escepticismo sobre qui¨¦n golpe¨® y qui¨¦n recibi¨® el golpe. Matem¨¢ticamente, la gallina y el huevo son intercambiables y la flecha del tiempo desaparece. La circunstancia difumina el protagonismo de la causa. Cuando las causas se multiplican, pasamos a hablar de circunstancias. Algunos fil¨®sofos budistas llegaron al extremo de afirmar que nada es causa de nada, que s¨®lo hay circunstancia. El problema estar¨ªa entonces en nuestra circunstancia actual a nivel global, dado que el virus participa de esa globalidad tan buscada.
En este punto no est¨¢ de m¨¢s recordar que, sin un sentimiento de pertenencia al orden natural, la ciencia desvar¨ªa. Hace ya mucho tiempo que la naturaleza ha dejado de ser la madre bienhechora que nos acoge en su seno para convertirse en enemiga. ¡°Torturar a la naturaleza hasta que escupa sus secretos¡±, dec¨ªa Bacon. Ese sentimiento hostil del hombre hacia la naturaleza es antiguo y no s¨®lo ha creado un delirio ontol¨®gico, afianzando la soledad de nuestra especie, sino que ha desatado la indiferencia hacia el planeta. La ciencia del futuro tendr¨¢ que tener en cuenta esta circunstancia. A nivel personal, creo que la mejor recomendaci¨®n es dejar de pensar en el virus y seguir trabajando. El miedo baja las defensas y en este sentido el atrac¨®n de informativos no es inocuo y da cuerda a la enfermedad. La cultura mental en este punto es decisiva. La vida y la muerte pueden decidirse en el ¨¢mbito de la imaginaci¨®n.
David Hume dec¨ªa que la filosof¨ªa era la costumbre de alimentar un humor inquisitivo que nunca quedar¨¢ satisfecho. Se me ocurren muchas preguntas y me gustar¨ªa dejar constancia de algunas. ?Por qu¨¦ este virus tiene un comportamiento poli¨¦drico? En la ecuaci¨®n del virus, el comportamiento de ¨¦ste no depende exclusivamente de s¨ª mismo, sino que las condiciones de contorno. Sabemos que un virus es una entidad fronteriza entre la vida y lo inerte. En cierto sentido es la presencia de la muerte en la vida. No tiene capacidad de reproducirse como la vida y, para hacerlo, entra en la c¨¦lula como en una madre de alquiler y replica su ADN gracias a la maquinaria de la propia c¨¦lula. Para atravesar la membrana celular requiere de cierta afinidad qu¨ªmica. Al parecer el virus afecta a los mayores y respeta a los ni?os. ?Detecta el cansancio celular? ?Qu¨¦ podemos aprender de esta circunstancia? Las preguntas son innumerables. La filosof¨ªa tiene el deber de ofrecerlas para la que la ciencia las investigue.
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