En esta ciudad no se baila
El hilo invisible de la pel¨ªcula de culto 'Blade Runner' entrelaza dos ¨¦pocas y dos maneras muy diferentes de tratar las pandemias del sida y el Covid-19
La era del sida empez¨® oficialmente el 5 de junio de 1981, cuando el Centro de Control y Prevenci¨®n de Enfermedades de Estados Unidos comunic¨® que hab¨ªa cinco casos de neumon¨ªa por Pneumocystis carinii en Los ?ngeles. La del coronavirus tiene tambi¨¦n su fecha y lugar de arranque, el 17 de noviembre de 2019 en la ciudad china de Wuhan, y los efectos en el cuerpo humano, no necesariamente mortales, son la neumon¨ªa y la insuficiencia renal aguda. Entre la actual pandemia y la VIH existen algunas diferencias y una intrigante conexi¨®n cinematogr¨¢fica. Para empezar, el cuidado en escoger un nombre. Covid-19 ¡ªacr¨®nimo de coronavirus disease 2019¡ª no tiene ninguna referencia a un lugar, especie animal o grupo de personas, en l¨ªnea con las recomendaciones internacionales para evitar cualquier estigmatizaci¨®n contra alg¨²n colectivo, a diferencia de lo que ocurri¨® durante los a?os iniciales del que se llam¨® acquired immune deficiency syndrome (AIDS) o ¡°peste rosa¡± (llamada as¨ª porque los infectados mostraban sobre la superficie del cuerpo unas manchas de color rosado, el sarcoma de Kaposi), que se atribuy¨® directamente a los homosexuales de la Costa Oeste y pronto se hizo notar que tambi¨¦n la padec¨ªan otras tres constelaciones de individuos: los inmigrantes haitianos, los usuarios de drogas inyectables y los receptores de transfusiones sangu¨ªneas; en total, cuatro grupos de riesgo bautizados como el Club de las Cuatro Haches (homosexuales, hemof¨ªlicos, heroin¨®manos y haitianos).
Los virus, esos extraterrestres sin aspecto definido que siempre coloreamos de verde, prescriben la existencia de otros mundos que est¨¢n en este. Nos invaden, se replican y se hacen fuertes, como los viriones del VIH que ya viv¨ªan en el organismo de los monos de ?frica central y occidental desde hac¨ªa un siglo y que fueron pasando silenciosamente a los humanos hasta encontrar su nicho en el cuerpo de un individuo de constelaci¨®n hache, de la misma manera que ahora le ha ca¨ªdo el muerto al pangol¨ªn, al que, seg¨²n dicta la epidemiolog¨ªa oficial, se le reconoce un 90% de posibilidades de ser la nave nodriza del famoso Covid-19 que est¨¢ desconcertando y paralizando al mundo entero.
El recuerdo de la imagen de Harrison Ford en Blade Runner comiendo en el White Dragon Noodle Bar de Howie Lee, en Los ?ngeles, en noviembre de 2019 nos lleva a la misteriosa conexi¨®n entre la ficci¨®n cinematogr¨¢fica y el momento concreto en que el inesperado pasajero irrumpe en un atmosf¨¦rico escenario, un mercado cualquiera, chino a poder ser, en Wuhan, donde se encontr¨® el primer infectado por Covid, el 17 de noviembre pasado. La reminiscencia de otra realidad paralela emerge desde cuatro d¨¦cadas atr¨¢s: primavera de 1981, en el down town de la ciudad angelina, donde Ridley Scott est¨¢ dirigiendo su pel¨ªcu?la sobre el futuro, la ¨²ltima, quiz¨¢s, rodada en formato anal¨®gico, durante las mismas semanas en que se detectan los casos del individuo 0 y los cuatro siguientes, enfermos de sida.
La distop¨ªa de ese futuro que ya hemos dejado pasar parece una invitaci¨®n a la lectura del ensayo Utop¨ªa Queer, de Jos¨¦ Esteban Mu?oz, que acaba de editar en castellano Caja Negra (la primera edici¨®n en ingl¨¦s es de 2009). El ensayista cubano-neoyorquino (1967-2013), alumno de la te¨®rica queer Eve Kosofsky Sedgwick, emplea las f¨®rmulas metaf¨®ricas de ¡°lo a¨²n no aqu¨ª¡±, ¡°lo ya no consciente¡±, ¡°la futuridad que asoma en el horizonte¡± para reivindicar el idealismo pol¨ªtico que subyace en la cultura del sexo p¨²blico del yire (el fl?neur sensual y sexual) que la enfermedad del sida fulmin¨®. Mu?oz critica la hetenormatividad y el pragmatismo econ¨®mico que ha succionado la comunidad gay a trav¨¦s de la conquista del derecho al matrimonio, de formar parte del Ej¨¦rcito o la adopci¨®n y formaci¨®n de familias convencionales, y propugna la pr¨¢ctica del cruising como verbo ¡ª¡°yirar la utop¨ªa¡±¡ª en un ejercicio de reconocimiento de ese territorio de ensue?o en las ¡°malas calles¡±, fatigado por la literatura, el cine y la pol¨ªtica revolucionaria. Recuperar la utop¨ªa como el que recorre un parque a oscuras, un muelle casi abandonado o el borde boscoso de un r¨ªo, escenarios privilegiados del cruzamiento de deseos.
Frente al ¡°aqu¨ª y ahora¡± del encierro concreto (el que ahora viven millones de personas), Mu?oz juega con los desplazamientos ut¨®picos que ya reclamaba Ernst Bloch en su ensayo de 1959 The Principle of Hope y apuesta por ¡°el entonces all¨ª¡±, en alusi¨®n a ese momento y lugar que tanto puede situarse en el futuro como en el pasado, pero que comunica un momento exacto que puede cambiarlo todo: ¡°Si el futuro ya estaba insinuado en la futuridad, lo que el enunciado completo viene a iluminar es su presencia en las huellas del pasado, o, dicho de otro modo, la posibilidad de que el futuro que podamos hacer surgir haya sido anticipado, o so?ado, en un pasado que nos sigue interpelando¡±.
?Podremos usar la imaginaci¨®n cr¨ªtica en estos momentos de incertidumbre y confinamiento, cuando la intervenci¨®n colectiva en la esfera p¨²blica no es posible? ¡°Esa imaginaci¨®n existi¨® antes de la crisis del sida, pero entonces los colectivos LGTB lucharon para incluirse en un sistema que ya no se quiso alterar¡±, denuncia Mu?oz. Hoy la sociedad se enfrenta a una crisis econ¨®mica de la que todav¨ªa no alcanzamos a ver las consecuencias y a un sistema de vigilancia del Estado y los poderes econ¨®micos cada vez m¨¢s invasiva. La privatizaci¨®n y moralizaci¨®n de la sexualidad disidente, su confinamiento a la pareja, al dormitorio, a la cama, el estado de sitio en las calles, nos convertir¨¢n en una sociedad-laboratorio para una nueva etnograf¨ªa.
Sin esperanza no hay espacio para la ira ni para la provocaci¨®n. Los d¨ªas primaverales de 1981 fueron el principio del fin de aquellos malditos ilustres y toda esa escoria social que molestaba en las malas calles, al mismo tiempo que una pel¨ªcula anunciaba el comienzo de la era de la copia y la domesticaci¨®n de los individuos. De momento, lo que vemos en nuestras calles no es muy diferente a las de Man?hattan bajo la Administraci¨®n de Giuliani, que reanim¨® las antiguas leyes de licencias para cabar¨¦s y las us¨® para cerrar y hostigar ciertos bares. A¨²n hoy, algunos guardan los grandes letreros que dicen: ¡°En este bar no se baila, por orden del Departamento de Asuntos del Consumidor de la ciudad de Nueva York¡±.
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Autor: Jos¨¦ Esteban Mu?oz.
Traducci¨®n: Patricio Orellana.
Editorial: Caja Negra Editora, 2020.
Formato: tapa blanda (350 p¨¢ginas. 20 euros).
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