Cambiar de fase: el cine in¨¦dito de Joanna Hogg
La directora brit¨¢nica estrena dos de sus pel¨ªculas en Filmin: 'Unrelated' y 'Exhibition', exponentes de un cine que indaga en la frustraci¨®n existencial de seres supuestamente privilegiados
Como sucede con tantos nombres descubiertos en los festivales europeos, sobre los que pesa la sempiterna sospecha de una carrera comercial limitada ¡ª?lo que convierte a quienes distribuyen sus pel¨ªculas en algo parecido a buenos samaritanos¡ª, el cine de Joanna Hogg permanec¨ªa, hasta la fecha, in¨¦?dito en las pantallas espa?olas, pese a la retrospectiva que le dedic¨® la ¨²ltima edici¨®n del Festival de Sevilla. El ¨¦xito de su ¨²ltimo filme, The Souvenir, uno de los t¨ªtulos m¨¢s aclamados de 2019, precede la llegada a Filmin de dos de sus pel¨ªculas, Unrelated (2007) y Exhibition (2013). En ellas, Hogg sienta las bases de una obra que indaga en el vac¨ªo interior de miembros de una clase supuestamente privilegiada, sometidos a estados de profunda frustraci¨®n, la misma que debi¨® de sentir la directora durante los a?os en que dirigi¨® el inoxidable culebr¨®n EastEnders.
La m¨¢s interesante de las dos es Exhibition. D. y H., dos artistas conceptuales unidos en un largo matrimonio, se disponen a vender la casa donde han vivido durante 17 a?os (?o eran 18?). Los interpretan Viv Albertine, exguitarrista del grupo punk The Slits, y Liam Gillick, miembro de los Young British Artists conocido por sus instalaciones de plexigl¨¢s, ese devaluado material que vuelve con fuerza a nuestras vidas. La pel¨ªcula se distingue por su naturalismo extra?o y ominoso, bajo el signo de la objetofilia de su protagonista, que parece querer fundirse con su hogar, arrim¨¢ndose con ardor a muebles y paredes como si quisiera que su vida fuera igual de rectil¨ªnea. Hogg rod¨® la pel¨ªcula en la casa londinense que el arquitecto James Melvin construy¨® para ¨¦l y su esposa cuando sus v¨¢stagos abandonaron el hogar. Ese magn¨ªfico templo minimalista funciona como un opresor modelo para la protagonista por partida doble. De entrada, sus ¨¢ngulos racionalistas no parecen adaptados a los contornos irregulares de un ser en crisis como ella. Sus espacios modulables y acristalados no tardar¨¢n en convertirse en una inc¨®moda mazmorra.
La forma sigue a la funci¨®n, seg¨²n reza el principal precepto del dise?o del siglo XX. Pero ?qu¨¦ sucede cuando la funci¨®n deja de estar clara o se transforma con el paso del tiempo? La propia biograf¨ªa de Melvin, que vivi¨® hasta su muerte en ese hogar digno de una revista de decoraci¨®n, es otro patr¨®n impl¨ªcito que acent¨²a el tormento de esa performer, incapaz de revivir el amor duradero y sosegado de sus primeros ocupantes ¡ªpor lo menos, seg¨²n el relato oficial¡ª, incluso cuando ya no hab¨ªa hijos que les sirvieran de excusa para seguir juntos. Para empezar, ella ni siquiera tiene descendencia.
Esa frustraci¨®n, la que provoca vivir una existencia est¨¦ril ¡ªen las dos acepciones del t¨¦rmino¡ª, ya guiaba el debut de Hogg, una vuelta de tuerca a ese subg¨¦nero que habla de vacaciones entre amigos pudientes en las que todo termina saliendo inevitablemente mal. La protagonista de Unrelated es una cuarentona en plena crisis personal y sentimental que llega a una villa italiana, donde quedar¨¢ prendada de un arrogante veintea?ero (Tom ?Hiddleston, habitual en el cine de Hogg, aqu¨ª en versi¨®n previa a la gloria hollywoodiense). No es una variante fr¨ªgida y heteronormativa de un idilio pastoral de Luca Guadagnino, sino un estudio turbador sobre una mujer que aspira a reencontrarse con las oportunidades que no aprovech¨® en el pasado, que encarna a la perfecci¨®n la noci¨®n de yearning, ese impreciso y tan anglosaj¨®n anhelo por vivir otra vida, aunque uno no sea capaz de definirla con palabras.
En el cine de Hogg, ese es un estado permanente y no solo ligado a las crisis que llegan puntualmente con la supuesta madurez. The Souvenir, que se inspira en su juventud como estudiante de cine en el Londres de los primeros ochenta, vuelve a describir la existencia como una tensi¨®n continua entre creaci¨®n y destrucci¨®n, en la que para seguir adelante uno debe dejar morir partes de uno mismo, acostumbr¨¢ndose a nuevas normalidades que no ser¨¢n necesariamente mejores. Cuando suena Shipbuilding en la poderosa voz de Robert Wyatt, recordamos que los astilleros brit¨¢nicos lograron renacer gracias a la guerra de las Maldivas. El cine de Hogg insin¨²a que las nuevas oportunidades brotan incluso en medio de la peor de las desdichas. En el fondo, como hemos aprendido a las malas estas ¨²ltimas semanas, solo se trata de cambiar de fase.
Unrelated (2007) y Exhibition (2013). Joanna Hogg. Disponibles en Filmin.
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