Vivirlo todo, contarlo todo
La escritura arrolladora de Thomas Wolfe, que a menudo se desbordaba en sus novelas, encontr¨® en el relato corto el molde perfecto. Una monumental antolog¨ªa recoge ahora sus mejores cuentos
William Faulkner ten¨ªa a Thomas Wolfe (1900-1938) por el m¨¢s prometedor escritor de su tiempo y nunca sabremos hasta d¨®nde habr¨ªa llegado debido a su temprana muerte, antes de cumplir 38 a?os. Bien, pues aqu¨ª est¨¢ Thomas Wolfe. No muy conocido en Espa?a, donde se tradujeron hace tiempo El ¨¢ngel que nos mira (Valdemar) y la que se tiene por su obra m¨¢s ambiciosa, Del tiempo y el r¨ªo (Montesinos y, m¨¢s tarde, Piel de Zapa), Wolfe fue absolutamente admirado por la mayor¨ªa de los grandes narradores americanos, desde el propio Faulkner a Philip Roth, pasando por Scott Fitzgerald o Jack Kerouac. Fue un escritor torrencial, incontinente, desmadrado, de lo que su literatura se resiente, por lo que su obra m¨¢s acabada y redonda quiz¨¢ sean estos Cuentos que ahora edita P¨¢ginas de Espuma y que se suman a los que Perif¨¦rica hab¨ªa publicado ya en vol¨²menes separados (El ni?o perdido, Una puerta que nunca encontr¨¦, Especulaci¨®n, Hermana muerte y El viejo Rivers). En la pel¨ªcula El editor de libros se reproduce bastante bien su relaci¨®n con su editor (es decir, el hombre que le¨ªa sus textos por cuenta de la editorial) Maxwell Perkins, que lo fue tambi¨¦n de otros grandes; una relaci¨®n que m¨¢s bien fue una lucha por domar la escritura salvaje de Wolfe, pues Perkins se ocupaba de dar forma a textos que Wolfe era incapaz de contener y controlar.
Wolfe escrib¨ªa desaforadamente. Era un hombre de una vitalidad incontenible, su af¨¢n de totalidad era contarlo todo, leerlo todo, vivirlo todo, pero su escritura, l¨®gicamente autobiogr¨¢fica, lo es de un modo expansivo, es decir: no pretende hablar ante todo de s¨ª mismo y de su experiencia personal, sino del mundo por el que ¨¦l camina, ama, r¨ªe, canta, vive¡ El protagonista de sus textos no es ¨¦l, sino el mundo en el que vive tal como ¨¦l lo ve, y esta precisi¨®n me parece fundamental para valorar su obra m¨¢s all¨¢ del g¨¦nero autobiogr¨¢fico, hoy tan rampl¨®n como de moda.
Su estilo es de una calidad descriptiva como pocas veces se ha dado en la literatura contempor¨¢nea
La explosi¨®n de vida que contienen sus libros no deja de recordar a otro vitalista: Walt Whitman. El canto al desarrollo, al progreso (tan propio de la ¨¦poca), a la ciudad, al campo, al dolor y al amor, a la esperanza y a la desgracia tiene en Wolfe tanto de eleg¨ªa como de drama porque su lucidez, acompa?ada de la compasi¨®n (y menciono la compasi¨®n como un valor positivo y vigoroso) y el entusiasmo por la vida y por la Am¨¦rica que estaba haci¨¦ndose, proviene sin duda del canto whitmaniano. Pero si bien la novela lo conduce a menudo al desbordamiento, los cuentos, de tama?o m¨¢s ajustado, dan la medida de su genio, que era tambi¨¦n su peor enemigo. De ah¨ª la importancia extraordinaria de este volumen.
La escritura de Wolfe, de una intensidad y calidad descriptiva como pocas veces se ha dado en la literatura contempor¨¢nea, es, a consecuencia del car¨¢cter de su autor, acumulativa, es decir, se vale de la acumulaci¨®n de adjetivos en su af¨¢n de rodear al nombre y extraer su esencia; y aun a riesgo de resultar repetitivo, alcanza un potencial de belleza expresiva fuera de serie. Varios de sus cuentos son, m¨¢s que cuentos, reflexiones sobre la realidad, siempre sin perder su estilo, mientras que los que son estructural y formalmente relatos m¨¢s acordes con la construcci¨®n m¨¢s tradicional est¨¢n admirablemente resueltos, tanto los m¨¢s breves (v¨¦anse, por ejemplo, ¡®Boom Town¡¯ o ¡®Cuatro hombres perdidos¡¯) como en los m¨¢s extensos (¡®El ni?o perdido¡¯, un texto maravilloso sobre la muerte del hermano peque?o de Wolfe, una obra maestra de la utilizaci¨®n del punto de vista).
Hay relatos que son pura especulaci¨®n reflexiva (es el caso del espl¨¦ndido ¡®No hay puerta¡¯); otros son de corte costumbrista (el estupendo ¡®El sol y la lluvia¡¯, un alarde de observaci¨®n del modo de ser de unas personas), o ¡®El tren y la ciudad¡¯, con ecos de la manera de hacer de O. Henry. A veces escribe como recitando una oraci¨®n, otras en tono entusiasta, otras con compasi¨®n, otras con pura emoci¨®n, otras con aire de serm¨®n, otras en modo elegiaco, pero la constante es siempre la comprensi¨®n del coraz¨®n humano, de manera que hasta en los textos m¨¢s sombr¨ªos y dolorosos hay siempre un trasfondo de celebraci¨®n de la vida y tristeza de una puerta que nunca encontr¨®. No olvidemos que Wolfe muri¨® a los 38 a?os. Y, como es natural, esta escritura es un constante criadero de im¨¢genes literarias cargadas de impresionante belleza.
Puede parecer que Wolfe necesitaba a un Maxwell Perkins a su lado; eso es cierto, pero s¨®lo para protegerlo del exceso. De hecho, la estructura de muchos de estos cuentos cumple perfectamente con el mandato de Henry James de que la intriga debe emanar de los personajes y de las situaciones y no al rev¨¦s (que es la caracter¨ªstica de los libros que ¡°se leen de un tir¨®n¡±, tan propia de los best sellers). Incluso cuando tarda en entrar en materia porque gusta de preparar lo que se avecina, leemos con avidez porque lo que nos interesa no es s¨®lo lo que se dispone a contar, sino c¨®mo lo cuenta, de esa manera tan abarcadora e integradora que sobrepasa la an¨¦cdota para llenarla de gente, de realidad y de sensaciones que crean una expectaci¨®n continua, hasta el extremo de que a menudo parece que se mete en un jard¨ªn, como suele decirse, del que sale siempre para volver, enriquecido, al meollo del relato. Lo que no se recomienda es leer el libro todo seguido, que puede ser agotador, sino acostumbrarse a convivir felizmente con ¨¦l.
BUSCA ONLINE ¡®CUENTOS¡¯
Autor: Thomas Wolfe.
Traductora: Amelia P¨¦rez de Villar.
Editorial: P¨¢ginas de Espuma, 2020.
Formato: tapa dura (952 p¨¢ginas, 39 euros).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.