Saramago en la tierra
Su Nobel fue celebrado por igual en su pa¨ªs y en Espa?a como el ¨¦xito de alguien que hab¨ªa convertido dos lugares, Azinhaga y Lanzarote, en los territorios simb¨®licos de su lucha por la vida a trav¨¦s del compromiso con la literatura
Hoy hace 10 a?os que muri¨® en Lanzarote, su tierra adoptiva, Jos¨¦ Saramago, nacido en 1922 en Azinhaga, Portugal, de una familia humilde que le ense?¨® a amar la tierra y los ¨¢rboles. Con Pilar del R¨ªo, su esposa, vivi¨® desde 1993 en la isla de C¨¦sar Manrique, que hab¨ªa muerto un a?o antes. Fue un apasionado defensor del artista que hizo de Lanzarote una obra de arte, y luch¨® con los responsables de su fundaci¨®n para que los depredadores del suelo no la convirtieron en un aeropuerto de entrada y salida de viajeros. Al tiempo, all¨ª sigui¨® escribiendo libros, entre ellos Ensayo sobre la ceguera, que en el presente periodo de pandemia ha sido uno de las obras m¨¢s solicitadas en Espa?a y en el mundo. En esa ficci¨®n -publicada, como toda su obra, por Alfaguara- ¨¦l hab¨ªa imaginado una historia que se parece a este drama que se vive en este a?o del d¨¦cimo aniversario de su falta. ?l muri¨® en Lanzarote tal d¨ªa como hoy en 2010, y su despedida en Lisboa y en su tierra natal fue una manifestaci¨®n general de duelo a un hombre comprometido que rindi¨® ejemplo de fe en el g¨¦nero humano y de defensa de los despose¨ªdos de la tierra.
Sus novelas le dieron el premio Nobel, que gan¨® en 1998, y fue celebrado en su pa¨ªs y en Espa?a como el ¨¦xito de alguien que hab¨ªa hecho de esas dos pertenencias, Azinhaga y Lanzarote, los territorios simb¨®licos de su lucha por la vida a trav¨¦s del compromiso con la literatura. Am¨¦rica Latina, de arriba a abajo de su inmensa geograf¨ªa, fue otro espacio principal de su peripecia viajera. Para el autor de Viaje a Portugal el g¨¦nero humano era el destinatario de su obra, cuya ra¨ªz po¨¦tica daba noticia de las ansiedades del hombre contempor¨¢neo, acosado, como en La caverna, por el consumo desbocado a que obliga el capitalismo, o como en ese Ensayo sobre la ceguera que ahora se convierte en met¨¢fora de la incertidumbre y el dolor del mundo. La Academia Sueca lo premi¨® porque volvi¨® ¡°comprensible una realidad huidiza, con par¨¢bolas sostenidas por la imaginaci¨®n y la iron¨ªa¡±. Aunque ese es un retrato acad¨¦mico y sueco, explica muy bien rasgos, como la iron¨ªa, que no s¨®lo fluyeron en su escritura sino en su propio semblante, en su conversaci¨®n y en su aparente timidez. Sus Cuadernos de Lanzarote, que rellen¨® de afectos y de su filosof¨ªa estoica, como de marinero que ve la tierra muy a lo lejos, mientras se acerca, son un tratado de su modo de vivir. Tranquilo, sosegado, como un monje sin otro credo que el ser humano. Esos Cuadernos son tambi¨¦n una cr¨®nica de su vida con Pilar del R¨ªo, que ha continuado, antes y despu¨¦s de su muerte, a trav¨¦s de la Fundaci¨®n Saramago que opera en Lisboa y de la Casa de Saramago que sigue abierta en T¨ªas, Lanzarote, la trayectoria que el escritor quiso para sus obras y tambi¨¦n para su modo de concebir la existencia.
Saramago comenz¨® a publicar muy tarde en la vida, en 1947. Tuvo muchos oficios previamente, y tambi¨¦n fue periodista. Una colecci¨®n sumaria de sus obras refleja sus distintas pasiones, convertidas casi todas ellas en met¨¢fora que tienen que ver con su pa¨ªs y con la pen¨ªnsula ib¨¦rica. Estos son algunos de esos t¨ªtulos: La balsa de piedra, Memorial del convento, El a?o de la muerte de Ricardo Reis, Levantado del suelo, El Evangelio seg¨²n Jesucristo, Las intermitencias de la muerte o los cuentos de Casi un objeto. Por El Evangelio seg¨²n Jesucristo tuvo un diferendo grave con el gobierno de su pa¨ªs, de car¨¢cter conservador, que impidi¨® que la obra se presentara a un importante premio europeo. Comentando ese suceso, que ¨¦l recibi¨® con mucho disgusto, dijo un d¨ªa en Lanzarote mirando hacia el monumento a Unamuno, que se ve en la isla de enfrente, Fuerteventura: ¡°Me quitar¨¢n lo que quieran, pero nunca me quitar¨¢n el aire de Lanzarote¡±.
Fue un hombre comprometido con todas las causas sociales progresistas, en Portugal, en Espa?a y en cualquiera de los lugares del mundo de los que proced¨ªan noticias de la injusticia. El texto que reproduce EL PA?S hoy, en el d¨¦cimo aniversario de su muerte, es una muestra de esa pasi¨®n suya por la justicia, en contra de los desmanes que intentan convertir al hombre en una v¨ªctima del odio. Es una invocaci¨®n para que los escritores no olviden que deben su pluma no s¨®lo a la imaginaci¨®n o a la met¨¢fora, sino al testimonio, por ejemplo, contra el racismo que, desgraciadamente, sigue tan vivo ahora como cuando ¨¦l naci¨®, cuando empez¨® a escribir o cuando le dieron el Nobel en Estocolmo.
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