Delibes, un ¡®retr¨®grado¡¯ de vanguardia
El escritor vallisoletano ya reivindic¨® hace 45 a?os la protecci¨®n de la naturaleza y denunci¨® los peligros del progreso en su discurso de ingreso en la Real Academia
¡°Saca una copia y, cuando me desmaye, acaba de leerlo t¨²¡±, le hab¨ªa dicho su padre. As¨ª que, cuando el escritor Miguel Delibes (1920¨C2010) empez¨® a leer su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua Espa?ola, Miguel Delibes hijo, sentado entre el p¨²blico, not¨® singularmente el peso de la copia que guardaba en la chaqueta. Claro que su padre no iba a desmayarse, pero sab¨ªa que no lo estaba pasando bien. A Miguel Delibes le agobiaban los actos p¨²blicos, se le ve¨ªa desanimado tras la reciente muerte de su mujer y en segundos empezar¨ªa a decir cosas impopulares ante personas que le hab¨ªan llamado retr¨®grado.
Era mayo de 1975. Desde el asesinato de Luis Carrero Blanco, ETA y otros grupos revolucionarios compet¨ªan en violencias con la extrema derecha mientras una dur¨ªsima represi¨®n policial a?ad¨ªa tensi¨®n a las calles.
¡°Esperaba que Delibes se evadiera de todo ello hablando de la naturaleza en su obra ¡ªrecuerda Ram¨®n Buckley, un bi¨®grafo de Delibes tambi¨¦n presente en la sala¡ª. Pero pronto me di cuenta de que su discurso no ten¨ªa nada de evasivo, de que nos estaba alertando sobre una crisis mucho m¨¢s grave que la que entonces viv¨ªamos los espa?oles. (...) Delibes nos hablaba del destino de la humanidad¡±.
En 1975 la audiencia qued¨® perpleja. Crecer era quiz¨¢s el ¨²nico verbo que un¨ªa a la izquierda y la derecha pol¨ªtica
El pucelano advirti¨® sobre las consecuencias que tendr¨ªa el cambio clim¨¢tico en la Tierra si Gobiernos y empresas no domaban su ambici¨®n. Pidi¨® atender a las ¨²ltimas conclusiones del Club de Roma basadas en el Informe Meadows, que promov¨ªa el crecimiento cero para el planeta con tal de evitar un inminente colapso. Critic¨® ¡°la inmolaci¨®n de la naturaleza a la tecnolog¨ªa¡±. Afirm¨® que la idea de progreso imperante comportaba ¡°una minimizaci¨®n del hombre¡±. Seg¨²n Buckley, la audiencia qued¨® perpleja. Crecer era quiz¨¢s el ¨²nico verbo que un¨ªa a la izquierda y la derecha pol¨ªtica, a la sociedad espa?ola del momento. Y, tras d¨¦cadas de estrecheces e incluso miseria, cuando el pa¨ªs acariciaba el despegue hacia la modernidad pr¨®spera, aparec¨ªa aquel conservador mesetario recomendando... ?parar m¨¢quinas? ?Ser austeros?
¡°En casa ahorr¨¢bamos. Con siete hijos, no sobraba el dinero. Y habl¨¢bamos mucho sobre medio ambiente. Pens¨® que le deb¨ªa ese discurso a mi madre¡±, recuerda Miguel hijo, el bi¨®logo que por entonces ¡°trabajaba en Madrid con F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente. Mi padre era un gran seguidor de sus programas¡±. Entre otras cosas, porque el escritor siempre hab¨ªa vivido el campo a fondo. Por eso, Delibes qued¨® ¡°muy preocupado¡± ¡ªdice su hijo¡ª ¡°cuando (en 1972) Indira Gandhi proclam¨® que hab¨ªa que seguir destruyendo la naturaleza hasta que los pa¨ªses subdesarrollados lograran el nivel de los desarrollados. Constatamos que hab¨ªa una injusticia mundial aceptada¡±. El tema afectaba al escritor hasta el punto que, cuando debi¨® preparar su discurso para ocupar el sill¨®n e min¨²scula de la Academia, enseguida vislumbr¨® que el enfoque ser¨ªa medioambiental. Y pidi¨® ayuda a su hijo.
¡°Lo que mi padre no ten¨ªa muy claro era c¨®mo relacionarlo con su literatura ¡ªexplica el bi¨®logo¡ª. Record¨¦ que le hab¨ªan llamado retr¨®grado porque en El camino se hab¨ªa negado, por ejemplo, a que Daniel el Mochuelo fuera a estudiar a la ciudad. Sus cr¨ªticos no entend¨ªan que esa postura pod¨ªa tener que ver con un comportamiento m¨¢s respetuoso con la tierra, con una vida sin tantas necesidades pero probablemente m¨¢s feliz¡±. ?Retr¨®grado? El joven bi¨®logo sugiri¨® a su padre que vinculara la reducci¨®n del gasto y del ritmo vital que planteaba en sus novelas con el aut¨¦ntico progreso. Al escritor le gust¨®. Busc¨® m¨¢s informaci¨®n. Mucha. ¡°Qui¨¦n me iba a decir que a los cincuenta y pico iba a estar haciendo mi tesina¡±, comentaba Delibes. ¡°Como yo le asesoraba¡± ¡ªdice el Miguel cient¨ªfico¡ª, ¡°me nombr¨® director de su tesina. Nunca le vi leer tanto para preparar una novela. Solo a?os despu¨¦s, cuando escribi¨® El hereje¡±.
S.O.S. (El sentido del progreso desde mi obra) es el t¨ªtulo de aquel discurso esencialmente antisistema, porque va contra las ilusiones de la ¨¦poca, contra el orden establecido y, sobre todo, contra el orden inminente, a la vez que propone un cambio de rumbo inmediato. Ese a?o, Delibes public¨® Las guerras de nuestros antepasados, primer libro de una especie de trilog¨ªa donde explora las relaciones entre el ser humano y el campo. En Las guerras..., su protagonista, Pac¨ªfico P¨¦rez, ve en la tierra un organismo vivo que se autorregula y siente ese cosmos en s¨ª mismo. Es un hombre que ¡°comprende¡± la conexi¨®n natural entre todos los seres vivos, un individuo preparado para cambiar el mundo. Un representante de la utop¨ªa.
Entregado al pensamiento ecologista, Delibes public¨® en 1978 El disputado voto del se?or Cayo, con un protagonista educado rudimentariamente pero capaz de descifrar las claves de la vida a trav¨¦s de la naturaleza. Un hombre muy solo, tambi¨¦n. Un emblema de cierta pureza a quien Delibes sublim¨® en 1981 con el Azar¨ªas de Los santos inocentes, ese disminuido ps¨ªquico que sobre todo atiende a su lado m¨¢s instintivo, animal. Azar¨ªas rubrica el mito del buen salvaje de Rousseau. Con ¨¦l, Delibes cierra un viaje de regresi¨®n intelectual que va del ut¨®pico Pac¨ªfico P¨¦rez, pasa por la aislada normalidad del se?or Cayo y acaba con el elemental Azar¨ªas. Todos marcados por la naturaleza y el pueblo. Todos destapando la otra cara del progreso, se?alando los destrozos que la modernidad desbocada estaba trayendo consigo. ?Delibes reaccionario?
¡°Para m¨ª, la novela es el hombre, y el hombre en sus reacciones aut¨¦nticas, espont¨¢neas, sin mixtificar, no se da ya, a estas alturas de la civilizaci¨®n, m¨¢s que en el pueblo¡±, dir¨ªa Delibes, que continu¨® reivindicando la naturaleza y denunciando los ataques contra ella.
La tierra herida fue su ¨²ltimo libro, escrito mano a mano con su hijo bi¨®logo y experto mundial en lince ib¨¦rico. En la introducci¨®n, Delibes recuerda que casi 30 a?os antes hab¨ªa aprovechado su discurso de ingreso en la Real Academia ¡°para dar salida a mi angustia sobre el futuro de la Tierra¡± y que ¡°aquella preocupaci¨®n m¨ªa por el medio ambiente no ha disminuido, sino al contrario¡±. Tambi¨¦n explica c¨®mo aprovech¨® una visita de su hijo Miguel para lanzarle algunas preguntas ¡°en tono intrascendente¡± sobre el estado de la Tierra. Las respuestas de Miguel fueron ¡°tan incitantes y prolijas que, en poco m¨¢s de 20 minutos, nos hab¨ªamos enredado en una conversaci¨®n, para m¨ª reveladora y apasionante¡±, durante la que convenci¨® al primog¨¦nito para escribir juntos ese libro subtitulado ?Qu¨¦ mundo heredar¨¢n nuestros hijos?
Ahora que las inquietudes medioambientales de los Delibes son compartidas por millones de espa?oles, Miguel Delibes de Castro participar¨¢ este fin de semana en Siberiana, el festival de Liternatura que se celebra en el pueblecito extreme?o de Tamurejo, para hablar sobre aquel discurso memorable, y sobre el mundo que ¨¦l mismo hered¨®.
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