Pender de un hilo: el incierto oto?o de la m¨²sica cl¨¢sica
Es imposible saber a d¨ªa de hoy qu¨¦ sobrevivir¨¢, y c¨®mo, de la programaci¨®n musical cl¨¢sica de este oto?o
En los ¨²ltimos meses hemos aprendido que hacer planes sirve actualmente de muy poco y que es mucho mejor vivir al d¨ªa. Sin embargo, sin planificaci¨®n no hay programaci¨®n cultural, que requiere conjuntar calendarios, aunar voluntades, dise?ar ensayos y armonizar mir¨ªadas de peque?os detalles. A las dificultades habituales se a?ade ahora otra no menor: ?qu¨¦ hacer con todos los conciertos, ¨®peras, recitales y espect¨¢culos nonatos de los ¨²ltimos meses? Para quien programa a varios a?os vista, no es tarea f¨¢cil reacomodarlos a corto plazo, porque todas las fichas del tablero est¨¢n ya ocupadas con nuevos futuribles ya prefijados. Por otro lado, los grandes nombres tienen tambi¨¦n las agendas completas a muy largo plazo, por lo que encajar y reubicar lo que ellos mismos no han podido hacer desde marzo requerir¨¢ de m¨²ltiples se¨ªsmos interconectados (e intercontinentales) que se saldar¨¢n con ganadores y perdedores, casi siempre sin¨®nimos de fuertes y d¨¦biles, y que trastocar¨¢n a buen seguro presente y futuro. El pasado inmediato ya sabemos en lo que se ha traducido y no vamos a olvidarlo as¨ª como as¨ª.
Pensemos, por ejemplo, en la ¨®pera. Calixto Bieito iba a dirigir su primer Anillo del nibelungo en la ?pera de Par¨ªs. Primero, estrenos individuales de cada uno de los cuatro integrantes de la tetralog¨ªa y, luego, en oto?o, representaciones contiguas del pr¨®logo y las tres jornadas de la epopeya. Nada ha sido ni va a ser posible. Christof Loy habr¨ªa tenido que revelar en mayo, en la Royal Opera House de Londres, una nueva producci¨®n de Elektra, de Richard Strauss, protagonizada por Nina Stemme, que tambi¨¦n pas¨® a mejor vida. Uno de los grandes proyectos recientes del Teatro Real era presentar, justo cuando se declar¨® el estado de alarma en nuestro pa¨ªs, una resurrecci¨®n en toda regla de Achille in Sciro, de Francesco Corselli. Pero nos quedamos con la miel en los labios cuando hubo que cerrar todo a cal y canto. Son tan solo tres ejemplos entre centenares posibles. Con todas las escenograf¨ªas realizadas, con gran parte del inmenso trabajo previo muy avanzado (o consumado, en el caso de Madrid), ?c¨®mo recuperar ese tiempo perdido? ?Podremos hablar realmente en alg¨²n momento de un tiempo recobrado? ?Cu¨¢ntos cad¨¢veres art¨ªsticos dejar¨¢ la crisis?
El teatro de la Plaza de Oriente, sin embargo, no se amilan¨® y, a poco que hubo resquicios que permitieron subir el tel¨®n, lo hizo a bombo y platillo, cumpliendo, claro est¨¢, con todas las recomendaciones sanitarias, en una Traviata de Verdi que preparaba abiertamente el camino de ¨Clas coincidencias s¨ª existen en este trasiego de mascarillas en el que se han convertido nuestras vidas¨C otro t¨ªtulo verdiano que inaugurar¨¢ el 18 de septiembre la nueva temporada: Un ballo in maschera. No podr¨¢ hacerse en el montaje de David Alden inicialmente previsto (procedente de la Metropolitan Opera de Nueva York), sino otro del Teatro La Fenice que, a buen seguro, habr¨¢ a su vez de modificarse para no traspasar ninguna de las l¨ªneas rojas que marcan las restricciones actuales, y que nadie sabe si ir¨¢n a m¨¢s o a menos. Aunque la gran apuesta oper¨ªstica de este oto?o en Madrid ser¨¢ una nueva producci¨®n de la infrecuente Rusalka, de Anton¨ªn Dvo?¨¢k, dirigida esc¨¦nicamente por Christof Loy, fact¨®tum del mejor Capriccio de Strauss que se recuerda en Europa en mucho tiempo. La presencia de Asmik Grigorian en el papel de la ondina garantiza no solo una excelente cantante al frente del reparto, sino tambi¨¦n una soberbia actriz.
En Bilbao, la ABAO coronar¨¢, quince a?os despu¨¦s, su macroproyecto de ofrecer todas las ¨®peras de Giuseppe Verdi. Se cerrar¨¢ el c¨ªrculo con una de las que muy raramente se representan, Alzira, pero para una empresa como Tutto Verdi todas son igualmente importantes. Y coronar con ¨¦xito este largo y ambicioso empe?o no es logro peque?o. En Barcelona, V¨ªctor Garc¨ªa de Gomar ha aterrizado en la direcci¨®n art¨ªstica del Liceo en plenas turbulencias. Su Don Giovanni (de Christof Loy) va a anteceder por poco al del Teatro Real (de Claus Guth) y ambas producciones cuentan, curiosamente, con id¨¦ntico cantante para encarnar al burlador de Sevilla: Christopher Maltman. En Valencia, los cambios introducidos por el nuevo director art¨ªstico del Palau de les Arts, Jes¨²s Iglesias, van a empezar a notarse de inmediato, con un comienzo de temporada arriesgado en el que se ver¨¢n los estrenos espa?oles de dos espect¨¢culos muy recientes del Festival de Aix-en-Provence y el Teatro alla Scala de Mil¨¢n: el R¨¦quiem de Mozart escenificado por Romeo Castellucci y la primera y, con seguridad, ¨²ltima ¨®pera del nonagenario Gy?rgy Kurt¨¢g, Fin de partie.
Otros teatros han sido m¨¢s cautos: Par¨ªs ha cerrado sus puertas varios meses para hacer obras (y, de paso, esperar a que escampe); Londres mantiene de momento silencio; M¨²nich se aventura a estrenar el pr¨®ximo martes el ¨²ltimo espect¨¢culo de Marina Abramovi?, Las siete muertes de Maria Callas, inspirado en la cantante estadounidense y tambi¨¦n cancelado en plena pandemia. Casi todas las orquestas y salas de concierto est¨¢n reelaborando sus programas, reduciendo la duraci¨®n a una hora aproximadamente, a la espera de tiempos mejores en los que vuelvan a ser posibles los intermedios, la sociabilidad, la cercan¨ªa, la antigua y dilatada normalidad. Todo ello es, m¨¢s que nunca, sobre el papel. Puede quedar reducido a humo, o a cuerpos amputados, o a transmisiones en streaming sin p¨²blico, o a qui¨¦n sabe qu¨¦. Nadie, ni aun los m¨¢s osados, se atrever¨¢ a poner la mano en el fuego por nada, porque todo pende de un hilo. M¨¢s fino y fr¨¢gil que nunca.
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