Sinisa Malesevic: ¡°Cuando controlas a la poblaci¨®n, no necesitas matarla¡±
El soci¨®logo serbobosnio refuta las tesis de Steven Pinker en 'El auge de la brutalidad organizada', reci¨¦n publicado en espa?ol
Sinisa Malesevic acababa de publicar en 2010 The Sociology of War and Violence (La sociolog¨ªa de la guerra y la violencia) cuando triunf¨® The Better Angels of Our Nature, el ensayo en el que Steven Pinker argumenta que vivimos el momento menos violento de nuestra historia como especie. El libro de Pinker se convirti¨® en best seller, influy¨® notablemente en los debates sobre el tema y dio luz (indirectamente) a la respuesta de Malesevic, El auge de la brutalidad organizada, que acaba de publicar la editorial de la Universidad de Valencia.
Nacido en 1969 en Banja Luka, hoy la capital de la entidad serbia de Bosnia y entonces parte de Yugoslavia, Malesevic habla con EL PA?S por videoconferencia desde Irlanda, donde ocupa la c¨¢tedra de Sociolog¨ªa del University College de Dubl¨ªn. La tesis que defiende en su nueva obra es justo la contraria a la de Pinker: que el mundo se ha ido haciendo progresivamente violento en los ¨²ltimos 10.000 a?os seg¨²n los Estados han ido cobrando fuerza. De la misma manera lo ha hecho su capacidad de influir en la poblaci¨®n y de conectar con lo que denomina ¡°microsolidaridad¡±, las redes de afectos con aquellos que nos importan. Tambi¨¦n defiende que la visi¨®n de la prehistoria o la Edad Media como per¨ªodos de brutalidad y oscurantismo es parte de una construcci¨®n ideol¨®gica posterior que insiste en subrayar como excepciones fen¨®menos como el Holocausto, las dos guerras mundiales o el lanzamiento de la bomba at¨®mica sobre Hiroshima y Nagasaki. Lo llama la ¡°propaganda de la Ilustraci¨®n¡±.
¡°La violencia no ha decrecido a lo largo de la historia, sino que se ha extendido. Si se hace zoom sobre distintas formas de violencia, como guerras, genocidios, terrorismo y revoluciones, se ve una expansi¨®n continua de diferentes formas de violencia, al menos hasta la guerra de Corea (1950-53). A menudo, se presentan la Primera y la Segunda Guerra Mundial como algo excepcional, pero no lo son: son la conclusi¨®n de algo que se ven¨ªa desarrollando progresivamente en los ¨²ltimos 10.000 a?os¡±, argumenta. Desde entonces el n¨²mero de muertes ha ca¨ªdo, pero Malesevic matiza que se trata de ¡°un periodo muy corto, hist¨®ricamente hablando¡±, en el que, adem¨¢s, ¡°solo se ha reducido un determinado tipo de violencia, el de las guerras entre Estados¡±.
La violencia no ha decrecido a lo largo de la historia, sino que se ha extendido"
El investigador basa su teor¨ªa en el aumento progresivo de tres elementos. El primero es el poder de los Estados. ¡°Una vez que se desarrollan los primigenios, hace unos 12.000 a?os, monopolizan la capacidad para la violencia y luego entran en guerras. M¨¢s Estados, m¨¢s guerras. Estados m¨¢s grandes, guerras m¨¢s destructivas¡±, se?ala.
El segundo es la ¡°penetraci¨®n ideol¨®gica¡±, es decir, ¡°la habilidad de los Estados para controlar a su poblaci¨®n¡± de una forma que era imposible en la ¨¦poca premoderna, porque -se?ala- no hab¨ªa ni la tecnolog¨ªa, ni los medios de comunicaci¨®n de masas ni las tasas de alfabetizaci¨®n actuales.
Por ¨²ltimo, la microsolidaridad: ¡°Somos seres emocionales y nos relacionamos con seres cercanos a nosotros: amigos, familia, amantes, grupo de pares, colegas¡ Los Estados y otras organizaciones sociales penetran este micromundo y por eso hablan a menudo en ese lenguaje de amistad, de parentesco, de la madre patria o de c¨®mo nuestros hermanos murieron por la patria¡±.
En El auge de la brutalidad organizada, Malesevic se?ala una paradoja. Nos horroriza la imagen de una persona ardiendo en la hoguera, asociada a un pasado brutal, pero un dron militar mata hoy a m¨¢s personas sin generarnos las mismas emociones. La primera forma de asesinar, explica, era m¨¢s cruel, pero tambi¨¦n un signo de debilidad, un intento de lanzar un mensaje de advertencia ante la incapacidad de imponerse de otras formas, mientras que la segunda es una prueba de la fortaleza actual del Estado.
Matar no sale natural, instintivamente. Quieres preservar tu vida, pero no necesariamente matando a otros".
¡°Las instituciones en la Edad Media trataban de proyectarse como mucho m¨¢s poderosas de lo que eran. Durante la Inquisici¨®n no se mat¨® a tanta gente, pero se quer¨ªa presentar a la Iglesia como esa entidad todopoderosa, as¨ª que era m¨¢s un mensaje pedag¨®gico. Un ¡®Si no lo haces, acabar¨¢s as¨ª¡¯. Cuando controlas a la poblaci¨®n, no necesitas matarla. Y esa es la sociedad moderna de la naci¨®n, mucho m¨¢s poderosa. Hay un Estado coercitivo que es un signo de mayor capacidad organizativa¡±.
En el imaginario colectivo, sin embargo, la violencia rima con Edad Media, a causa -recalca el investigador- de una ¡°visi¨®n estereotipada¡± e ideol¨®gica que ¡°asocia la violencia con ese tipo de violencia¡±. ¡°Incluso el Renacimiento trat¨® de retratar la Edad Media como todo brutalidad. Una parte lo fue, pero no todo es blanco y negro. Y Pinker, en su libro, recrea esa imagen. No hace ning¨²n an¨¢lisis hist¨®rico de este periodo, simplemente da por sentado que fue as¨ª, en solo tres p¨¢ginas para un periodo enorme. Y eso es una forma de propaganda", sentencia el investigador. "La Inquisici¨®n espa?ola era el ep¨ªtome de este periodo, pero era propaganda del Imperio brit¨¢nico, que era protestante, para deslegitimar el Imperio espa?ol, que era cat¨®lico. Pero luego el colonialismo es precisamente violencia, y tuvo su pico en el siglo XIX¡±.
La herencia de la Ilustraci¨®n ha generado en nuestros d¨ªas lo que Malesevic llama una ¡°disonancia ontol¨®gica¡±, la que surge de la prevalencia de los derechos humanos -con el reconocimiento de que todas las personas tenemos el mismo valor intr¨ªnseco- y el uso sin embargo de violencia organizada contra ellas. ¡°La comprensi¨®n universal de que todos tenemos el mismo valor moral crea una situaci¨®n muy inusual por la que la ¨²nica forma en la que se puede deslegitimar a algunas personas o grupos es deshumanizarlos, la ¨²nica en la que puedes decir que el enemigo merece ser matado. ¡®M¨ªralos, no son seres humanos, son animales y deben ser tratados como tal¡¯. Los pol¨ªticos suelen usar ese lenguaje durante la guerra y mucha gente lo acepta. Muchos estadounidenses siguieron esa idea de que los japoneses deb¨ªan ser bombardeados porque no son humanos¡±.
El ser humano, se?ala Malesevic sobre uno de los debates que m¨¢s han cruzado del mundo acad¨¦mico a la calle, no tiene una propensi¨®n natural ni a ser violento ni a no serlo. Y, en este contexto biol¨®gico, ¡°las organizaciones son cruciales en hacer que la gente sea violenta¡±. ¡°A diferencia de otros animales¡±, desarrolla, ¡°no tenemos una particular propensi¨®n a la violencia. No tenemos mand¨ªbulas, cuernos o veneno¡ El ser humano como individuo es bastante d¨¦bil en comparaci¨®n con otros animales, as¨ª que necesitamos a otros seres humanos para protecci¨®n y supervivencia. Y en ese sentido tenemos que negociar nuestra existencia con otros, por lo que no podemos ser inherentemente violentos. Ni siquiera el Ej¨¦rcito quiere soldados que no puedan controlar su violencia, y en la guerra suelen ser unos pocos individuos los que causan la mayor¨ªa de las muertes. Matar no sale natural, instintivamente. Quieres preservar tu vida, pero no necesariamente matando a otros. Ser violento hay que aprenderlo, entrenarlo y socializarlo. Podemos matar, pero no es f¨¢cil para nosotros convertirnos en personas que matan. Hace falta organizaci¨®n social e ideolog¨ªa para justificar lo que haces y sentirte c¨®modo con que lo que haces est¨¢ bien¡±.
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