M¨¢s solas, mejor acompa?adas
Antonio J. Rodr¨ªguez consolida la escritura milenial en torno a la masculinidad y sus variadas estrategias para conservar posiciones de poder en tiempos de feminismo viral
El artista ingl¨¦s Grayson Perry (60 a?os) tiene un alter ego llamado Claire, personaje rid¨ªculo, una antibarbie de los suburbios que le sirve para criticar pr¨¢cticamente todo, desde el abuso sexual, las guerras y el capitalismo, incluido el mundo del arte. Poseedor de un Premio Turner (2003) que recogi¨® vestido de mujer, Perry es miembro de la Royal Academy of Arts y de la Orden del Imperio Brit¨¢nico, est¨¢ casado con la aclamada psicoanalista ¡ªespecializada en bipolaridad¡ª Philippa Fairclough (su apellido de soltera), unos a?os mayor que ¨¦l y con la que tiene una hija, Flo. Suelen asistir a las recepciones de Buckingham Palace donde los cotilleos toman el relevo de los asuntos de Estado y all¨ª hacen declaraciones del tipo ¡°cuando dejas ir las obsesiones, es mucho mejor que el f¨²tbol¡±. Fairclough sostiene que estar casada con un trannie (travesti) ¡°es fenomenal, me hace sentir una mujer fant¨¢stica¡±. Una situaci¨®n t¨ªpicamente inglesa que desborda lo kitsch y que podemos ver incluso m¨¢s exagerada en contextos menos guasones como el ¨²ltimo cine franc¨¦s o el italiano. Almod¨®var la habr¨ªa imaginado m¨¢s claustrof¨®bica, en un confesionario, un convento, la capilla de una plaza de toros. Espa?a es espectacularmente rancia, como lo son las estancias de la Corona brit¨¢nica, la costra protege nuestras fantas¨ªas m¨¢s desquiciantes, y luego est¨¢ el div¨¢n, y el arte, para hacer de ellas un cuento bien contado.
El ejemplo de los Perry ilustra hasta d¨®nde se propaga esa ¡°nueva masculinidad¡±, deriva mejor aceptada ¡ªy aconsejada¡ª de la correcci¨®n pol¨ªtica y la condescendencia institucional hacia m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n mundial. Hombres, fundamentalmente artistas y escritores, que se interrogan sobre su papel en un mundo en el que el feminismo ha acabado siendo el eje de muchos debates sociales, desde la ecolog¨ªa hasta la lucha contra todo tipo de violencia y desigualdad econ¨®mica, racial y de g¨¦nero. Lo que hace Perry lo hicieron antes Marcel Duchamp y Andy Warhol ¡ªqui¨¦nes si no¡ª, pero sin tantos aspavientos y seguramente m¨¢s convencidos de su ambig¨¹edad y contraculturalidad.
Si algo es el feminismo es revolucionario y factible. Cuando todos los ismos que propugnaban la igualdad entre los seres humanos han fracasado con estr¨¦pito, el ¨²nico que ha demostrado una ingenua fortaleza contra el patriarcado (del capital, de todas las religiones, sin excepci¨®n) ha sido la lucha de las mujeres y las transexuales (muy pocos hombres transexuales y gais est¨¢n interesados en cambiar las cosas). En los ¨²ltimos a?os, la escritura milenial (autores nacidos entre los ochenta y noventa) comparece con ensayos que revisan la historia del arte ¡ªalgunos son simple oportunismo, pero en la lucha feminista todo cuestionamiento del statu quo es una buena noticia¡ª y novelas que revierten el canon o impugnan las diferentes formas que adopta el liderazgo masculino para conservar posiciones de poder. Citaremos los m¨¢s recientes: Peio H. Ria?o (Las invisibles, Capit¨¢n Swing), V¨ªctor Parkas (Game Boy, Caballo de Troya), Alberto Marcos (Hombres de verdad, P¨¢ginas de Espuma) y el ¨²ltimo y m¨¢s solvente, del periodista y escritor Antonio J. Rodr¨ªguez (La nueva masculinidad de siempre, Anagrama).
Autor de Exhumaci¨®n (escrito con su pareja, Luna Miguel), Fresy Cool, Vidas perfectas y Candidato, su ¨²ltima entrega encaja dentro de esa nueva categor¨ªa de ensayo autobiogr¨¢fico y sentimental que se interroga y nos interroga sobre conceptos y territorios de privilegio: la heterosexualidad, el amor rom¨¢ntico, la conquista del cuerpo femenino (¡°el presunto conflicto de la infidelidad radica en la obsesi¨®n colonial por el territorio, primer rasgo de la subjetividad heteropatriarcal¡±) en el deporte, la literatura, las redes sociales, la m¨²sica (hip-hop, gangsta rap, punk, rap queer), la econom¨ªa y el terrorismo, que podr¨ªan parecer desactivados y que sin embargo est¨¢n m¨¢s vigentes que nunca, solo que travestidos en algo nuevo (o qui¨¦n sabe si ya viejo a causa de la pandemia actual).
Para Antonio J. Rodr¨ªguez, no se tratar¨ªa s¨®lo de boicotear el canon masculino. Los casos de Woody Allen, Kevin Spacey, Mario Testino, Louis C. K. o Michael Jackson ¡°implican una situaci¨®n de trasfondo absurdamente cristiano, o sea, tratar de autoconvencerse de que desprecias algo que en realidad admiras¡±. Y se?ala que extinguir la cosificaci¨®n de la mujer es la ¨²nica forma de desbloquear la incapacidad del hombre, emparedado entre la abstinencia y la depredaci¨®n. As¨ª, todo pasar¨ªa por derribar la muralla m¨¢s inexpugnable del planeta, m¨¢s larga a¨²n que la de la frontera china: la codificaci¨®n del falo, que el hombre nunca reconoce fuera de ¨¦l. Los presidentes Donald Trump y Emmanuel Macron son dos polos de la misma esfera masculinizante: ¡°Trophy wife versus Lolito, depredaci¨®n sexual versus conciencia feminista pero de una coqueter¨ªa que raya lo estrafalario¡±.
La lista puede ser interminable: Berlusconi y Aznar, por un lado; Justin Trudeau y Barack Obama, en el opuesto. Estos ¨²ltimos ser¨ªan una evoluci¨®n mejorada de las expectativas depositadas en la idea de ser hombre que se resiste a perder su hegemon¨ªa. ?Ser¨¢ la nueva masculinidad la clonaci¨®n de un fiasco? M¨¢s all¨¢ de una parte del cuerpo, el falo es un dolmen que conecta al individuo (hombres y tambi¨¦n mujeres, como Marine Le Pen, Cayetana ?lvarez de Toledo) con sus miedos m¨¢s irracionales. Rodr¨ªguez avisa: ¡°Mientras los hombres sigamos siendo incapaces de besar otro falo, el machismo no desaparecer¨¢¡±.
Tras la lectura de estas p¨¢ginas, la conclusi¨®n es que las mujeres estamos cada vez m¨¢s solas, pero, parad¨®jicamente, mejor acompa?adas.
La nueva masculinidad de siempre. Capitalismo, deseo y falofobias
Autor: Antonio J. Rodr¨ªguez.
Editorial: Anagrama Argumentos, 2020.
Formato: 240 p¨¢ginas. 18,90 euros.
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