¡®Marie¡¯, el crimen machista en una de las bellas artes

Hab¨ªa expectaci¨®n por este estreno de una ¨®pera contempor¨¢nea en coproducci¨®n del Teatro Real y de La Abad¨ªa. Y, pese a las cat¨¢strofes de toda ¨ªndole, la curiosidad hizo que un p¨²blico numeroso desafiara los resbalones y el suelo helado para asistir, el martes, 12 de enero, a un estreno pospuesto tres d¨ªas. En realidad, lo de ¨®pera contempor¨¢nea necesitar¨ªa muchas comillas, ya que el p¨²blico se enfrenta a una pieza de teatro musical bastante h¨ªbrida, en la que la autor¨ªa literaria de la dramaturga Lola Blasco lleva la batuta. No es una cr¨ªtica y, de hecho, se trata de un excelente espect¨¢culo, pero aqu¨ª, ¡°prima la parole e dopo la musica¡±. Eso s¨ª, Blasco posee, adem¨¢s de un bagaje dramat¨²rgico notable, no poca erudici¨®n musical.

Su Marie revisa la figura literaria de la v¨ªctima Woyzeck/Wozzeck y brinda al compositor Germ¨¢n Alonso la posibilidad de adentrarse en los meandros de una de las ¨®peras emblem¨¢ticas del siglo XX, el Wozzeck de Alban Berg. Para Blasco, Marie presenta perfiles ideales para reflexionar sobre el crimen machista. Abundan en la ¨®pera, ah¨ª est¨¢n Carmen, Desd¨¦mona, Sophie (Die Soldaten), e incluso Lulu, para seguir con Berg, aunque a?ada la condici¨®n de v¨ªctima a la de verdugo. Pero, Marie y Woyzeck/Wozzeck indagan en la patolog¨ªa de una relaci¨®n t¨®xica en la que se a?aden todas las enfermedades de una ¨¦poca, la diferencia de clases y estatus social, la neurosis y la destrucci¨®n de la personalidad como desencadenantes del drama.

Esta Marie se recrea en muchas de estas patolog¨ªas, la fragilidad del macho, la inestabilidad de una construcci¨®n de poder que es la ¨²nica que cree que le queda al desamparado soldado y que no es otra que un supuesto privilegio sexual del var¨®n que la exuberante naturaleza de Marie hace explotar.

Es una historia bien conocida, pero Blasco encuentra una dramaturgia de gran riqueza, explora el estatus sexual de Marie, articulado en la prostituci¨®n y el porno, en el sexo, en suma, y pone al descubierto el punto d¨¦bil de las pretensiones del var¨®n. A ello se a?aden unas reflexiones, el off, de la autora, en las que la zafiedad se confronta al dato erudito, Rousseau, Sade¡­

Palabras brillantes, cuerpos incitantes

Pero la parte m¨¢s notable del espect¨¢culo, deslumbrante por momentos, se sit¨²a en la indagaci¨®n del propio crimen. Blasco lo descompone en escenas que parecen funcionar como en la paradoja de Aquiles y la tortuga; esto es, el crimen y sus argumentos se hacen reiterativos y, consecuentemente, el crimen se convierte en imposible. Woyzeck/Wozzeck no mata a Marie porque la interpolaci¨®n de an¨¢lisis y retornos hacen que el crimen nunca llegue, a lo sumo se acaba la funci¨®n. Por supuesto, en la vida real el crimen siempre llega y pronto, pero la secuencia literaria propuesta lo frena hasta congelarlo; es una idea portentosa.

Es en esta parte donde la dramaturga y el m¨²sico tienen un alto nivel de coincidencia. En los proleg¨®menos, Alonso realiza una m¨²sica m¨¢s bien incidental entre un r¨ªo de palabras brillantes y cuerpos incitantes, entre los que destaca el despliegue de carne de Julia de Castro, gran musa del sexo antes y ahora, aunque haya cambiado de registro.

En las escenas de Marie y Wozzeck (ahora ya con la doble zeta de la ¨®pera) Alonso adquiere un tono oper¨ªstico muy interesante. Wozzeck, por ejemplo, brinda una inestabilidad de registro sonoro (del grave baritonal al sobre agudo) que identifica la precariedad del personaje, excelente Xavier Sabata. Marie, por su parte, canta con mayor control de su registro y ofrece una idea m¨¢s equilibrada de un personaje que merece mejor suerte, sobresaliente la soprano Nicola Beller. Para la parte instrumental, Alonso ha contado con un ensemble ya familiar en su trabajo, el quinteto Ocnos, pero con una profusi¨®n de m¨²sica electr¨®nica que acapara gran parte del espacio sonoro. En el tr¨ªo de actores, acompa?an a la exuberante Julia de Castro Pablo Rivero y Luis Taus¨ªa y sobreviven al choque. En la direcci¨®n de escena, Rafael Villalobos acent¨²a con un cierto barroquismo la zona sombr¨ªa de la historia, llev¨¢ndola a una zona m¨¢s teatral que oper¨ªstica. Pero esa es la apuesta, teatro musical con algo de meta¨®pera. Eso s¨ª, un espect¨¢culo de enorme riqueza y chispazos de genio en la autor¨ªa.