El Supremo de Estados Unidos se inclina por recortar los derechos de las personas trans
La mayor¨ªa conservadora del alto tribunal da muestras de que confirmar¨¢ la validez de una ley de Tennessee que proh¨ªbe los tratamientos de afirmaci¨®n de g¨¦nero a los menores
Era la vista del caso m¨¢s importante del curso judicial en el Tribunal Supremo de Washington, y la discusi¨®n estuvo a la altura de uno de los asuntos que m¨¢s enfrentan a la sociedad estadounidense: la idoneidad o no de permitir a los menores trans recibir tratamientos de afirmaci¨®n de g¨¦nero, con el consentimiento de los padres y asesoramiento m¨¦dico, antes de la mayor¨ªa de edad.
En un toma y daca inusualmente largo, sus nueve magistrados interrogaron durante dos horas y media a ambas partes. Primero, a los abogados que defend¨ªan a las familias de Tennessee que impugnaron una ley que proh¨ªbe la administraci¨®n a sus hijos de cuidados tales como terapia hormonal o los bloqueadores de la pubertad. Despu¨¦s, a los representantes del Estado Sure?o, uno de los 26 gobernados por republicanos que han sacado adelante en los ¨²ltimos tres a?os normas del estilo. La sentencia, que debe decidir si esa ley contradice la decimocuarta Enmienda y si es discriminatoria, no se conocer¨¢ hasta el final del curso ¨Dcon toda probabilidad, en los ¨²ltimos d¨ªas de junio¨D. Aunque, a tenor por lo escuchado este mi¨¦rcoles en el solemne edificio del Supremo, cabe interpretar que la supermayor¨ªa conservadora de seis jueces se inclina por dar la raz¨®n a Tennessee.
Como todo lo que tiene que ver con el Supremo, se trata de un fallo cuyas consecuencias van mucho m¨¢s all¨¢ del caso en concreto, Estados Unidos contra Skrmetti. Y, de confirmarse la impresi¨®n que dej¨® la audiencia de este mi¨¦rcoles, supondr¨¢ un duro rev¨¦s para los derechos de las personas trans, que se hallan en el centro de un irreconciliable debate con tintes de guerra ideol¨®gica en asuntos como su participaci¨®n en el deporte femenino, el uso de los pronombres y la guerra sobre qu¨¦ ba?o les est¨¢ permitido usar.
La sentencia tambi¨¦n llegar¨¢ al principio de la segunda vuelta en la Casa Blanca de Donald Trump, presidente que design¨® durante su anterior mandato (2017-2021) a tres de los nueve jueces del tribunal, un n¨²mero excepcional, que desequilibr¨® su composici¨®n con consecuencias para las pr¨®ximas d¨¦cadas. Trump hizo de los ataques a las personas trans y a la ¡°locura de la ideolog¨ªa de g¨¦nero¡± uno de los motivos centrales de su exitosa campa?a presidencial.
El argumento que m¨¢s reson¨® en la discusi¨®n de este mi¨¦rcoles fue que, dado que existe un debate cient¨ªfico en marcha sobre la eficacia y los efectos secundarios de esos tratamientos a menores, corresponde a los legisladores, en este caso, los de Tennessee, decidir sobre el tema. No a los magistrados del Supremo. ¡°La Constituci¨®n deja esa decisi¨®n en manos de los representantes del pueblo, y no de nueve personas, ninguna de las cuales es m¨¦dico¡±, dijo el presidente del Tribunal Supremo, John G. Roberts Jr., en referencia a s¨ª mismo y a sus ocho compa?eros de toga.
Devolver el poder a los Estados
La declaraci¨®n no solo resumi¨® el sentir de la mayor¨ªa conservadora, tambi¨¦n apunta a dos de los argumentos que centran el trabajo vitalicio de esos magistrados: la fidelidad a la norma fundamental, un texto con casi dos siglos y medio de historia que invocan sin cesar para ordenar la vida contempor¨¢nea estadounidense, y la misi¨®n de devolver el poder a los Estados, en oposici¨®n a la intervenci¨®n del Gobierno federal. Ambas ideas estuvieron tras la decisi¨®n m¨¢s consecuente de la historia reciente del tribunal; el fallo que en 2022 tumb¨® el precedente de casi medio siglo de la sentencia Roe contra Wade y con ¨¦l, la protecci¨®n constitucional del derecho al aborto.
En la vista de este mi¨¦rcoles, Elizabeth Prelogar, la representante legal de la Administraci¨®n de Joe Biden, que se person¨® como acusaci¨®n despu¨¦s de que las familias de los tres menores demandantes y uno de los m¨¦dicos que los trataban perdieran en las instancias inferiores, fue sometida al m¨¢s duro de los interrogatorios de la ma?ana. Respondi¨® sobre asuntos como la reciente decisi¨®n de la sanidad p¨²blica del Reino Unido de dejar de recetar bloqueadores de la pubertad, los precedentes del Supremo que protegieron los derechos de la comunidad LGTBIQA+ y la prerrogativa de los padres a decidir, previa consulta a los m¨¦dicos, sobre el futuro de sus hijos.
Quienes defienden que se proh¨ªban esos cuidados antes de los 18 a?os recuerdan los casos de quienes los han recibido y se arrepienten tiempo despu¨¦s, plantean dudas sobre los efectos secundarios de los medicamentos y consideran que no existen suficiente pruebas cient¨ªficas para justificar esos tratamientos.
Las principales organizaciones m¨¦dicas del pa¨ªs, incluidas la Asociaci¨®n M¨¦dica Estadounidense y la Academia Estadounidense de Pediatr¨ªa, se oponen a prohibir la atenci¨®n de g¨¦nero para los menores ¨Dsiempre que se dispense de manera adecuada y con supervisi¨®n psicol¨®gica¨D, y alertan del riesgo de depresi¨®n o incluso de suicidio si no la reciben.
El otro abogado de la defensa, Chase Strangio, que hizo historia al convertirse al convertirse en el primero letrado trans en litigar ante el Supremo, dijo cuando lleg¨® el turno de sus preguntas, durante el que se lo vio algo nervioso, que la ley de Tennessee hab¨ªa acabado con ¡°el ¨²nico tratamiento que alivi¨® a?os de sufrimiento de cada uno de los adolescentes demandantes¡±. A la salida del tribunal, Strangio fue vitoreado por las decenas de personas que se hab¨ªan concentrado ante el edificio un helador d¨ªa de diciembre en Washington para manifestarse en favor de las familias de esos menores y cuya espera amenizaron oradores como la actriz Annette Bening y el actor trans Elliott Paige. Al otro lado de unas vallas colocadas por la polic¨ªa, los manifestantes sosten¨ªan carteles con mensajes como ¡°El cambio de sexo es pura fantas¨ªa¡±.
El argumento que defend¨ªan los abogados de Tennessee es que la ley cuestionada no puede ser discriminatoria, porque atiende a ¡°criterios ¨²nicamente m¨¦dicos¡± afecta por igual a chicos y chicas que buscan esos tratamientos. ¡°Es una excusa decir que el sexo no cont¨® [en la redacci¨®n de la norma]¡±, le respondi¨® Elena Kagan, una de las tres jueces liberales, al letrado del Estado sure?o, J. Matthew Rice.
En la vista de este mi¨¦rcoles, hubo adem¨¢s un silencio elocuente. El magistrado conservador Neil Gorsuch, autor de la hist¨®rica decisi¨®n del Supremo que protegi¨® en 2020 a las personas LGTBIQA+ de la discriminaci¨®n en sus lugares de trabajo, fue el ¨²nico de los nueve que no hizo ninguna pregunta. Incluso aunque de ese silencio pueda deducirse que votar¨¢ en contra de la mayor¨ªa, esta a¨²n contar¨ªa con cinco votos, suficientes para sacar adelante una sentencia de enormes consecuencias para una minor¨ªa que el Instituto Williams, de la Facultad de Derecho de la Universidad de California en Los ?ngeles (UCLA), cifra en unas 300.000 personas de entre 13 y 17 a?os. Seg¨²n esos c¨¢lculos, 1,3 millones de adultos que se identifican como transg¨¦nero en Estados Unidos.
Pese a que son n¨²meros muy peque?os si se comparan con la poblaci¨®n del pa¨ªs (unos 330 millones de habitantes), la discusi¨®n sobre sus derechos ha ocupado durante la presidencia de Joe Biden un espacio mucho mayor del que proporcionalmente les corresponder¨ªa en el debate p¨²blico. Tambi¨¦n ha ayudado a Trump a ganar, seg¨²n los an¨¢lisis electorales practicados post mortem. Uno de los esl¨®ganes republicanos que m¨¢s fortuna hizo entre los votantes dec¨ªa: ¡°Kamala est¨¢ por elles (they/them). El presidente Trump est¨¢ por ti¡±. The Washington Post cifr¨® en m¨¢s de 250 millones de d¨®lares el dinero gastado por la campa?a en anuncios que apuntaban a ese colectivo.
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