Don DeLillo lleva al teatro el dilema de la eutanasia
Un texto del autor de ¡®Submundo¡¯ se estrena por primera vez en Espa?a
Don DeLillo (Nueva York, 84 a?os) no es solo uno de los novelistas vivos m¨¢s importantes de la narrativa estadounidense actual. El autor de t¨ªtulos capitales como Ruido de fondo (1985), Submundo (1997) y Cosm¨®polis (2003) ha escrito tambi¨¦n cinco obras teatrales nunca representadas hasta ahora en Espa?a, pese a que se publicaron en castellano en 2011, reunidas en un volumen con el t¨ªtulo gen¨¦rico de Teatro (Seix Barral). Anoche por fin se estren¨® en Madrid uno de esos textos, Love-Lies-Bleeding, una pieza sobre la que planea el debate de la eutanasia, pero no desde esas trincheras legales, pol¨ªticas, religiosas y morales que precedieron a su regulaci¨®n en el Parlamento espa?ol el pasado diciembre, sino como dilema personal: ese momento en el que una persona debe decidir sobre la vida o la muerte de otra, m¨¢s all¨¢ de consideraciones jur¨ªdicas o ¨¦ticas.
En la traducci¨®n publicada en 2011, firmada por Ram¨®n Buenaventura y Otto Minera, el t¨ªtulo Love-Lies-Bleeding fue volcado al espa?ol de manera literal: Sangre de amor enga?ado. Pero Salva Bolta, autor y director de la versi¨®n que se present¨® ayer en las Naves del Espa?ol en Matadero, ha elegido uno diferente, Siempreviva, que considera m¨¢s evocador y coherente con el original: Love-Lies-Bleeding es el nombre com¨²n en ingl¨¦s de una familia de plantas perennes que en espa?ol se conoce como siempreviva. ¡°Siempreviva¡ Un nombre que dispara como una pistola¡±, dice un personaje en una escena de la obra.
El dilema de la eutanasia aparece en el espect¨¢culo desde el primer momento con una escena que posiblemente muchos de sus espectadores hayan vivido en carne propia. Un hombre de 70 a?os, inm¨®vil en una cama, conectado a sondas de hidrataci¨®n y nutrici¨®n que cuelgan de un pie met¨¢lico. Se le ve bien atendido, el pelo recortado, bien vestido y afeitado. A su alrededor discuten tres personas: su esposa, su exesposa y su hijo. De su di¨¢logo se deduce que el enfermo lleva seis meses en estado vegetativo despu¨¦s de sufrir un infarto cerebral. La esposa lo cuida diariamente y est¨¢ dispuesta a seguir haci¨¦ndolo hasta que muera. Aunque sean a?os. Pero la exmujer y el hijo quieren ahorrarle la agon¨ªa suministr¨¢ndole una dosis letal de morfina.
A partir de ah¨ª, el dilema se despliega en infinidad de matices. ¡°?Te das cuenta de que est¨¢ en un lugar bendecido por la muerte? Est¨¢ en la ¨²ltima vida. Es un tiempo extremadamente feliz. Nadie tiene derecho a privarlo de eso¡±, dice la esposa. ¡°?Cu¨¢ndo se convierte en obsesi¨®n un acto de ternura, en algo incluso anormal, en cierto modo enfermizo?¡±, responde el hijo, en referencia al obstinado empe?o de la mujer en dedicar su vida a cuidarlo. Los di¨¢logos se desarrollan en escenas muy cortas y la obra va avanzando con saltos temporales a diferentes momentos del pasado que ayudan a comprender la posici¨®n de cada personaje. Una estructura fragmentada en la que se advierte el complejo estilo narrativo de DeLillo.
El autor hace hablar a sus personajes sin tomar partido por ninguno. Tampoco Bolta en su espect¨¢culo. ¡°No es un debate sobre la eutanasia. Por mi parte, creo que una sociedad que busca crecer en libertad debe ofrecer a sus ciudadanos una regulaci¨®n que le permita decidir libremente sobre su vida y su muerte, pero la decisi¨®n final es personal y de eso va esta obra. Trata de c¨®mo cada individuo se enfrenta a la muerte. Y de c¨®mo esa manera de afrontarla influye tambi¨¦n en su manera de vivir¡±, explica el director.
La escenograf¨ªa, firmada por Paco Azor¨ªn, asimila en un solo espacio los diferentes planos narrativos. El centro del escenario lo ocupa un cubo de luz blanca, abierto por dos laterales, donde se sit¨²a la habitaci¨®n del enfermo. En ese lugar ¨ªntimo y aislado del exterior se dirime el dilema. A su alrededor est¨¢ el desierto, con arena, cactus y siemprevivas. Los personajes, interpretados por Felipe Garc¨ªa V¨¦lez, M¨¦lida Molina, Marina Salas y Carlos Troya, transitan en esos espacios para viajar entre el pasado y el presente. Todo el tiempo cargados con sus recuerdos, sus batallas, sus heridas, sus defectos y la gran duda que Don DeLillo introduce en ellos: dejar que la muerte llegue de modo natural o provocarla.
Un debate presente en los escenarios
El teatro no ha sido ajeno al debate sobre la eutanasia en Espa?a. La obra de Delillo coincide en Madrid con otra de Marta Buchaca titulada Rita, protagonizada por Carlos Hip¨®lito y Mapi Sagaseta, que aborda el tema en clave de comedia. Pero sin duda la m¨¢s impactante fue Celebrar¨¦ mi muerte, estrenada hace dos a?os, en la que Marcos Ariel Hourmann, primer m¨¦dico condenado en Espa?a por esta pr¨¢ctica, contaba su experiencia en primera persona.
Babelia
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