Las letras escondidas tras el filtro de Instagram
Los escritores espa?oles usan la red social no solo para la promoci¨®n sino tambi¨¦n como parte de su propia obra
Agatha Christie habr¨ªa sido una buena instagramer. Podr¨ªa haber subido fotos de sus numerosos viajes. De los t¨¦s que tomaba ante el desierto en hoteles semivac¨ªos de Oriente Pr¨®ximo. Y podr¨ªa haber dado alguna pista sobre lo que estaba escribiendo. ¡°Me hubiera encantado echarle un vistazo a una de sus libretas, ?o que hubiera escrito posts cr¨ªpticos esos 11 d¨ªas que pas¨® desaparecida!¡±. El que habla es Javier Castillo (M¨¢laga, 33 a?os), escritor de best-seller como La chica de nieve e instagramer. Su cuenta suma m¨¢s de 370.000 seguidores. ?Y qu¨¦ hace con ella? ¡°Lo que me hubiera gustado que hubiera hecho Agatha Christie con la suya: contar cosas de mi vida. Porque los escritores no solo escribimos, hacemos otras muchas cosas¡±, dice.
Su uso de la red social no es, sin embargo, narrativo. Lo que el lector puede hacer es pasar cada d¨ªa un rato con ¨¦l, porque sobre todo hace directos. Es decir, se graba durante una parte del d¨ªa explicando o haciendo algo que relaciona con sus libros. ¡°Dedico un tiempo antes del almuerzo o despu¨¦s de cenar a charlar con los lectores por ah¨ª. Instagram no solo es lo que uno ense?a sino en mi caso sobre todo lo que recibes. Es raro el d¨ªa en que alguien no consigue hacerme saltar las l¨¢grimas¡±, dice. Hace poco se mud¨®. Narr¨® buena parte del proceso. Les pidi¨® a sus seguidores que nombraran su nuevo despacho. ?Dir¨ªa que le leen, o que habr¨ªa que separarles de sus lectores? ¡°Creo que si no me han le¨ªdo, est¨¢n pensando en hacerlo¡±, contesta Castillo.
Muy distinto es el caso de la poeta, escritora y editora Luna Miguel (Alcal¨¢ de Henares, 30 a?os). Para ella, Instagram ¡°es una herramienta narrativa m¨¢s¡±. Es decir, una en la que se cuenta a s¨ª misma. Parte de su obra en marcha. ¡°Es una especie de diario. Muy est¨¦tico. No es distinto a lo que hac¨ªa en mi fotolog a los 12 a?os, o en mi blog a los 18. Llevo en Instagram desde los 22 y no subo fotos que no tengan un sentido muy concreto y muy personal. Y adem¨¢s voy haciendo peque?as sagas. Mientras escrib¨ªa Caliente, por ejemplo ¨C su ¨²ltimo libro, un potente ensayo autobiogr¨¢fico sobre el amor, el desamor y el deseo ¨C, iba haciendo peque?os aforismos. Luego tuve mi serie Pon cara de. No, no creo que vida y obra sean hoy m¨¢s indistinguibles que nunca, siempre lo han sido¡±, dice.
¡°Alg¨²n d¨ªa moriremos y toda nuestra producci¨®n en redes sociales ser¨¢ una an¨¦cdota en nuestra construcci¨®n literaria. O no. Esto es algo que decidir¨¢n los editores del futuro. Alguien se acordar¨¢ de nosotras y cuando ese alguien se acuerde de nosotras no podremos controlar de qu¨¦ se acordar¨¢, como dec¨ªa Safo. Habr¨¢ quien recuerde un post de Instagram, y quien recuerde un poema¡±, considera. La poeta tiene casi 40.000 seguidores en esa red social. ?Y no tiene algo de peligroso convertirse en personaje? Cuando el lector sabe todo lo que nos pasa, ?no se est¨¢ corriendo el riesgo de necesitar a?adirle acci¨®n a tu vida? ¡°Hay un peligro ah¨ª, s¨ª. Pero quiero pensar que soy la misma persona cuando vivo y cuando escribo pero tambi¨¦n que hacerlo me cambia¡±, contesta.
Laura Ferrero (Barcelona, 37 a?os) acaba de publicar una colecci¨®n de relatos, La gente no existe (Alfaguara), que, de alg¨²n modo, aparece en lo que publica en su muy literario Instagram. Si aquellos parecen elaborados momentos que la literatura captura y se queda para siempre ¡ªun poco a la manera en que hac¨ªa de cada raro momento, profunda historia Lucia Berlin¡ª, sus posts (cuentan con 20.500 seguidores) son peque?os chispazos pasados por el filtro de la pantalla que ¡°mezclan los libros con la vida¡±. Lo que los ilustra tiende a evocar, m¨¢s que a mostrar. ¡°Es algo espont¨¢neo, una idea que surge de una lectura literaria de la realidad¡±, dice. ?Alimenta su Instagram su obra? ¡°No, son cosas distintas, una es un fogonazo, la otra algo que me persigue¡±, asegura.
Un bloc de notas a la vista de todo el mundo
¡°Podr¨ªa decir que mi Instagram es un bloc de notas, el cl¨¢sico cuadernito de escritor, a la vista de todo el mundo¡±, dice Sabina Urraca (San Sebasti¨¢n, 37 a?os), autora de Las ni?as prodigio (Fulgencio Pimentel) y al frente de una tambi¨¦n en extremo literaria cuenta (roza los 9.000 seguidores) en la que la literatura del absurdo, se dir¨ªa, manda. De hecho, su ¨²nica intenci¨®n es ¡°la de divertirme y divertir¡±, dice. ¡°Voy viviendo, voy pensando, veo algo en la calle y eso dispara una idea, y la comparto. Es verdad que se va creando una especie de voz o intenci¨®n literaria. De forma natural, se va creando tambi¨¦n un personaje¡±, dice.
Para ella ¡°es inevitable que esos retazos de la vida que voy viviendo o inventando a partir de cosas que veo se cuelen en la escritura¡±, afirma. Porque cuando escribe un post ya est¨¢ creando. ¡°Tomo la masa de la realidad y modelo algo un poco distinto¡±, asegura. Y deja de sentirse sola. ¡°Hay un personaje de Camille Laurens que dice: ¡®Internet es a la vez el naufragio y la balsa salvavidas¡¯. Lo mismo me sucede a m¨ª con Instagram. Escribir es muy solitario. Instagram hace que no lo sea tanto. Siento que somos muchos escribiendo, y ley¨¦ndonos, y tengo cierto sentimiento de comunidad¡±, explica Urraca. Algo as¨ª le ocurre a Mar¨ªa Oru?a (Vigo, 45 a?os), pero con sus lectores.
Oru?a se disfraza de sus personajes y conversa con su perro, Gordon. Mantiene muy al margen su vida personal porque para ella la red social es b¨¢sicamente ¡°una herramienta de trabajo¡±, es decir, algo promocional, en la que se dan las pistas justas y son pistas para sus lectores. Oru?a est¨¢ convencida de que sus seguidores (12.000) son lectores. Porque su cuenta sobre todo tiene inter¨¦s para ellos. Y tal vez no sea casualidad que naciera, a diferencia del resto, en la d¨¦cada de los setenta. Para Ferrero, claramente, ¡°debe de haber algo generacional en el grado de exposici¨®n¡± de cada uno. ¡°El yo no era algo que importara cuando crec¨ªamos, y quiz¨¢ por eso nos escondemos m¨¢s¡±, a?ade.
Babelia
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