Najat El Hachmi ahonda en la opresi¨®n femenina en su nueva novela
La escritora catalana de origen marroqu¨ª cierra con ¡®El lunes nos querr¨¢n¡¯, premio Nadal, un ciclo narrativo donde indaga sobre mujer e identidad a partir de su biograf¨ªa
¡°Ya no puedo dar m¨¢s; he dedicado mi vida entera a pensar mi vivencia y las de los otros y ya est¨¢ entendido y explicado¡±, asegura Najat el Hachmi ante su ¨²ltima novela, El lunes nos querr¨¢n (Destino; Edicions 62, en catal¨¢n), con la que obtuvo el premio Nadal hace apenas un mes. La historia de dos chicas j¨®venes marroqu¨ªes de una periferia de la periferia que luchan con inocente ilusi¨®n para salir de un entorno opresivo y ser queridas y aceptadas con normalidad (quiz¨¢ en ese lunes del t¨ªtulo) bebe del agua del pozo m¨¢s ¨ªntimo de la escritora catalana de origen marroqu¨ª (Beni Sidel, 41 a?os). Ha ido hasta el fondo como nunca. Y ya no hay m¨¢s porque antes de ah¨ª salieron tambi¨¦n El ¨²ltimo patriarca (la sombra del padre) y Madre de leche y miel (homenaje a la madre), que, junto con La hija extranjera (los primeros conflictos generacionales) y esta ¨²ltima (la batalla y la angustia profunda de ella) quiz¨¢ conformen un friso narrativo definitivo del que ahora toma conciencia y que reata en lo ensay¨ªstico Siempre han hablado por nosotras. ¡°Lo pr¨®ximo escribir¨¦ otra cosa, algo distinto¡±, dice.
Mientras, la lucha de las dos protagonistas de El lunes nos querr¨¢n por una vida normal (tomar una Coca-Cola, ver seg¨²n qu¨¦ series, ponerse unos tejanos, maquillarse, comer una hamburguesa, hablar con un chico, escoger a su futuro marido¡) puede leerse como un homenaje a todas las que han iniciado una revoluci¨®n silenciosa contra la opresi¨®n. De nuevo, feminismo e identidad en la prosa de El Hachmi. ¡°Quer¨ªa visibilizar estas heroicidades cotidianas, que no lucen ni pasan a la Historia, como un reconocimiento al desencanto que comporta muchas veces esa batalla sorda¡±. Una lucha clara en los a?os 90 y cuya transmisi¨®n parece haberse difuminado. ¡°Est¨¢ empezando a ser una herencia perdida porque no se est¨¢ articulando un discurso que acompa?e esa transferencia de experiencias que pasan s¨®lo particularmente de una mujer a otra¡±. Ella misma es sujeto paciente de esa dificultad. ¡°Si has superado todo esto no quieres revivirlo; cuando he intentado traspasar alguna experiencia a mi hija veo que le provoca un shock que desear¨ªa ahorrarle, claro¡±. Tampoco llega a las j¨®venes de hoy porque ¡°la educaci¨®n actual transmite un legado donde las mujeres, musulmanas o no, no estamos; y si en Espa?a ya ha costado dar a conocer el papel de la mujer durante la Transici¨®n¡ Se necesita un cambio en la transmisi¨®n de la memoria de valores¡±, apunta.
La narradora de El lunes nos querr¨¢n, escritora en ciernes, se siente utilizada ¡°como un mono de feria¡± tanto por la comunidad cristiana como la musulmana tras obtener un galard¨®n. El Hachmi sabe algo de eso. ¡°Es dif¨ªcil esquivar la instrumentalizaci¨®n; cuando gan¨¦ un premio en bachillerato, me recibi¨® el alcalde de Vic y todo se resumi¨® en una fotograf¨ªa y darme un libro sobre la ciudad; ni una palabra sobre los sentimientos que le despert¨® mi texto, si lo ley¨®, buscaba la foto y basta¡±. Y argumenta: ¡°Eso es tambi¨¦n una forma de racismo y discriminaci¨®n: dice que mi trabajo no interesa y que ser¨¦ le¨ªda no como yo quiero¡±. No fue mejor desde el otro lado. ¡°Serv¨ª para blanquear el machismo de la religi¨®n isl¨¢mica: con el premio, eres una marroqu¨ª ejemplar; si criticas lo m¨¢s m¨ªnimo, una traidora¡±.
En esa tesitura se mueven las dos j¨®venes de ficci¨®n, inc¨®modas y desorientadas por ser ¡°de dos mundos¡±, expresi¨®n que El Hachmi destesta. ¡°Me pone nerviosa la palabra multiculturalismo porque oculta, no se quieren ver las fricciones, el choque de valores de las distintas culturas; la idealizaci¨®n de la realidad es siempre una negaci¨®n del conflicto, pero toda conquista de la libertad hace inevitable el conflicto¡±. Y vuelve a ponerse de ejemplo: ¡°Nadie es de dos mundos, vienes y vas a lugares concretos; yo ven¨ªa de Beni Sidel y llegu¨¦ al barrio de La Calla de Vic¡ y eso refleja cosas concretas; ser ciudadano del mundo es una expresi¨®n vac¨ªa para no asumir las complejidades¡±. Y una de ellas es que ¡°ser multicultural implica una definici¨®n de qui¨¦n es el otro y si no encajas o te niegas a ser el ex¨®tico del grupo ya no eres nada¡ No, no todos los valores culturales son igual de respetables: una cosa es comer cusc¨²s y otra tapar a las mujeres y otra la mutilaci¨®n genital; hay que establecer jerarqu¨ªas¡±.
Destila El lunes nos querr¨¢n un punto de pesimismo, ante el que si bien su autora es finalmente optimista (¡°si podemos explicarlo, empezamos a salir del t¨²nel, el proceso ser¨¢ largo¡±) reconoce que la situaci¨®n con relaci¨®n a hace 20 a?os ¡°es claramente peor porque el fundamentalismo isl¨¢mico frena esos cambios: han logrado que los valores que defend¨ªan hoy los musulmanes ya no sean los de sus or¨ªgenes sino los que crean ahora los que dicen interpretar el verdadero islam; se dan hoy m¨¢s discursos que controlan la indumentaria que hace 20 a?os: se lucha ahora no s¨®lo contra la herencia de la tradici¨®n sino tambi¨¦n contra el mensaje religioso¡±.
Y hay, adem¨¢s, escasas voces contestatarias. ¡°Son pocas chicas y su desgaste, por los acosos que sufren en las calles y en las redes sociales, es alt¨ªsimo; muchas veces, adem¨¢s, acaba con la expulsi¨®n de tu comunidad y esa soledad es lo peor, no tienes a qu¨¦ agarrarte¡ En la novela se tienen ellas dos, pero t¨² no puedes volver a casa de tus padres si las cosas te van mal como hacen los cristianos; ya es suficientemente duro el caso individual como para tener la presi¨®n de tu trabajo de activista¡±.
A la situaci¨®n sombr¨ªa se a?ade en la novela el papel de los dos maridos, que aparentan una apertura mental que no tienen, asomando un machismo que perpet¨²a el de sus padres. ¡°Es que fuera de las batallas individuales no hay discursos dirigidos a estos hombres; al contrario, en Occidente se les protege de los discursos feministas porque seg¨²n qu¨¦ les dices te pueden acusar de racista; aqu¨ª est¨¢n m¨¢s protegidos que en sus propios pa¨ªses¡±. Forma parte, cree, de una ¡°pol¨ªtica err¨®nea¡±, como la laxitud ante el dejar llevar el pa?uelo en la cabeza o que los ni?os est¨¦n exentos de algunos deportes como la nataci¨®n. ¡°Todo esto no cambiar¨¢ espont¨¢neamente¡±, avisa la escritora.
Traspasa al lector la angustia existencial de las j¨®venes, que se ven obligadas hasta a medir sus jers¨¦is para que cubran lo que han de cubrir de su cuerpo. ¡°O c¨®mo te has de sentar o que no duermas boca abajo porque eso es de mujer f¨¢cil¡ Es as¨ª, he crecido con eso y lo que acabas haciendo es justo lo contrario. Y as¨ª acabas sexualiz¨¢ndolo todo y odiando ser mujer porque a los 12 a?os ya te obligan a serlo, niegan tu deseo y a la vez te convierten en objeto de deseo de los otros¡¡±. ¡°Y de ah¨ª¡±, defiende, ¡°vienen los trastornos alimentarios y otros problemas, no s¨®lo es por la est¨¦tica: est¨¢ la trastienda del conflicto de la sexualidad¡±.
Y en esa angustia bracean la narradora y su amiga supuestamente invencible y asoma un intento de suicidio, aspectos que El Hachmi elude como autobiogr¨¢ficos: ¡°Todo esto est¨¢ basado en mil historias reales¡±. De su pozo, en cualquier caso, ya sali¨® bastante.
Babelia
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