Los Globos de Oro: la gran reuni¨®n de Zoom de Hollywood
Entre cr¨ªticas a la poca diversidad de la organizaci¨®n, la pandemia convierte la gala en una especie de reuni¨®n de trabajo virtual, con sof¨¢s, hijos, mascotas, fallos t¨¦cnicos y premios a ¡®Nomadland¡¯, ¡®Borat 2¡ä, ¡®The Crown¡¯ y ¡®Gambito de dama¡¯
El mundo se ha acostumbrado a muchas cosas extra?as este a?o. Pero esta es dif¨ªcil de superar: una se?ora vestida con traje de gala, sola sobre una alfombra roja, sin un alma alrededor para gritar a los famosos, departiendo amigablemente, como si fuera lo m¨¢s normal del mundo, con una pantalla de marcos dorados y negros plantada ah¨ª en medio, en la que salen estrellas, tambi¨¦n vestidas de gala, pero en el sal¨®n de su casa o en una habitaci¨®n de hotel. Con una introducci¨®n as¨ª, solo se pod¨ªa mejorar o entregarse al surrealismo. Y, en esta gala de los Globos de Oro de la pandemia, hubo un poco de las dos cosas.
La calidad la aportaron principalmente Tina Fey y Amy Poehler, en el papel de presentadoras, que exhibieron una solvencia y una complicidad que se merend¨® los 4.000 kil¨®metros que las separaban. Hicieron de la necesidad virtud desde el primer momento, dejando para la historia esa caricia de Fey a Poehler que atraves¨®, de manera deliberadamente imperfecta, el eje de los planos yuxtapuestos desde los que hablaban.
Porque Fey estaba en el Rainbow Room de Nueva York y Poehler, en el Beverly Hilton de Los ?ngeles, sede habitual de la gala. Los nominados, cada uno en su casa. Y el p¨²blico eran trabajadores de primera l¨ªnea de la pandemia enmascarados. ¡°Estamos muy contentos de que est¨¦is aqu¨ª, para que las estrellas puedan estar a salvo en sus casas¡±, les dijo Fey.
Con cada nominado a salvo en su casa, se echaron de menos los tradicionales ejercicios de eslalon de las actrices abri¨¦ndose paso con sus vestidos de alta costura entre las mesas para llegar al escenario. Tambi¨¦n ese elemento, acaso el m¨¢s caracter¨ªstico de la gala, de las estrellas agrupadas en mesas, bien comidas y bebidas, ri¨¦ndose de los chistes con tanta clase como DiCaprio la noche en que Ricky Gervais le dijo que, cuando aquel acudi¨® al estreno de ?rase una vez en Hollywood, al terminar la proyecci¨®n su novia de esa noche ya era demasiado vieja para ¨¦l.
El principal objetivo de las pullas de esta 78? edici¨®n fueron, como estaba previsto, los anfitriones: la muy criticada Asociaci¨®n de Periodistas Extranjeros en Hollywood. Entre sus 87 o 90 miembros no hay ninguna persona de piel negra, incluso, Fey habl¨® de socios fantasmas y revel¨® que el miembro alem¨¢n es ¡°una salchicha con una cara pintada¡±. Una falta de diversidad que se traslada, seg¨²n los cr¨ªticos, a la lista de nominaciones. Tras un a?o de reivindicaci¨®n de la justicia racial en Estados Unidos, esa fue la pol¨¦mica de la noche, que sacaron a relucir ya desde el inicio las presentadoras, y despu¨¦s un buen n¨²mero de premiados. Tambi¨¦n la abord¨® la propia Asociaci¨®n, tres de cuyos miembros realizaron una declaraci¨®n a modo de prop¨®sito de enmienda. ¡°Esta noche, mientras celebramos el trabajo de artistas de todo el globo, reconocemos que tenemos nosotros tambi¨¦n trabajo que hacer¡±, dijo la vicepresidenta, Helen Hoehne. ¡°Igual que en el cine y en la televisi¨®n, la participaci¨®n de las personas negras es vital. Tenemos que tener periodistas negros en nuestra organizaci¨®n¡±.
Adem¨¢s de pol¨¦mica, tampoco falt¨® la emoci¨®n, que vino de la mano de Taylor Simone Ledward. Acept¨® entre l¨¢grimas el premio en nombre de su fallecido esposo, Chadwick Boseman, por La madre del blues, que se convert¨ªa en el segundo ganador p¨®stumo de un Globo de Oro a mejor actor en una pel¨ªcula dram¨¢tica (despu¨¦s de Peter Finch por Network, un mundo implacable en 1976). Boseman, asegur¨® su viuda, ¡°habr¨ªa dicho algo bello, algo inspirador, algo que amplificar¨ªa esa peque?a voz dentro de todos nosotros que te dice que puedes, que te anima a seguir¡±.
La primera aparici¨®n por sorpresa de un ni?o en la pantalla de Zoom fue en casa de Mark Ruffalo. Cuando este recogi¨® el quinto premio de la noche, el de mejor actor en una miniserie o pel¨ªcula para televisi¨®n por La innegable verdad, sus hijos Keen y Odette se lanzaron euf¨®ricos sobre ¨¦l y su esposa. Jodie Foster y la suya, tras ganar el premio a la mejor actriz de reparto en pel¨ªcula por The Mauritanian, aparecieron repantingadas en el sof¨¢, acariciando a su perro, vestidas con lo que parec¨ªan pijamas. Pero pijamas elegant¨ªsimos, mucho m¨¢s que el atuendo de Jason Sudeikis, mejor actor de serie musical o de comedia por Ted Lasso, que escogi¨® una sudadera del gimnasio de su hermana. Costaba 100 d¨®lares y se agot¨® ipso facto. En los premios, los principales no tuvieron grandes sorpresas, y la cosa se reparti¨® entre Nomadland y Borat 2 en cine, y The Crown y Gambito de dama en televisi¨®n.
La oportunidad de ver los sof¨¢s, los hijos y las mascotas de las estrellas, as¨ª como la misteriosa fiesta que se hab¨ªa montado en casa Aaron Sorkin (mejor guion por El juicio de los 7 de Chicago) con un mont¨®n de presuntas allegadas o convivientes, fue la parte buena de estos Globos de Oro de la pandemia. La mala, los previsibles problemas t¨¦cnicos, que se empe?aban en sacar a los espectadores de esta pretendida burbuja de glamour y llevarlos al mundano territorio de las dichosas reuniones de Zoom que se han apoderado de muchas jornadas laborales. Malas conexiones, desajustes temporales, qu¨ªtate el mute, o Catherine O¡¯Hara (mejor actriz de musical o comedia por la gran Schitt¡¯s Creek) y su pareja, empe?ados en mirar cada uno su m¨®vil cada vez que sal¨ªan en pantalla... hasta que se supo que era un gag.
Para una vez que una gran estrella con cosas que decir como Jane Fonda estaba f¨ªsicamente en una de las sedes, los realizadores se empe?aban en cortar para ofrecer reacciones v¨ªa Zoom de otros colegas que parec¨ªan no saber que estaban en c¨¢mara. Lo cual no impidi¨® que la gran Fonda dejara la frase de la noche, cuando recogi¨® su premio Cecil B. DeMille al logro de una carrera. ¡°Somos una comunidad de contadores de historias, ?no es as¨ª?¡±, dijo. ¡°Y en tiempos turbulentos y golpeados por las crisis como este, contar historias siempre ha sido esencial¡±.
Babelia
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