?Pintura? S¨ª, pintura
La pintura sigue sin morirse, a pesar de nuestro letargo en Zoom retransmitido por Instagram que nos ha robado la fisicidad
Si a usted no le gusta la pintura no siga leyendo. Este art¨ªculo va de pintura, ese oficio de tantos artistas del siglo XX y hasta del XXI. Porque la pintura sigue sin morirse, a pesar de nuestro letargo en Zoom retransmitido por Instagram que nos ha robado la fisicidad exigida por los cuadros en su misma idiosincrasia. Es la paradoja de nuestra ¨¦poca: jam¨¢s hemos tenido m¨¢s im¨¢genes a mano y nunca hemos mirado menos. Es un consumo visual r¨¢pido y un placer escaso: nos hemos quedado sin el gesto del mirar lento. Lo echo de menos.
Con esta idea llego hasta la exposici¨®n de P¨¦rez Villalta en Alcal¨¢ 31: el mejor Guillermo en estado puro. Pinturas y objetos, clasicismo y radicalidad, laberintos y templetes¡ Me pierdo en los detalles. Me sumerjo en la fisicidad del ojo, la que deben sentir los pintores al trabajar. Y no es que reniegue de Instagram ¨Dsoy poco dogm¨¢tica¨D. Frente a los usuarios ortodoxos de lo digital, pienso que las visualidades lentas y de consumo instant¨¢neo pueden convivir, igual que a finales de los ochenta del XX lo hicieron conceptualismo y pintura.
Al final, los debates no han cambiado tanto entre los supuestos ¡°modernos¡± y los denostados ¡°antiguos¡±, cuando a finales de los a?os ochenta del XX, con el t¨ªmido pero decidido avance de la foto y el v¨ªdeo, se hablaba de ¡°la muerte de la pintura¡±. Se trataba, sin embargo, de una reflexi¨®n ret¨®rica: la pintura no hab¨ªa muerto entonces ni hace un par de a?os, cuando las dos dimensiones ocupaban las grandes galer¨ªas neoyorquinas en Chelsea. Lo reconoci¨® The New York Times: la estrella de la reapertura de oto?o en 2019 fue la afroamericana Amy Sherald, presagio del Black Lives Matter. Quedaba claro en los escritos combativos de Lucy Lippard sobre multiculturalidad: tambi¨¦n se puede luchar contra el discurso blanco y patriarcal a trav¨¦s de la pintura ¨Dqui¨¦n lo hubiera dicho¨D. Algunos dir¨¢n, claro, que Sherald es la retratista de Michelle Obama y est¨¢ vendida al poder. No s¨¦. Quiz¨¢s son las relaciones que la pintura ha tenido hist¨®ricamente con el poder lo que en este momento no permite asociarla con otro tema muy a la moda: lo vern¨¢culo. Un toque a¨²n artesano.
Frente a P¨¦rez Villalta vuelven a mi memoria los a?os de gran explosi¨®n pict¨®rica en Madrid, a pesar del conceptualismo; c¨®mo esa generaci¨®n no lleg¨® a triunfar en Nueva York porque Espa?a no era suficientemente ¡°ex¨®tica¡± para el mercado neoyorquino, como lo ser¨ªa Am¨¦rica Latina despu¨¦s. Miro los cuadros y experimento un placer f¨ªsico que echaba de menos. Habr¨¦ perdido la mirada de la juventud de la cual hablaba Breton. Ser¨¦ una antigua. Pero lo cierto es que estoy harta de esa visualidad de la que todos hablan y en la cual nadie se detiene a mirar. Decido volver a la mirada lenta y artesana. Pintura. S¨ª, pintura.
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