La sandalia romana de esparto m¨¢s antigua que pis¨® Hispania
El Museo Arqueol¨®gico de Elda expondr¨¢ un calzado restaurado del siglo IV hallado en el yacimiento iberorromano de El Monastil
Los romanos se calzaban con dos tipos de sandalias (soleae o sandalia, las denominaban): de verano y de invierno. Las primeras sol¨ªan tener suela de esparto, y las segundas, de cuero. Ahora bien, si se era tremendamente rico o poderoso (por ejemplo, Popea Sabina, la segunda mujer del emperador Ner¨®n), se pod¨ªan sustituir por unas de oro, incluso dise?ar unas del mismo material para sus caballos. El sureste de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica (actuales Murcia, Alicante y sur de Albacete) era en la Antig¨¹edad un enorme espartizal, conocido por los griegos como el spartarion, que hizo incluso que la capital romana de la regi¨®n, Carthago Nova (Cartagena), fuera llamada Spartaria y su territorio el Campus Spartarius. Y tanto era el esparto que se extra¨ªa de la zona que se convirti¨® en una enorme f¨¢brica de sandalias, que pervivi¨® hasta bien entrado el siglo XIX, con la ciudad de Elda como emporio de este tipo de calzado. En los a?os setenta del siglo pasado, miembros de la secci¨®n de arqueolog¨ªa del Centro Excursionista Eldense encontraron en el yacimiento arque¨®logico de El Monastil (Elda) la que se considera la sandalia romana de esparto m¨¢s antigua de Hispania. La metieron en una urna de cristal, pegaron la suela con poliacetato de vinilo, una cola que deteriora las fibras, y la guardaron. Pero ahora el Museo Arqueol¨®gico de Elda la ha restaurado y la expondr¨¢. Los an¨¢lisis realizados en Estados Unidos han datado que fue trenzada entre los siglos IV y V.
Las sandalias romanas, se lee en el estudio Recuperando nuestro patrimonio arqueol¨®gico. La suela romana de esparto de Elo (El Monastil), del director del Museo Arqueol¨®gico de Elda, el profesor Antonio M. Poveda, ¡°se colocaban cogidas a los pies mediante tiras de cuero que sal¨ªan directamente desde la suela y que, cruzando entre los dedos, sub¨ªan hacia los tobillos. En la parte posterior o sobre los flancos, esas tiras se introduc¨ªan en anillos de cuero, donde se ataban a otras tiras colocadas en horizontal sobre el tobillo¡±.
Poveda explica el uso que se hac¨ªa de este calzado: ¡°Siempre estaba mal visto para la vida social el hecho de llevar la sandalia en p¨²blico, que era interpretado como vicio corrupto griego, aut¨¦ntico s¨ªmbolo de inadecuada informalidad, pues llevar el tobillo o cuello del pie al descubierto era t¨ªpico de los esclavos¡±. Lo adecuado era llevar las llamadas caligae u otros calzados tipo bot¨ªn (calceus, calceus patricius¡), que cubr¨ªan el pie y parte del tobillo. Por eso, aparecer calzando soleae generaba grandes cr¨ªticas, de las que no se salvaron personajes tan famosos como el general Publio Cornelio Escipi¨®n o el triunviro Marco Antonio, que al ser vistos con este tipo de sandalia, recibieron duros reproches. Pero, finalmente, la moda se impuso como demuestran las esculturas de los emperadores Tiberio, Germ¨¢nico o Cal¨ªgula.
Solo hab¨ªa una circunstancia social donde el uso de las soleae estaba reconocido: los banquetes privados. Antes de acceder a la sala de comer o triclinium, los hu¨¦spedes, invitados y sus anfitriones se ayudaban de esclavos para coloc¨¢rselas.
Exist¨ªa una tercera modalidad, las crepidae o crepidulae, usadas por las mujeres, que ten¨ªan una sola forma para los dos pies y se adornaban con estrechas correas repletas de perlas y pedrer¨ªa. ¡°Con la llegada del cristianismo se produce una fuerte reducci¨®n del elemento decorativo superfluo y excesivamente lujoso, por ello fue t¨ªpico contemplar a los ap¨®stoles y a los santos, representados con simples solae, suelas delgadas y sin adornos: las suelas gruesas que hac¨ªan m¨¢s alto a quien las calzaba se reservaban para la nobleza¡±, explica el profesor de Historia Antigua de la Universidad de Alicante.
La planta del esparto es la atocha, t¨ªpica de zonas extremadamente ¨¢ridas, que necesita poco o nulo cuidado. Es una gram¨ªnea de la subfamilia stipoide, por lo que fue denominada Stipa Tenacisima. Fue muy valiosa por sus m¨²ltiples usos en el hogar y en los oficios. Sus primeros y principales explotadores y usuarios fueron los fenicios y sus herederos cartagineses, pero cuando Roma conoci¨® de su existencia y valores, generaliz¨® y aument¨® el uso de esta planta textil.
El Museo Arqueol¨®gico Municipal de Elda encarg¨® el an¨¢lisis de carbono 14 del esparto carbonizado de la suela hallada en El Monastil a un laboratorio de Miami. All¨ª concluyeron que se fabric¨® entre los siglos IV y V y ¡°cuyos mejores paralelos se pueden encontrar en Herculano y Pompeya, en Italia¡±.
La actividad textil del esparto ha sido de gran importancia en Elda, pues hasta finales del siglo XIX fue una de las actividades m¨¢s rentables para su poblaci¨®n, hasta que surgi¨® la actual industria del calzado. De hecho, Elda dispon¨ªa en 1876 de 10 molinos para tratar el esparto, ¡°con m¨¢s de 400 mujeres y ni?os trabajando en hacer filete (cordel)¡±, dice el estudio.
La compleja restauraci¨®n de la sandalia ha sido realizada por Eva Mendiola Tebar, que despeg¨® la suela de la base de vidrio, aunque no pudo eliminar totalmente el adhesivo ante el peligro de ¡°desintegraci¨®n¡±. A continuaci¨®n, consolid¨® el esparto ¡°con una mezcla de hidroxipropilcelulosa y polietilenglicol¡± y cre¨® un nuevo soporte de metacrilato forrado con tela de lino. Sobre ¨¦l, fij¨® la suela con hilo de nailon. En breve, el Museo Arqueol¨®gico de Elda mostrar¨¢ lo que los romanos se pon¨ªan en los pies cuando hac¨ªa calor.
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