As¨ª consigui¨® Camilo Jos¨¦ Cela traer a Espa?a un hueso del cr¨¢neo del Cid
Tres cartas in¨¦ditas del novelista describen c¨®mo logr¨® en 1968 un fragmento del esqueleto del Campeador, expoliado por los franceses y que hoy atesora el archivo de la RAE
La llegada de un hueso del Cid a la Real Academia en 1968 enhebra una historia en la que desfilan el Campeador, Napole¨®n, el escritor Camilo Jos¨¦ Cela, una artista londinense, una condesa sueca y el sabio Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal, el gran estudioso del Cantar que narra las andanzas del guerrero burgal¨¦s. EL PA?S ha tenido acceso a tres cartas in¨¦ditas en las que el ganador del Nobel en 1989 gestiona la recuperaci¨®n de un trozo de occipital de Rodrigo D¨ªaz de Vivar.
Cela empezaba as¨ª la carta mecanografiada que envi¨® el 21 de noviembre de 1967 desde Palma, con membrete de la Real Academia Espa?ola (RAE), a su ¡°querida amiga¡± Beppo Abdul-Wahab, pintora inglesa afincada en Madrid: ¡°!Claro [sic] que sigue interes¨¢ndome el asunto del hueso del Cid!¡± (en el original, con la exclamaci¨®n del rev¨¦s, quiz¨¢ por los teclados de entonces). En aquel texto, el escritor dec¨ªa que cuando ¨¦l fuese a Madrid esperaba verla ¡°delante de un buen vaso de vino para poder seguir charlando¡±.
Abdul-Wahab era, desde los a?os veinte en Par¨ªs, ¡°¨ªntima de Thora Dardel-Hamilton, arist¨®crata y protectora de artistas como Modigliani¡±, y personaje clave en esta historia, explica Antonio Lara Quero, amigo de la pintora inglesa, fallecida en 1989, que gestion¨® el traslado de su legado a un archivo de Villa del R¨ªo (C¨®rdoba), la localidad donde ¨¦l naci¨®. Beppo, como era conocida, hab¨ªa dejado a su marido en Par¨ªs, un pr¨ªncipe tunecino de quien tom¨® el apellido, por un guitarrista flamenco al que sigui¨® hasta Sevilla despu¨¦s de la Guerra Civil. ¡°Luego vino a Madrid¡±, a?ade Lara, ¡°y se enamor¨® de la ciudad¡±.
Beppo daba clases de ingl¨¦s, pintaba olivos y se beb¨ªa la noche madrile?a. En los cincuenta conoci¨® en el caf¨¦ Gij¨®n a Cela por mediaci¨®n de un pintor. Y un d¨ªa le cont¨® al escritor que una amiga que iba a viajar a Madrid (Thora Dardel-Hamilton) ten¨ªa un hueso del Cid.
?Por qu¨¦ estaba en su poder? La historia se remonta a 1808, a la Guerra de la Independencia, cuando los restos del guerrero medieval descansaban (desde 1272) en el monasterio de San Pedro de Carde?a (Burgos). Los invasores franceses expoliaron la tumba y se repartieron los huesos, y uno de estos lleg¨® a un antepasado de la amiga de la pintora.
La segunda carta in¨¦dita a Beppo, del 20 de febrero de 1968, muestra c¨®mo Cela ha preparado la operaci¨®n hueso para el 7 de marzo: ¡°A las 6 de la tarde los espero a los tres, a Thora, al hueso y a usted, en la Real Academia Espa?ola. Les presentar¨¦ al director de la corporaci¨®n [en funciones, Vicente Garc¨ªa de Diego, por enfermedad de Men¨¦ndez Pidal] y al secretario general, con quienes podremos conversar y hacerle entrega de la reliquia¡±. El d¨ªa de la cita se celebraba pleno en la RAE, pero Cela precisa: ¡°A las 9 saldr¨¦ a una taberna cualquiera para que tomemos una copa antes de irnos a cenar¡±. Adem¨¢s de las dos amigas y Cela, ¡°iran [sic] mi mujer y un secretario que me acompa?a en este viaje¡±. Por ¨²ltimo, le sugiere a Beppo c¨®mo acabar la fiesta: ¡°Podremos, conducidos por usted, acercarnos a oir [sic] un poco de flamenco¡±.
Al d¨ªa siguiente de escribir esta misiva, Cela manda otra, a Garc¨ªa de Diego. Un extracto se encuentra en el art¨ªculo publicado sobre este asunto en el bolet¨ªn de la instituci¨®n por la directora de su archivo, Covadonga de Quintana, en 2018. Y dice as¨ª: ¡°Le ruego que no me tome por loco, pero creo que he encontrado un trozo del cr¨¢neo del Cid que se llevaron los franceses en 1808¡±. El escritor relata c¨®mo una comisi¨®n viaj¨® a Burgos para visitar a Napole¨®n y arrambl¨® con las tumbas. Los restos se llevaron a Par¨ªs, y un miembro de la comitiva le dio ese fragmento al bisabuelo de la condesa Dardel-Hamilton. Y a?ade Cela: ¡°Ahora quiere devolver el hueso y, a cambio de ello, nada pide. A trav¨¦s de la sra. Abdul-Wahab la convenc¨ª de que se lo entregase a la Academia y en eso est¨¢. Creo que nosotros podremos conservarlo mejor y pienso tambi¨¦n que es el m¨¢s emocionado homenaje que podemos brindar a nuestro director¡±, que iba a cumplir 99 a?os.
En esa carta, Cela se explayaba en las atenciones con las que habr¨ªa que colmar a las damas: un recibo a la arist¨®crata por la entrega; sugiere hablar con el Gobierno para condecorarlas y pregunta si es posible que ¡°en el despacho del director y a puerta cerrada les ofrezcamos unas pastas y una copita de Jerez¡±.
El 13 de marzo de 1968, una comitiva fue a felicitar a Men¨¦ndez Pidal con 99 rosas. El acad¨¦mico Rafael Lapesa describi¨® aquel encuentro: ¡°Sentado en un sill¨®n de ruedas, casi paralizado el cuerpo, pero no el esp¨ªritu, cuando le hablamos de la reliquia y se la ense?amos, con l¨¢grimas en los ojos la bes¨®¡±. Men¨¦ndez Pidal expres¨® su deseo de que el hueso volviese a su tumba. ¡°Pero el Ayuntamiento de Burgos no quer¨ªa abrir el sepulcro¡±, explica la archivera, ¡°y como Cela insist¨ªa en que la donaci¨®n era a la RAE, el hueso se qued¨® aqu¨ª¡±.
Y ah¨ª sigue el fragmento. De Quintana toma del pasillo n¨²mero 12 del dep¨®sito una cajita hecha a medida. La reliquia, envuelta en papel tis¨² japon¨¦s, tiene 69 mil¨ªmetros de largo por 57 de ancho. De Quintana encarg¨® para su art¨ªculo un estudio a un arque¨®logo, quien dictamin¨® que el hueso es de un hombre de unos 50 a?os. Adem¨¢s, tiene escrito a tinta en franc¨¦s: ¡°Hueso del cr¨¢neo de Rodrigo recogido en 1808 en su tumba en el monasterio cerca de Burgos en presencia del pr¨ªncipe de Salm-Dick, el conde Stanislas de Girardin, el bar¨®n de Lamardelle¡¡± (quien se lo entreg¨® al antepasado de la condesa).
En la tercera carta, Cela agradece a su amiga Beppo que le haya enviado ¡°dos bell¨ªsimos grabados¡±, obra de ella, y concluye: ¡°El regalo me parece excesivo. Le abraza su buen amigo¡±.
Babelia
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