El Cid, el h¨¦roe castellano despiezado por Napole¨®n
El estudio 'Reliquias cidianas' recupera la historia del desmembramiento de las osamentas de Rodrigo D¨ªaz de Vivar y de do?a Jimena durante la Guerra de la Independencia
El pol¨ªtico Joaqu¨ªn Costa (1846-1911) ¡ªel m¨¢s destacado representante del movimiento regeneracionista que surgi¨® tras el Desastre del 98¡ª dej¨® escrito en su obra Crisis pol¨ªtica de Espa?a aquello de echar ¡°doble llave al sepulcro del Cid¡± como una manera de mirar al futuro y dejar en el caj¨®n glorias pasadas. Pero si Costa hubiese querido llevar a la pr¨¢ctica su propuesta, se habr¨ªa encontrado con un gran problema: los huesos de Rodrigo D¨ªaz de Vivar est¨¢n esparcidos por media Europa y, adem¨¢s, nadie sabe si en realidad todos los que guarda la catedral de Burgos le corresponden, porque pueden estar mezclados con los de su esposa, do?a Jimena. La publicaci¨®n del libro Sidi, de Arturo P¨¦rez-Reverte, y el reciente estudio Las reliquias cidianas, del fil¨®logo e historiador Alberto Montaner, han conseguido que la figura del Cid vuelva a salir de su (o mejor dicho sus) tumba.
Rodrigo D¨ªaz de Vivar muri¨® en Valencia en 1099 de muerte natural ¡ª¡°algo raro en aquella ¨¦poca para un guerrero tan activo¡±, se?ala Montaner¡ª. Su cuerpo fue enterrado en la catedral valenciana (la antigua mezquita mayor), pero la presi¨®n almor¨¢vide hizo que do?a Jimena ordenase la evacuaci¨®n de la ciudad en 1102. Valencia fue entonces incendiada por los cristianos y los restos del h¨¦roe llevados al monasterio de San Pedro de Carde?a, a unos diez kil¨®metros de Burgos.
Y all¨ª, el embalsamado cuerpo permaneci¨® en el sepulcro que orden¨® esculpir Alfonso X en 1272, sobre el cual se pod¨ªan leer unos versos de alabanza al guerrero. A su lado yac¨ªa su esposa, pero las osamentas de ambos fueron dando tumbos por el cenobio y su iglesia durante los siglos siguientes, hasta que el concejo de Burgos protest¨® ante el emperador. En 1541, Carlos I determin¨® que ambos fuesen colocados en el centro de la iglesia y que ¡°agora ni en ning¨²n momento se mude de lugar¡±, seg¨²n la obra de Ana Fern¨¢ndez Beobide y Leyre Barriocanal Los huesos del Cid y Jimena: Expolios y destierros, aunque finalmente las dos tumbas acabaron recolocadas en una nueva construcci¨®n, la capilla de San Sisebuto, m¨¢s conocida como la Capilla del Cid, en 1735.
De hecho, y ante los m¨²ltiples traslados de los cuerpos, el monje benedictino y cronista regio fray Prudencio de Sandoval, obispo de Pamplona, hab¨ªa mostrado sus dudas sobre los restos de do?a Jimena y dej¨® escrito en su Historia de cinco reyes (1634): ¡°En Carde?a se muestra no solamente la sepultura, mas los huesos desta se?ora, aunque son tan grandes que espantan, y parecen m¨¢s de hombre que de mujer¡±.
Pero ah¨ª siguieron hasta que en la Guerra de la Independencia el mausoleo fue completamente saqueado por las tropas de Napole¨®n, porque la figura del guerrero era muy conocida en Francia gracias a la tragedia El Cid, de Pierre Corneille. Se supon¨ªa que en el interior del f¨¦retro se guardaban grandes riquezas. Numerosos militares franceses se llevaron todo lo de valor que encontraron dentro (hay un grabado de Benjam¨ªn Zix recreando c¨®mo lo destrozaron) y hasta los huesos: f¨¦mures, trozos de los cr¨¢neos, metacarpos... No obstante, el general Thiebault se apiad¨® de los restos del h¨¦roe e intent¨® recomponer el cuerpo, pero buena parte de la osamenta ya hab¨ªa partido hacia Francia y otra hab¨ªa sido totalmente destrozada. Hay restos del Cid en Francia (Museo de Bertrand de Ch?teauroux), Alemania, Polonia (Palacio de Pulawy), Rusia... Algunos terminaron en la Rep¨²blica Checa, en el Gabinete de Curiosidades del estadista Klemens von Metternich, en el castillo de Lanze Kynzvart.
Los restos que quedaron en Espa?a del cad¨¢ver tras la marcha de los franceses fueron expuestos en un mausoleo en el paseo del Espol¨®n, en Burgos, pero en 1826 regresaron al monasterio de San Pedro de Carde?a, no sin antes, llevarse las autoridades el radio de un brazo y colocarlo en el Arco de Santa Mar¨ªa, donde a¨²n sigue. La Desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal de 1836 y el consiguiente abandono de la abad¨ªa hizo que los huesos de nuevo se trasladasen al Ayuntamiento.
En 1882, se descubri¨® que el pr¨ªncipe alem¨¢n Carlos Antonio de Hohenzollern pose¨ªa un estern¨®n, parte del cr¨¢neo, un f¨¦mur de do?a Jimena¡ El rey Alfonso XII le pidi¨® que los devolviese y as¨ª regresaron al Ayuntamiento un a?o despu¨¦s, donde fueron recibidos por el propio monarca. En 1921 todo lo recuperado se llev¨® de manera definitiva a la catedral burgalesa. Sin embargo, en 1968, el premio Nobel Camilo Jos¨¦ Cela recuper¨® un fragmento del cr¨¢neo que hab¨ªa recorrido media Europa y que desde entonces se expone en la Real Academia Espa?ola de la Historia, en Madrid.
¡°Por lo que sabemos¡±, dice Montaner, ¡°en especial tras el estudio de Beobide y Barriocanal, es seguro que una parte de los huesos que hay en la catedral correspondan al Cid. No obstante, se puede decir que ni son todos los que est¨¢n, ni est¨¢n todos los que son, ya que faltan, por lo menos, los de los pies y las manos y trozos del cr¨¢neo de ambos. Adem¨¢s, probablemente, en la tumba de la catedral haya huesos que no son del Cid. Ni siquiera tenemos la absoluta certeza de que los dos cuerpos que hay sean de un hombre y una mujer. Ya dec¨ªa el padre Sandoval que los de do?a Jimena le parec¨ªan demasiado grandes¡±.
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