¡®Wildland¡¯, la familia mata

En su debut en el largometraje, la danesa Jeanette Nordahl ofrece un retrato crudo y oscuro de una familia criminal. Casi toda la pel¨ªcula transcurre a trav¨¦s del rostro de la actriz adolescente Sandra Guldberg Kampp, que sabe sacar partido de su aire de p¨¢nfila asustada. El personaje ha perdido a su madre en un accidente y los servicios sociales la env¨ªan a casa de su t¨ªa, una todopoderosa madre que ha convertido su g¨¦lido hogar en la cuna de una peque?a mafia local. La casa, por cierto, es un personaje m¨¢s: una isla al margen de la sociedad que juega un papel importante. La mesa del obligado desayuno, la cocina, las habitaciones impersonales o el s¨®tano donde se re¨²nen los tres hijos para matar el tiempo funcionan como met¨¢foras de un hogar sin alma, corrompido y sin moral. Ida, la sobrina reci¨¦n llegada, ir¨¢ descubriendo poco a poco el papel que juega cada miembro de la familia y, por extensi¨®n, tambi¨¦n el suyo propio.

Jeanette Nordahl es capaz en su ¨®pera prima de crear un ambiente cerrado y espeso en el que los lazos familiares se plantean como una losa fatal. Violenta y desagradable sin necesidad de golpes en la mesa ni chorros de sangre, Wildland (con ecos de la pel¨ªcula y la serie Animal Kingdom) no es muy original en su retrato de un feroz matriarcado criminal, pero la desafiante actriz Sidse Babett Knudsen logra componer a una madre tan dulce como tirana, capaz de cortar la respiraci¨®n con su abrazo o con el tintineo de su bolso. Su manera de comportarse con cada hijo, los secretos y ataduras que subyacen en cada beso o las miradas que les dedica a cada uno de ellos ofrecen una informaci¨®n que va calando en la tensa respiraci¨®n de una pel¨ªcula muy amarga.