Una triste sensaci¨®n de orfandad
Diego Ventura y El Juli cortaron dos orejas cada uno en una tarde de cari?osas ovaciones y generosos trofeos
Despu¨¦s de 448 d¨ªas de silencio, volvieron de nuevo los clarines y timbales a Las Ventas, y el sonido retumb¨® como un escalofr¨ªo de los que ponen la piel de gallina. La plaza se levant¨® como un resorte e irrumpi¨® en una atronadora ovaci¨®n que acompa?¨® a los alguacilillos en su lento paseo hacia la presidencia. Volvieron las palmas cuando se abri¨® la puerta de cuadrillas, y arreciaron tras la interpretaci¨®n del himno nacional al final del pase¨ªllo. Fue una tarde de cari?osas ovaciones y generosos trofeos, como corresponde a un festival ben¨¦fico.
Superado el estremecimiento inicial, sobrevol¨® una extra?a sensaci¨®n de orfandad. Dicen que hab¨ªa 6.000 personas en los tendidos, pero no lo parec¨ªa. La apariencia ¨®ptica dec¨ªa que eran muchos m¨¢s los asistentes de los que permite la norma sanitaria. Con menos p¨²blico, con mucho menos, se han celebrado en esta plaza no pocas corridas de toros.
?Por qu¨¦, entonces un festejo menor para la reapertura de la primera plaza del mundo? Y lo que es peor, ?por qu¨¦ se ha vuelto a cerrar sine die a la finalizaci¨®n del espect¨¢culo? Con raz¨®n aparecieron en el tendido 7 varias pancartas solicitando ¡°Toros, ya¡± y ¡°Plaza de temporada¡±, pero la fiesta, ya se sabe, est¨¢ hu¨¦rfana, y este suceso lo ratifica.
El festival no ha sido m¨¢s que un triste aperitivo de lo que pudo haber sido y no fue; una d¨¢diva pol¨ªtica de quien se le llena la boca de apoyo a la tauromaquia y no dice la verdad, con intenci¨®n o sin ella, en aras de los complejos que impone la correcci¨®n pol¨ªtica.
Sobre la arena siete novillos de correcta presentaci¨®n en general, pocas fuerzas, y sobrados de bondad, escogidos con mimo entre las ganader¨ªas m¨¢s art¨ªsticas para deleite de las figuras. El primero, un becerrote tan noble como apocado con el que el rejoneador Diego Ventura demostr¨® que no le ha afectado el paro impuesto por la pandemia.
Con una cuadra renovada protagoniz¨® una actuaci¨®n sobresaliente en la que destacaron los quiebros en un palmo de terreno a lomos del caballo Fabuloso, y las banderillas en compa?¨ªa de Bronce. Pase¨® con merecimiento las dos orejas y dej¨® la fundada impresi¨®n de que se mantiene en lo m¨¢s alto del escalaf¨®n.
Se march¨® Ventura y apareci¨® la m¨¢s dura realidad. El novillo de Juan Pedro Domecq estaba seriamente inv¨¢lido y volvi¨® a los corrales (el cabestrero Florito tambi¨¦n tuvo su momento de gloria entre los aplausos de la concurrencia), sali¨® un hermano del anterior y su semblante era a¨²n m¨¢s enfermizo. Al final, Ponce se las vio con un endeble sobrero de El Capea, y por all¨ª anduvo voluntarioso en su probada eficacia como enfermero.
A placer tore¨® con capote y muleta El Juli a un nobil¨ªsimo ejemplar de Garcigrande, un santurr¨®n criado para la obediencia infinita. El torero, experimentado en mil batallas, se luci¨® con lentitud a la ver¨®nica, y traz¨® muletazos pre?ados de hondura con ambas manos. Fue como un ensayo en su placita de tientas, pero result¨® emotivo.
De familia muy diferente, con trap¨ªo, genio e incertidumbre en su embestida, fue el cuarto de la tarde, un toro (as¨ª eran sus hechuras) de Victoriano del R¨ªo, que puso en dificultades a un repeinado Manzanares, sorprendido ante las intenciones poco amistosas de su oponente. No se arredr¨® el alicantino, se pas¨® los pitones cerca del traje corto, aguant¨® m¨¢s de una tarascada inc¨®moda y sali¨® orgulloso del dificultoso envite.
Profesional y solvente se mostr¨® Perera con un toro con movilidad y encastado de Fuente Ymbro. Brind¨® a los tendidos, comenz¨® de rodillas, con un pase cambiado por la espalda en el centro del anillo, pero su afanosa labor result¨® tan limpia como sosa.
Un ceremonioso y lento Paco Ure?a dej¨® retazos de su cl¨¢sica y arrebatadora concepci¨®n del toreo ante un noble toro sin fuelle. Y cerr¨® la tarde el novillero Guillermo Garc¨ªa, todo coraz¨®n y ardor juvenil; recibi¨® a su oponente con dos largas cambiadas de rodilla y bonitas ver¨®nicas, y dibuj¨® buenos muletazos entre varias volteretas.
Al final, y por fortuna, no fue un acto pol¨ªtico, como pudiera imaginarse, pero tampoco una corrida de toros, como era lo deseable; qued¨®, eso s¨ª, una triste sensaci¨®n de orfandad.
Siete ganader¨ªas/Un rejoneador, cinco matadores y un novillero
Novillos de El Capea, J.P. Domecq (devueltos el titular y el sobrero) y sustituidos por otro de El Capea), Garcigrande, V. del R¨ªo, Fuente Ymbro, Vegahermosa y El Parralejo, despuntados reglamentariamente, bien presentados, nobles y escasos de fuerza, a excepci¨®n del cuarto, dificultoso,
Diego Ventura: rejonazo trasero (dos orejas).
Enrique Ponce: pinchazo _aviso_ pinchazo (silencio).
El Juli: estocada (dos orejas)
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: estocada (oreja).
Miguel ?ngel Perera: estocada _aviso_ (oreja).
Paco Ure?a: pinchazo _aviso_ pinchazo y estocada (silencio).
Guillermo Garc¨ªa (novillero): _aviso_ pinchazo y estocada (oreja).
Plaza de Las Ventas. 2 de mayo. Festival organizado por la Comunidad de Madrid. Lleno de ¡®no hay billetes¡¯ con el aforo permitido de 6.000 personas.
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