Francia conmemora, pero no celebra, el bicentenario de la muerte de Napole¨®n
El restablecimiento de la esclavitud sobresale en 2021 como una de las manchas en la inc¨®moda herencia del emperador, glorificado en monumentos y avenidas en Francia
Todos, napoleonianos y antinapoleonianos, coinciden: Francia no celebra a Napole¨®n en el bicentenario de su muerte; lo conmemora. Napole¨®n Bonaparte muri¨® el 5 de mayo de 1821 confinado en la isla de Santa Elena, en el oc¨¦ano Atl¨¢ntico. Hab¨ªa nacido en C¨®rcega en 1769, un a?o despu¨¦s de la incorporaci¨®n de la isla a Francia, y como escribir¨ªa Stendhal, de adulto ¡°no hablaba correctamente ni el franc¨¦s ni el italiano¡±. Celebrar o conmemorar: el matiz importa.
Napole¨®n no es De Gaulle, la otra figura hist¨®rica que marca la Francia moderna. Cuando en 2020 se conmemor¨® el cincuentenario de la muerte del general Charles de Gaulle, y otras efem¨¦rides relacionadas con ¨¦l, la unanimidad fue aplastante. Aquello fue una celebraci¨®n, y no solo una conmemoraci¨®n. De la extrema izquierda a la extrema derecha, ante el hombre que lider¨® la resistencia a los nazis y fund¨® la V Rep¨²blica, todos eran gaullistas.
Con Napole¨®n es distinto. Doscientos a?os despu¨¦s de su desaparici¨®n, Francia no tiene claro c¨®mo recordarle, ni a cu¨¢l de las m¨²ltiples encarnaciones del personaje recordar exactamente. ?A Bonaparte, que es como se le conoce mientras es general o primer c¨®nsul de la joven Rep¨²blica? ?O a Napole¨®n, el nombre que adopta el 2 de diciembre de 1804 cuando se hace consagrar emperador? ?Al hombre que consolid¨® la Revoluci¨®n con sus principios modernos e igualitarios? ?O al militar golpista que, al mismo tiempo, la liquid¨® e instaur¨® una dictadura? ?Al ¨²ltimo conquistador franc¨¦s? ?O al responsable de invasiones y guerras que dejaron un rastro de sangre y dolor? ?Al autor del C¨®digo Civil y de una arquitectura del Estado de derecho que a¨²n persiste, no solo en Francia? ?O al gobernante que consagr¨® la inferioridad de las mujeres ante la ley y que reinstaur¨® la esclavitud?
¡°Napole¨®n siempre fue motivo de discusi¨®n¡±, resume el historiador y director de la Fundaci¨®n Napole¨®n Thierry Lentz. ¡°Es un personaje con tantos contrastes, tan parad¨®jico, que seg¨²n el momento se ha hecho de ¨¦l alguien de derechas, de izquierdas, y de nuevo de izquierdas y otra vez de derechas. ?l ya esperaba que fuera as¨ª. Lo dijo. Y si a esto se a?ade el ambiente de las sensibilidades contempor¨¢neas, el c¨®ctel es formidable¡±. Al hablar de sensibilidades contempor¨¢neas, Lentz, que acaba de publicar en franc¨¦s Pour Napol¨¦on (Por Napole¨®n, en espa?ol), alude a quienes juzgan al personaje que vivi¨® a caballo entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, con el prisma de 2021 y los combates de nuestra ¨¦poca. Y a?ade: ¡°Un gran personaje de la historia de Francia y de Europa a quien se le pueden reprochar, por ejemplo, el estatuto de las mujeres y la reintroducci¨®n de la esclavitud representa una presa so?ada¡±.
Es larga la lista de episodios que conforman la leyenda negra de Napole¨®n Bonaparte, leyenda bien real en muchos aspectos, exagerada en otros. El ensayista Paul Johnson, que no es precisamente un izquierdista, pero s¨ª un brit¨¢nico conservador, lo retrat¨®, en una breve biograf¨ªa publicada en 2002, como a un criminal de guerra, t¨ªo-abuelo de Hitler, Stalin y Mao. Escribe Johnson: ¡°Los grandes males del bonapartismo ¨Dla deificaci¨®n de la fuerza y la guerra, el Estado centralizado y superpoderoso, el uso de la propaganda para ensalzar al aut¨®crata hasta la apoteosis, la organizaci¨®n militar de pueblos enteros con el ¨²nico fin del poder personal e ideol¨®gico¨D maduraron de forma odiosa en el siglo XX, que pasar¨¢ a la historia como la ¡®Era de la infamia¡±.
En el bicentenario, sobresale una mancha en el legado napoleoniano: la decisi¨®n en 1802 de reinstaurar en las colonias francesas la esclavitud, que la Revoluci¨®n hab¨ªa abolido en 1794. ¡°Francia fue el primer pa¨ªs en abolir la esclavitud y, con Napole¨®n Bonaparte, es el ¨²nico pa¨ªs del mundo en haberla restablecido¡±, dice el historiador Fr¨¦d¨¦ric R¨¦gent, autor de La France et ses esclaves. De la colonisation a son abolition (1620-1848). Este historiador distingue las colonias en las que la esclavitud se hab¨ªa mantenido tras su abolici¨®n ¨Dporque estaban ocupadas por los ingleses o porque los colonos se resistieron a aplicar la orden¨D y aquellas en las que se hab¨ªa suprimido efectivamente. La decisi¨®n de Napole¨®n fue doble: mantuvo la esclavitud en los territorios donde nunca se hab¨ªa abolido; y, tras una rebeli¨®n local, la reintrodujo en Guadalupe, en las Antillas.
R¨¦gent explica que ¡°la decisi¨®n de mantener la esclavitud donde se hab¨ªa mantenido es por motivos econ¨®micos, pero tambi¨¦n porque considera que los negros necesitan un amo para trabajar y para que se ocupe de ellos de manera paternalista¡±. Y precisa: ¡°M¨¢s que de racismo, prefiero hablar de prejuicio de color, que es el t¨¦rmino que se usa en la ¨¦poca¡±. ¡°Respecto al restablecimiento de la esclavitud en Guadalupe¡±, contin¨²a, ¡°retoma los otros argumentos, pero tambi¨¦n dice que es un castigo¡±. La esclavitud no volvi¨® a abolirse en Francia hasta 1848.
Es un personaje con tantos contrastes, tan parad¨®jico, que seg¨²n el momento se ha hecho de ¨¦l alguien de derechas, de izquierdas, y de nuevo de izquierdas y otra vez de derechasThierry Lentz
En los territorios franceses de ultramar, como Guadalupe, la memoria de Napole¨®n es todav¨ªa m¨¢s compleja que en la Francia europea. ¡°Desde hace una veintena de a?os, cuando se piensa en Napole¨®n, se piensa en el restablecimiento de la esclavitud¡±, explica R¨¦gent, que es de origen guadalupe?o. ¡°Pero durante mucho tiempo hubo una memoria positiva. ?El hermano de mi abuelo en Guadalupe, que era negro y naci¨® hacia 1920, se llamaba Napole¨®n!¡±. En su opini¨®n, la mejor manera de conmemorarlo ser¨ªa ¡°hacerlo sin celebrarlo ni glorificarlo¡±.
La ca¨ªda
Y, sin embargo, Francia, y Par¨ªs en particular, lo sigue celebrando y glorificando en su urbanismo monumental. La geograf¨ªa de la capital francesa es un inmenso homenaje a Napole¨®n, desde los Inv¨¢lidos adonde regresaron sus restos en 1840, hasta los nombres de las calles, avenidas o estaciones de tren que se refieren a batallas y mariscales: Friedland, I¨¦na, Wagram, Austerlitz, Duroc¡ En el Arco del Triunfo, el m¨¢s grandilocuente de todos los monumentos que proyect¨®, est¨¢n inscritos en letras gigantes nombres de otras campa?as: Sarragosse, Valls, Alba de Tormes, L¨¦rida, Ciudad Rodrigo, Tortose, Valence. Ciudades del pa¨ªs que invadi¨®, en el que se empantan¨® y que, junto a Rusia, aceler¨® su ca¨ªda.
¡°Se podr¨ªa hacer un paralelismo entre la guerra napole¨®nica en Espa?a y el proyecto de George W. Bush en Irak en 2003¡±, argumenta el hispanista franc¨¦s Beno?t Pellistrandi, autor de Histoire de l¡¯Espagne. Des guerres napol¨¦oniennes ¨¤ nous jours. ¡°Se tiene la idea de que se va a implantar la democracia, y se subestiman las realidades pol¨ªticas, sociales, geogr¨¢ficas y econ¨®micas que hacen surgir una oposici¨®n unida frente al invasor¡±. Napole¨®n Bonaparte se dio cuenta del error y lo admiti¨® al final de su vida en Santa Elena: ¡°Esta infeliz guerra de Espa?a fue una verdadera herida, la causa primera de las desgracias de Francia¡±.
Macron, el discurso y el esqueleto del caballo
En 2005, el presidente Jacques Chirac opt¨® por el silencio ante el bicentenario de la victoria de Austerlitz y estableci¨® lo que el historiador Thierry Lentz denomina la ¡°jurisprudencia Chirac¡±: por principio, no conmemorar a Napole¨®n Bonaparte y, cuando no hay otro remedio, hacerlo con precauciones.
El presidente Emmanuel Macron pronunciar¨¢ un discurso el mi¨¦rcoles en el Instituto de Francia y depositar¨¢ una corona de flores en su tumba en los Inv¨¢lidos. El jueves, debe instalarse en el mismo lugar, colgada sobre la tumba, la escultura Memento Marengo, del artista franc¨¦s Pascal Convert. La obra representa el esqueleto del famoso caballo del emperador. Y ha indignado a los defensores de la memoria napoleoniana. ¡°La cuesti¨®n no es que nos gusta o no¡±, escribi¨® Lentz en la red social Twitter, ¡°sino que debemos un respeto a la necr¨®polis nacional de los Inv¨¢lidos¡±.
Babelia
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