¡®Tibur¨®n blanco¡¯, en¨¦sima vuelta de tuerca al subg¨¦nero favorito del verano

Desde el estreno en 1975 de Tibur¨®n, las pel¨ªculas de tiburones asesinos son un subg¨¦nero cuyo ritual de agua salada, arena y sangre parece anunciar la llegada del feliz verano. La obra maestra de Spielberg cambi¨® el curso del Nuevo Hollywood y, sobre todo, de los taquillazos estivales. Desde entonces, la lista de pel¨ªculas con escualos sanguinarios es interminable, especialmente en las jugosas derivas de la serie B m¨¢s loca y fascinante, de Mako, el tibur¨®n de la muerte, estrenada un a?o despu¨¦s de Tibur¨®n, a, m¨¢s reciente, la delirante saga de Sharknado. Sea como sea, el tibur¨®n, esa ¡°m¨¢quina de matar perfecta¡±, encierra el miedo m¨¢s puro y primitivo. Quiz¨¢ porque como explicaba el personaje de Robert Shaw en la pel¨ªcula de Spielberg, los ojos del tibur¨®n esconden un aterrador secreto: ¡°Ojos sin vida, negros y quietos, como de mu?eca, hasta que muerden, y esos peque?os ojos negros se vuelven blancos, mientras el agua se ti?e de color rojo¡±.

Tibur¨®n blanco no aporta nada nuevo a este casi siempre entretenido subg¨¦nero, m¨¢s all¨¢ de un gui?o feminista plasmado en la sororidad de sus personajes. Por lo dem¨¢s, con el cl¨¢sico pre¨¢mbulo que convierte unas vacaciones id¨ªlicas en una pesadilla, toda la pel¨ªcula gira alrededor de una sola encerrona. Cinco arquetipos, un piloto herido hace a?os por un tibur¨®n, su compa?era y gu¨ªa de la excursi¨®n, un fornido y afable cocinero y dos turistas asi¨¢ticos ricos, ¨¦l remilgado y ella no, viajan en una avioneta a una playa de ensue?o donde todo empezar¨¢ a torcerse. La pel¨ªcula ocurre casi entera en una lancha naranja que a contrarreloj busca tierra, acechada sin descanso por dos tiburones blancos (los planos subjetivos del bicho que ide¨® Spielberg se vuelven a repetir tal cual) que se relamen pensando en el banquete de n¨¢ufragos. Todo predecible, m¨¢s o menos digerible y, eso s¨ª, con fabulosas vistas.