¡®Karen¡¯, ?frica en el coraz¨®n

El segundo largometraje de Mar¨ªa P¨¦rez Sanz, que ya sorprendi¨® con otro sue?o improbable situado en Extremadura con el documental Malpartida Fluxus Village, es una delicada y valiente evocaci¨®n de Karen Blixen y su sue?o de ?frica. Concisa y minimalista, P¨¦rez Sanz construye con muy poco una pel¨ªcula llena de presencias, fantasmas y recuerdos. Una mujer universalmente conocida por su seud¨®nimo literario, Isak Dinesen, recorre una casa y un paisaje junto al hombre que la acompa?¨® en su aventura africana, su criado somal¨ª Farah. Juntos volver¨¢n a las estancias de la memoria solitaria de la autora, hermosa y dolorosa a partes iguales. A trav¨¦s de pasajes de las cartas, relatos y memorias de Dinesen, P¨¦rez Sanz reconstruye dos personajes que funcionan como un ¨²nico coraz¨®n: la ama y el criado, la mujer blanca y el hombre negro, la colonizadora y el colonizado, la escritora y su imaginario. Las conversaciones, los gestos, los reproches velados, las interminables cuentas de una haza?a que acab¨® en ruina les une como la m¨¢s bella historia de amor en este ¨ªntimo viaje al pasado.

M¨¢s informaci¨®n

Afectuosamente, Karen Blixen

Isak Dinesen en Kenia sin alm¨ªbar

Imaginar ?frica en Extremadura no es el ¨²nico riesgo que asume esta audaz directora, al frente de todo sit¨²a a una actriz no profesional, la cantante Christina Rosenvinge, cuyos or¨ªgenes daneses y su madurez anclan su linaje con un personaje envuelto en un sigilo que no esconde la derrota. Solo por c¨®mo Rosenvinge sostiene la secuencia del gram¨®fono mientras se come un mango justifica su presencia en el reparto.

Karen es una pel¨ªcula desnuda llena de detalles y peque?as claves, tambi¨¦n hacia la popular adaptaci¨®n que Sydney Pollack hizo con Meryl Streep y Robert Redford en la piel de Blixen y su amante Denys Finch-Hatton. En uno de sus momentos m¨¢s ic¨®nicos, Redford le lavaba en medio de la naturaleza el pelo a una enamorada Streep. En un gui?o que permite varias lecturas Karen arranca con el personaje moj¨¢ndose el pelo en solitario en un r¨ªo, y vigilada de lejos por su criado. Ya no hay rastro del amante ni seguramente sitio para el romanticismo, solo para Farah, el verdadero compa?ero.