Cuando lo nuevo a¨²n pod¨ªa ser nuevo
La publicaci¨®n de ¡®Nouveau Roman. Correspondance 1946-1999¡ä ha generado un oportuno debate sobre la vigencia de un cierto experimentalismo en la narrativa francesa actual
La publicaci¨®n en Par¨ªs de Nouveau Roman. Correspondance 1946-1999 (con cartas cruzadas entre Butor, Sarraute, Mauriac, Robbe-Grillet, Ollier, Pinget y Simon) ha generado un oportuno debate sobre la vigencia de un cierto experimentalismo en la narrativa francesa actual. La gran Tiphaine Samoyault ha se?alado en Le Monde que esa vigencia existe y que al Nouveau Roman se le detest¨® por haber situado la sombra de la sospecha sobre el g¨¦nero mismo de la novela, pero que en los ¨²ltimos tiempos tanto la autoficci¨®n francesa como la literatura documental se han alineado con esa sospecha. Samoyault ha remarcado esto justo cuando m¨¢s se percibe que el tradicional tejido com¨²n de la literatura ¡ªla costumbre de formar grupos, comunidades creativas¡ª es algo que ha ido desapareciendo, hasta convertirse en este nuevo milenio en lo que Calasso ha definido como ¡°un hecho de individuos solitarios, tenazmente separados entre s¨ª¡±. Precisamente si algo confirma esta correspondencia in¨¦dita de los autores del Nouveau Roman es que aquel movimiento de ruptura fue una comunidad creativa y no, como a veces se piensa, un montaje publicitario.
Las cartas de aquella comunidad (destaca la modernidad absoluta de Nathalie Sarraute) contienen un revelador rastreo de la pre-historia del Nouveau Roman, su investigaci¨®n sobre los d¨ªas de 1946, cuando en Europa todo era pura necesidad de construir sobre las ruinas: el humanismo hab¨ªa salido tan da?ado que hasta se cuestionaban las nociones de ¡°personaje¡±, ¡°autor¡±, ¡°trama¡±. Hoy en d¨ªa, el Nouveau Roman aparece como el ¨²ltimo avatar de una modernidad que fue el postrer eco de una ¨¦poca ¡ªpienso que feliz¡ª en la que las vanguardias po¨¦ticas, musicales, pict¨®ricas, etc. a¨²n pod¨ªan, sin ruborizarse, reclamar para ellas el adjetivo ¡°nuevo¡±.
?Nos queda lejos aquella ¡°conmoci¨®n est¨¦tica¡± en la que lo nuevo a¨²n pod¨ªa parecernos nuevo? No tanto, pero en Espa?a el Nouveau Roman siempre fue menospreciado, a pesar de que a partir de los a?os sesenta fue una corriente literaria que nos lleg¨® puntualmente traducida, lo que a fin de cuentas, aunque ya no se hable de esto, acab¨® originando una vertiente hisp¨¢nica de lo nuevo en la que habr¨ªa que destacar novelas tan memorables como Alimento del salto, de Javier Fern¨¢ndez de Castro. Esa corriente hisp¨¢nica de experimentalismo carece de reconocimiento cuando en realidad est¨¢ demandando que se investigue a fondo, por ejemplo, por qu¨¦ fue aplastada en la siguiente d¨¦cada por una ¡°Nueva Narrativa espa?ola¡± que de ¡°nueva¡± nunca tuvo nada.
La publicaci¨®n de las cartas del Nouveau Roman ha venido a confirmar, por otra parte, que en aquel movimiento hubo teor¨ªa y unidad de grupo y se bas¨® en la amistad (y la rivalidad), y por tanto fue una experiencia humana hecha de intercambios, de aprecios y de lecturas rec¨ªprocas que parecen estar queriendo darnos una buena noticia: si alg¨²n d¨ªa, a trav¨¦s del c¨¢lido y antiguo tejido com¨²n de la literatura, dese¨¢ramos restaurar algo que pudiera parecernos nuevo, a¨²n estar¨ªamos a tiempo.
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