Chillida y T¨¤pies se funden en un abrazo
El museo del escultor vasco acoge como hu¨¦sped de honor al artista catal¨¢n en una exposici¨®n repleta de complicidades
La ¨²ltima vez que Eduardo Chillida (San Sebasti¨¢n, 1924-2002) y Antoni T¨¤pies (Barcelona, 1923-2012) se vieron fue en septiembre de 1998 en el Macba de Barcelona. Entonces intercambiaron palabras de afecto mutuo y aquel momento acab¨® siendo una despedida para siempre. Ambos, ya fallecidos, se reencuentran ahora en el museo del artista vasco. Son sus obras las que dialogan d¨¦cadas despu¨¦s en el interior del caser¨ªo Zabalaga. Es un abrazo art¨ªstico entre dos creadores que dejaron una huella profunda en la evoluci¨®n del arte moderno y contempor¨¢neo.
Es la primera vez que el caser¨ªo Zabalaga, una obra en s¨ª misma dentro del museo Chillida Leku, abre sus puertas a otro artista. T¨¤pies es el hu¨¦sped de honor, el invitado elegido por los Chillida para protagonizar una exposici¨®n cargada de simbolismos, complicidades, gui?os art¨ªsticos y biograf¨ªas paralelas. T¨¤pies en Zabalaga contiene una selecci¨®n de 17 obras del creador catal¨¢n (nueve esculturas, dos murales, tres pinturas y tres libros de artista) fechadas en la d¨¦cada de los ochenta. Para Mireia Massagu¨¦, directora del museo, ¡°solo pod¨ªa ser T¨¤pies; no pod¨ªa ser otro¡±.
T¨¤pies y Chillida ya se hab¨ªan profesado admiraci¨®n rec¨ªproca en varias dedicatorias que intercambiaron en vida. ¡°Desde la gravedad insistente / te saludo T¨¤pies / en tu asombro / certidumbre / duda / en tu lucidez rebelde / simetr¨ªa heterodoxa¡±. Este manuscrito sin datar pertenece al escultor vasco. En 1960, recibi¨® un libro de T¨¤pies dedicado as¨ª: ¡°A Eduardo Chillida, con todo el afecto y admiraci¨®n de T¨¤pies¡±. El imponente mural Huella de cesta sobre ropa (1980), que el pintor barcelon¨¦s regal¨® a su amigo y cuelga hoy de una de las paredes de la exposici¨®n, presidi¨® durante muchos a?os el sal¨®n de la casa de los Chillida. ¡°T¨¤pies es m¨¢s que un artista; yo lo veo como un amigo de mi padre¡±, ha confesado Luis Chillida en la presentaci¨®n de la muestra.
Esa amistad y la conexi¨®n profesional que entablaron est¨¢n en el origen de la decisi¨®n de elegir a T¨¤pies como el primer artista invitado de Chillida Leku. Sus vidas convergieron en diferentes momentos hist¨®ricos y creativos, coincidieron en la Bienal de Venecia de 1958, en la galer¨ªa Maegth de Par¨ªs y tuvieron relaci¨®n con el ceramista alem¨¢n Hans Spinner. El trato de la materia, la voluntad de trascenderla para llegar a la espiritualidad, el gusto por la filosof¨ªa y la poes¨ªa o el inter¨¦s por el espiritualismo oriental estrecharon la relaci¨®n de ambos. Hay un elemento a?adido que les uni¨®: la tierra chamota. Este material es sobre el que pivota la muestra de Zabalaga.
Chillida ya hab¨ªa trabajado con el barro cocido en los hornos que Maegth pon¨ªa a su disposici¨®n antes de que T¨¤pies comenzara a experimentar con la tierra chamota a comienzos de los ochenta. Aquel le insisti¨® para que se adentrara en este mundo y se pusiera en manos de Spinner. Sabatilla (1986), una zapatilla en tierra chamota de dimensiones desproporcionadas, abre la muestra y evoca a Picasso, quien sol¨ªa recibir en su casa en zapatillas y ropa de casa. Al lado de esta pieza, una mesa de despacho que recuerda el escritorio de su padre, y C¨¢ntaro y bota (1987), creada con la t¨¦cnica del ensamblaje y fruto de la influencia que recibi¨® del surrealismo y la radicalidad del dad¨¢.
Un profundo deseo de conocer
Nausica S¨¢nchez, responsable del ¨¢rea de educaci¨®n de Chillida Leku, explica que la exposici¨®n ¡°no busca hacer una lectura te¨®rica ni cronol¨®gica de la obra de T¨¤pies¡±. Se trata de, a?ade, ¡°revisitar la figura de un artista pl¨¢stico fundamental cuya trayectoria art¨ªstica ha coincidido en determinadas ocasiones con la de Chillida¡±. ¡°Las obras de ambos artistas est¨¢n selladas por un profundo deseo de conocer. Es esa sed de conocimiento que, junto con una clara voluntad de transformaci¨®n de la consciencia a trav¨¦s del arte, les ha guiado en sus procesos art¨ªsticos¡±, remarca S¨¢nchez en el cat¨¢logo de la exposici¨®n que se publicar¨¢ a comienzos de julio.
En la parte central de la muestra se sit¨²an la Cabeza vendada (1989) y los nichos Composici¨®n (1991), obras con las que T¨¤pies quiso ¡°reflexionar sobre el dolor y la muerte¡±, dice la investigadora S¨¢nchez. El mural Trespeus (1985), en esmalte sobre lava, es la primera vez que se ense?a fuera de la sede de la Fundaci¨®n Antoni T¨¤pies. Esta entidad y la familia del autor catal¨¢n, adem¨¢s de los pr¨¦stamos de diversas colecciones privadas, nutren el universo T¨¤pies que ahora ocupa Zabalaga y dialoga con tres esculturas en tierra chamota de formato medio creadas por Chillida en diferentes momentos del siglo pasado.
Los trabajos pict¨®ricos del catal¨¢n, en barnices y esmaltes que tanto le distinguieron, y su pasi¨®n por los libros ¡ªsu abuelo era librero¨D ocupan la ¨²ltima de las estancias de la muestra. S¨¢nchez destaca que ¡°el entusiasmo por el enigm¨¢tico mundo de los libros se evidencia en la escultura en bronce Libro I (1987) y en los tres libros de artista realizados en colaboraci¨®n con Rafael Alberti, Joan Brossa y Jacques Dupin¡±.
Zabalaga est¨¢ muy lejos del amado Montseny para T¨¤pies, pero en un espacio de praderas como Chillida Leku, rodeado de magnolios, robles y manzanos, el creador barcelon¨¦s estar¨ªa ¡°como en su casa¡±, afirma Massagu¨¦: ¡°La figura de Chillida crece al lado de T¨¤pies, y viceversa¡±.
El museo ubicado en Hernani, reabierto en 2019, ocho a?os despu¨¦s de su cierre por inviabilidad econ¨®mica y problemas de gesti¨®n, ofrece esta exposici¨®n dedicada a T¨¤pies tras sacudirse los efectos que la pandemia ha provocado en el sector cultural. Para este verano ofrecer¨¢ entre junio y septiembre actividades que combinar¨¢n arte y naturaleza con la m¨²sica, la danza, el yoga o la gastronom¨ªa, entre otras disciplinas.
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