Sin dinero no hay poes¨ªa
Ojo con la visi¨®n rom¨¢ntica de la creaci¨®n art¨ªstica, que lleva a la miseria. Los creadores son trabajadores aut¨®nomos que no descansan nunca
Por muy grande que sea la obra de un artista, de un escritor, de un m¨²sico, siempre ser¨¢ m¨¢s grande su boca que pide alimento y m¨¢s intenso el aullido de su cuerpo que pide una casa. El cr¨ªtico estadounidense William Deresiewicz acaba de publicar un brillante ensayo titulado La muerte del artista, en donde se recoge una reflexi¨®n, llena de casos concretos, de la relaci¨®n compleja del creador contempor¨¢neo con el dinero. Lo que hace del libro una lectura apasionante es que el autor contabiliza el dinero que ganan los artistas americanos, y los gastos que tienen. A veces el libro parece una gu¨ªa de apartamentos cutres y baratos de Nueva York, San Francisco o Chicago. 40.000 o 50.000 d¨®lares al a?o es lo que Deresiewicz considera una profesionalizaci¨®n aceptable. Leyendo este libro he pensado en su posible extrapolaci¨®n al ¨¢mbito espa?ol. Deresiewicz sostiene la teor¨ªa de que solo los creadores que proceden de familias acomodadas pueden dedicarse a la literatura, la m¨²sica o el arte desde el primer momento de su juventud. Los dem¨¢s tienen que buscarse la vida como pueden, eso es igual en Espa?a. El 95% de los escritores de mi generaci¨®n proceden de las clases medias espa?olas, o de las clases medias bajas.
El otro d¨ªa iba en un tren con la escritora Sara Mesa. Nos pusimos a hablar de nuestros or¨ªgenes humildes y de c¨®mo eso hab¨ªa dificultado el paso a nuestra profesionalizaci¨®n como escritores. No es queja. Es an¨¢lisis. Queja ninguna. Es solo conciencia de qui¨¦n eres. Ni Sara ni yo tuvimos padres que nos mandaran a un colegio biling¨¹e desde los tres a?os y largos veranos de adolescencia a Inglaterra a perfeccionar el ingl¨¦s. No hablar bien ingl¨¦s es tambi¨¦n una declaraci¨®n de clase social. Una cat¨¢strofe m¨¢s. Un escritor espa?ol de 40 a?os que no pueda vivir de la literatura acaba pensando que eso es as¨ª porque no tiene talento. No, eso es as¨ª porque vive en un pa¨ªs de econom¨ªa mediocre. Deresiewicz no sabe que hay pa¨ªses en donde la profesionalizaci¨®n de los creadores es infinitamente peor que en Estados Unidos. Le dir¨¦ un pa¨ªs: Espa?a. Los pa¨ªses con democracias centenarias y con capacidad de producir riqueza econ¨®mica invierten sus excedentes en cultura. Y esa es la paradoja m¨¢s inc¨®moda del dinero, pues cuando hay dinero de sobras, te puedes comprar un libro, puedes ir a la ¨®pera o al teatro. Si no hay dinero, no hay poes¨ªa.
¡°Deresiewicz advierte que el entusiasmo que anida en las vocaciones art¨ªsticas pueden convertirse en una estrategia para no pagar¡±
En Espa?a nos cuesta hablar de dinero, est¨¢ mal visto. Y en el terreno de la cultura hablar de dinero a¨²n est¨¢ peor visto. Deresiewicz ya advierte que el entusiasmo y la ilusi¨®n y la disponibilidad total que anidan en las vocaciones art¨ªsticas pueden convertirse en una estrategia para no pagar, aceptar trabajo gratis o remuneraciones humillantes. Ojo con la visi¨®n rom¨¢ntica de la creaci¨®n art¨ªstica, que lleva a la miseria. Los creadores son trabajadores aut¨®nomos que no descansan nunca. Yo no conozco ning¨²n escritor profesional que se tome ni un d¨ªa de vacaciones. Es verdad que en las profesiones art¨ªsticas hay una confusi¨®n muy estimulante entre vida y trabajo, pero todos sabemos lo que es el trabajo. Porque el trabajo de un creador consiste en lo mismo que en cualquier otra profesi¨®n, es decir, en un intenso ejercicio de voluntad, de sacrificio y de tiempo de tu vida, en donde no paseas, no tomas el sol, no vas en bicicleta, no te bebes una cerveza en una terraza, no est¨¢s con tu familia, con tus amigos, o con tus hijos. Ni siquiera puedes ponerte enfermo.
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