El autor con su editor

Recuerdo que del monumental Borges, de Bioy Casares, destacaba Rodrigo Fres¨¢n en La parte recordada un breve di¨¢logo que, quiz¨¢ por su laconismo, nunca he acabado de ver cerrado, lo que lo ha dejado envuelto en un cierto misterio: el fondo enigm¨¢tico que tantas veces busco en lo que leo. Habr¨ªa que escribir sobre los primeros pasos de un escritor, dec¨ªa Bioy. S¨ª, respond¨ªa Borges, pero hacerlo exagerando un poco.

Y hasta aqu¨ª su di¨¢logo. Y tambi¨¦n el misterio. ?Por qu¨¦ habr¨ªa que exagerar? ?Porque a una escritora o a un escritor no le ocurren cosas excesivamente apasionantes, dignas de ser narradas? Eso es lo que suele decirse por ah¨ª, pero hay vidas que lo desmienten. Sin ir m¨¢s lejos, estoy pensando en el libro de Jean Echenoz que Mar¨ªa Teresa Gallego Urrutia ha traducido recientemente para N¨®rdica: J¨¦r?me Lindon. En la edici¨®n espa?ola le han a?adido un subt¨ªtulo, El autor y su editor.

Jean Echenoz, esa adicci¨®n a perpetuidad

El libro, en su momento, fue una pieza tan rara como inesperada dentro de Les ?ditions de Minuit. Inesperada porque a la muerte no suele esper¨¢rsela demasiado, y el texto de Echenoz surgi¨® en 2001 como homenaje sentido a su editor, Lindon, fallecido en abril de ese a?o. Y era una pieza rara porque narraba, con frases cortas y un admirable minimalismo, los avatares que rodean los primeros y desconcertantes pasos en el Par¨ªs de final de siglo (con dos cameos de Beckett, la estrella de Minuit) de un narrador debutante.

Lo que con gran sutilidad refleja Echenoz en su breve y amen¨ªsimo libro son las relaciones entre ¨¦l y Lindon a lo largo de los 20 a?os en los que trabajaron juntos. El personaje del escritor Echenoz es un tipo t¨ªmido, asustado, propenso a asombrarse, que ha visto rechazada su primera novela por todas las editoriales de Par¨ªs y que para su sorpresa un d¨ªa recibe la llamada del editor que m¨¢s valora y que al mismo tiempo le infunde m¨¢s respeto y terror por ser su editorial la m¨¢s austera y rigurosa, y tambi¨¦n la m¨¢xima conservadora de las esencias de la literatura de verdad. Le parece Minuit a Echenoz el lugar menos apropiado para que se interesen por su novela desahuciada y sucede lo contrario: es el ¨²nico lugar donde se interesan por ella.

Las relaciones entre ¨¦l y Lindon componen una trepidante historia de encuentros y desencuentros y se desmiente a fondo que sea tan sosa la vida del que escribe

A partir de la primera conversaci¨®n, las relaciones entre ¨¦l y Lindon componen una trepidante historia ¨Dnada m¨¢s dif¨ªcil de ensamblar que un editor con un escritor, defienden intereses distintos¨D de encuentros y desencuentros y se desmiente a fondo que sea tan sosa la vida del que escribe, confirm¨¢ndose que solo los seres sin imaginaci¨®n piensan que los otros llevan unas vidas mediocres. Echenoz no se aburre precisamente descubriendo el genio de su editor, que al morir en abril de 2001 cierra inevitablemente el di¨¢logo entre los dos en un desenlace que me recuerda a aquellos que tanto gustan a los amantes de los relatos que nunca se acaban de entregar del todo. Desde luego J¨¦r?me Lindon es la historia de un di¨¢logo que nadie podr¨¢ acabarse de explicar nunca, quiz¨¢s porque las relaciones entre Echenoz y Lindon empiezan en nosotros cuando terminamos de leerlas.