Las caras de Mar¨ªa Magdalena: de la mujer ca¨ªda al icono feminista
Un museo holand¨¦s ilustra la evoluci¨®n de una figura declarada ap¨®stol de los ap¨®stoles por el papa Francisco y cuya voz reivindica la cultura contempor¨¢nea
Pocas mujeres son reconocibles de inmediato solo por su nombre en la historia, y mucho menos en el plano religioso. Mar¨ªa Magdalena aparece en los cuatro Evangelios, fue la primera que vio a Cristo resucitado, y recibi¨® el encargo de dec¨ªrselo a los dem¨¢s. Representada por los artistas como una joven de largos cabellos sueltos, ha protagonizado incluso la denominada Leyenda ?urea, seg¨²n la cual emigr¨® a Francia gracias a la divina providencia. Su imagen se ha ido adaptando a la doctrina y la mentalidad de la ¨¦poca, y ha llegado hasta la cultura popular, con reinterpretaciones tan llamativas como la de la televisiva Kim Kardashian, paloma blanca en mano y profusi¨®n de maquillaje. O la de la cantante Lady Gaga, en el v¨ªdeo de su tema Judas. Fuerte y doliente, en ¨¦xtasis y cercana a la vez, Magdalena vertebra la muestra que se inaugura este viernes en el Museo Catharijneconvent, un antiguo monasterio de la Orden de Malta, en la ciudad holandesa de Utrecht. La exposici¨®n subraya por primera vez la huella contempor¨¢nea de una santa cuya fiesta lit¨²rgica ¡ªel 22 de julio¡ª es de memoria obligatoria desde 2016 en el calendario romano por orden del Papa Francisco.
Hay un atributo que no ha abandonado las representaciones de Mar¨ªa Magdalena hasta nuestros d¨ªas: su cabello, rubio o rojizo, que cubre su cuerpo desnudo en algunos momentos. Hasta Lady Gaga se rinde a una melena milenaria ¡ªen su caso platino¡ª cuando canta que ¡°Jes¨²s es mi virtud, y Judas el demonio al que me aferro¡±. Su m¨²sica acompa?a el t¨ªtulo de la exposici¨®n, Mar¨ªa Magdalena, testigo principal, pecadora, feminista, que re¨²ne esculturas, casullas sacerdotales ricamente bordadas, lienzos, tablas, pasajes de los cuatro Evangelios, adaptaciones fotogr¨¢ficas y al cine de la relaci¨®n entre ella y Cristo, y un altar turbador. Est¨¢ formado por delantales como los de las internas de las Lavander¨ªas de la Magdalena, en Irlanda, donde miles de mujeres fueron sometidas a trabajos forzados entre los siglos XVIII y XX para redimir sus supuestos pecados. Magdalena era una mujer ca¨ªda para las religiosas que dirig¨ªan dichos centros, y el altar incluido en Utrecht es de la artista estadounidense Patricia Cronin. El museo lo ha colocado junto al cuadro Magdalena (1994), de la pintora holandesa Marlene Dumas, que la sienta con la falda levantada para reflexionar sobre la belleza aceptada de las modelos de las revistas de moda, y la belleza casi inaceptable de las prostitutas.
¡°Hemos querido presentar esta dualidad: Mar¨ªa Magdalena en parte como ejemplo de fe, porque se arrepiente de sus pecados, y tambi¨¦n como la v¨ªctima de la etiqueta de pecadora, una condici¨®n que hoy no est¨¢ bien vista. Son dos enfoques que coexisten y me gusta el debate que generan¡±, dice Lieke Wijnia, conservadora del museo Catharijneconvent. Hay un ¨®leo que ilustra bien dicha dualidad. Es el retrato de una mujer adinerada que posa como Magdalena para perpetuar su propia devoci¨®n religiosa. Firmado en 1520 por Tommaso di Stefano Lunetti, presentarse como un santo era muy popular en los siglos XVI y XVII, y la modelo porta una vasija de ung¨¹ento como el usado para perfumar los pies de Cristo. ¡°Es reconocida por unos artistas como una mujer bella y rica, y tambi¨¦n como una ermita?a vestida de harapos que pena sus culpas. Tratamos de ilustrar el contraste, porque con sus aportaciones, Lady Gaga o Kim Kardashian reivindican tambi¨¦n su sexualidad como algo de lo que puedes enorgullecerte como mujeres actuales¡±, a?ade.
Mar¨ªa Magdalena es nombrada por los cuatro Evangelistas, Mateo, Marcos, Juan y Lucas, y este ¨²ltimo dice que [Mar¨ªa de Magdala] contribuy¨® con sus bienes a los tres a?os de pr¨¦dicas de Cristo en Palestina. Pose¨ªda, de ella ¡°fueron expulsados los siete demonios¡±. Marcos la menciona como una de las mujeres en la Crucifixi¨®n. Los cuatro ap¨®stoles coinciden en que descubri¨® la tumba vac¨ªa, y Juan dice que ella le vio despu¨¦s de resucitar y le llam¨® Rabboni, maestro. Hay otra Mar¨ªa, de Betania, hermana de Marta y de L¨¢zaro, resucitado por Jes¨²s, que se identifica tambi¨¦n con Magdalena. Y a¨²n una tercera, llamada pecadora por el evangelista Lucas que ¡°unge los pies del Se?or¡± y los seca con sus cabellos. En la liturgia romana, las tres mujeres convergen en una sola en el a?o 591 de la mano del papa Gregorio Magno. ¡°Qu¨¦ significan esos siete demonios, sino todos los vicios¡±, dijo. La liturgia griega, sin embargo, las reconoce por separado.
Todas sus caras han llegado al arte, y en la muestra hay tambi¨¦n una Mar¨ªa Magdalena en el desierto, pintada en 1869 por Pierre Puvis de Chavannes. Otra que deja atr¨¢s lujos y joyas y cuyo cuerpo desnudo simboliza la pureza espiritual del arrepentimiento, obra de Godfried Schalcken (1654-1706). Una figurita de cer¨¢mica como ermita?a, con el cabello que parece formar una unidad con el bosque, de la artista Kiki Lamers (2020). O un retrato de una joven vestida de blanco que mira de frente al espectador, ejecutado en 2019 por Egbert Modderman. Al final del recorrido, aparece con l¨¢grimas y cabellera esplendorosa, pintada por Alfred Stevens en 1887. Todos ilustran la larga marcha de una mujer declarada por el papa Francisco ¡°ap¨®stol de los ap¨®stoles¡± por el ejemplo de su amor a Cristo. Y a la que otro pont¨ªfice, Pablo VI, retir¨® el apelativo de mujer ca¨ªda en 1969. Casi 14 siglos despu¨¦s de los demonios de Gregorio Magno.
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