?ngel Otero, banderillero, uno de los grandes que ha abandonado por la pandemia
El torero madrile?o ha colgado el traje de plata para regentar un establecimiento hostelero
¡°Con todo el dolor de mi coraz¨®n, quiero informar que ya no puedo continuar en la profesi¨®n que he amado, amo y amar¨¦, porque, al igual que otros muchos compa?eros que siguen luchando y resistiendo ante los dif¨ªciles momentos que vivimos, debo priorizar a mi familia, pues es a la que me debo y la que ha estado siempre a mi lado¡±.
El pasado mes de abril, ?ngel Otero (Madrid, 1982), uno de los subalternos m¨¢s reconocidos del escalaf¨®n, espectacular en el tercio de banderillas, con las que ha cosechado numerosas tardes de triunfo, anunciaba de este modo que abandonaba los ruedos a causa de la grave crisis econ¨®mica provocada por la pandemia en el sector taurino.
Colg¨® el traje de plata, y, desde entonces, enfundado en un mandil, trabaja detr¨¢s de la barra de un negocio de hosteler¨ªa que, en compa?¨ªa de su esposa, regenta en el pueblo madrile?o de Anchuelo.
Solo lleva unos meses fuera de los ruedos y asegura que echa mucho de menos el toro. ¡°Much¨ªsimo; no hay un d¨ªa que no busque alg¨²n tipo de contacto con la profesi¨®n¡±, afirma; ¡°porque yo no soy un resentido, y la ¨²nica raz¨®n de mi marcha es que no pod¨ªa vivir; he toreado seis festejos entre 2020 y lo que llevamos de esta temporada, y necesitaba urgentemente buscar una soluci¨®n para mi familia. La verdad es que me ve¨ªa muy mal¡±.
¡°No soy un resentido; me he ido de la profesi¨®n porque no pod¨ªa vivir¡±
¡°Me he retirado porque, poco a poco, me he visto superado por el des¨¢nimo y el aburrimiento¡±, continua. ¡°La pandemia paraliz¨® casi por completo la temporada pasada y fui perdiendo la ilusi¨®n y, con ella, las ganas de entrenar. Tanto es as¨ª que en el ¨²ltimo festejo que tore¨¦, el pasado 28 de marzo, en Ja¨¦n, en la cuadrilla de Rub¨¦n Pinar, coloqu¨¦ los dos pares de banderillas y me desmontar¨¦ a petici¨®n del p¨²blico; pero ya hab¨ªa algo dentro de m¨ª que me produc¨ªa intranquilidad. Lo pens¨¦ fr¨ªamente y decid¨ª que ten¨ªa que dar el paso¡±.
¡°Me he ido de la profesi¨®n empujado por las circunstancias¡±, concluye; ¡°y la verdad es que me embarga una sensaci¨®n muy rara¡±.
Pregunta. ?Est¨¢ usted ya arrepentido?
Respuesta. Esa no es la palabra correcta. Digamos que me he ido en contra de mi voluntad. Vamos, que colgaba el traje o era hombre muerto. De alg¨²n modo tengo que sobrevivir.
Cuenta ?ngel Otero que se crio en la antigua ganader¨ªa de Pe?ajara, donde su padre ejerc¨ªa como mayoral; por el contacto con el toro y la influencia paterna descubri¨® una vocaci¨®n que se acrecent¨® cuando su hermano Jos¨¦ se hizo matador de alternativa.
Aprendi¨® a manejar los trastos en las capeas populares, y lleg¨® a debutar con picadores, pero pronto comprendi¨® que la meta de ser figura del toreo no aparec¨ªa en su horizonte.
¡°No tore¨¦ m¨¢s de cinco o seis festejos, y me di cuenta de que aquello era muy dif¨ªcil para m¨ª. No s¨¦ si hubiera alcanzado alg¨²n sue?o¡±.
Y en el a?o 2001, aconsejado por algunos amigos, conocedores de su f¨¢cil manejo del capote y las banderillas, tom¨® la decisi¨®n de cambiar de escalaf¨®n.
¡°He sido feliz como torero; cuando no lo soy es ahora¡±
¡°As¨ª fue. Desde peque?o banderilleaba a los becerros, me sal¨ªa como algo natural. Poner banderillas fue algo que naci¨® conmigo¡±.
Han sido 20 a?os de carrera en los ruedos, donde se ha ganado un alto prestigio al lado de una larga n¨®mina de matadores.
¡°Ha sido una etapa muy bonita¡±, comenta Otero. ¡°He tenido la suerte de vivir experiencias inolvidables y de ir con toreros que me han respetado y me han dado mi sitio; en especial, con David Mora, a quien conoc¨ª en las capeas y a quien considero como un hermano¡±.
Recuerda con afecto a algunos de los matadores a los que ha acompa?ado (Luis Miguel Encabo, Julio Aparicio, Fernando Roble?o, Mat¨ªas Tejela, Frascuelo¡), aunque ya en el comunicado de su despedida apuntaba ¡°lo dif¨ªcil que es mantener la ilusi¨®n en una profesi¨®n como la nuestra, en la que, en muchos momentos, al no tener cabida en un lugar privilegiado, me ha hecho dudar de mi val¨ªa como torero¡¡±
¡°No he tenido la suerte de formar parte de la cuadrilla de una figura del toreo, lo que me hubiera gustado, pero no se me ha presentado la oportunidad¡±, aclara.
P. ?Ha averiguado por qu¨¦?
R. No lo s¨¦; he pensado muchas cosas, pero no he llegado a ninguna conclusi¨®n.
P. ?No obstante, ha sido usted feliz vestido de plata?
R. Mucho. Cuando no lo soy es ahora.
P. Lo dice porque ha sido usted un triunfador¡
R. No s¨¦. Yo no me he sentido un triunfador. He disfrutado cada momento y ya est¨¢. Lo que s¨ª pretend¨ªa cada tarde es hacer las cosas bien.
P. Y ha podido vivir del toro¡
R. S¨ª, pero solo para vivir sobre la marcha, y prueba de ello es que tengo este negocio desde hace dos veranos. Hoy d¨ªa, muy pocos toreros pueden vivir solo del toro.
P. Es usted un torero de Madrid, en Las Ventas ha conseguido sus m¨¢s sonados triunfos, y se ha marchado sin despedirse de esta afici¨®n¡
R. As¨ª es. Me han llamado algunos aficionados del tendido 7, con los que tengo muchas cosas en com¨²n, aunque no conozco a ninguno. La afici¨®n de Madrid es dif¨ªcil y f¨¢cil a la vez; el ¨²nico misterio es que le gusta la pureza.
?ngel Otero tambi¨¦n tuvo palabras de agradecimiento para los aficionados en su despedida; y habl¨® entonces del ¡°respeto y cari?o con el que me han tratado, siendo ese el verdadero reconocimiento que he sentido a lo largo de todos mis a?os de carrera¡±. ¡°Gracias a todos, y, especialmente, al p¨²blico de Madrid, que me ha obligado a ser exigente conmigo mismo, y ha valorado y celebrado, adem¨¢s, las buenas tardes que he tenido¡±.
¡°Me voy¡±, terminaba el comunicado, ¡°dando las gracias a la que considero la profesi¨®n m¨¢s hermosa del mundo, la que me lo ha dado todo¡±.
P. Cualquiera dir¨ªa que est¨¢ usted pensando en volver¡
R. En este momento, no sabr¨ªa responderle. Atravieso un momento de mi vida un poco extra?o. Estoy a la expectativa¡
(La cita telef¨®nica para la entrevista hubo que posponerla porque esa madrugada su establecimiento fue visitado por los ladrones. ¡°Otro problema m¨¢s¡±, se lamentaba ?ngel, ¡°ahora que intento levantar cabeza¡¡±)
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