Morante de la Puebla, ese desconocido
El torero sevillano se justific¨® sobradamente, y Luque cort¨® dos orejas a una decepcionante corrida de Torrestrella
Morante de la Puebla cumplir¨¢ la temporada pr¨®xima 25 a?os como matador de toros, ¡ªya es todo un veterano¡ª, y este s¨¢bado se present¨® en Huelva como un torero nuevo y desconocido para la afici¨®n; y no por su contrastada condici¨®n art¨ªstica, de sobra conocida, sino por su actitud, disposici¨®n y entrega.
Algo le sucede a Morante, y no es malo. No es habitual ese compromiso de principio a fin, con capote y muleta; ni ese semblante de diestro poderoso que se subleva contra las nulas condiciones de sus toros y se empe?a en sacar agua de un pozo seco.
Es verdad que hab¨ªa hecho una apuesta por la corrida de Torrestrella, hierro con el que no se anunciaba desde 2006, 15 a?os ya, ¡ªel dato lo ofrecieron los comentaristas de Torostv¡ª, y se justific¨® sobradamente, de modo que cort¨® una oreja a su primero y sorprendi¨® que no se la pidieran en el cuarto, con el que estuvo mejor.
Claro, que fall¨® estrepitosamente el elemento fundamental: el toro. La corrida de Torrestrella se anunci¨® en Huelva por exigencia del propio Morante, dispuesto a gestas inapropiadas hasta ahora de su estatus de figura, y result¨® un fiasco. Ni destac¨® por el trap¨ªo, muy discreto a excepci¨®n del toro sobrero, ni por su comportamiento, mansa en los caballos, y sosa y descastada en los dem¨¢s tercios. Es decir, que no fue posible la gesta, pero s¨ª la ocasi¨®n para ver a un Morante ilusionado y convencido de que a¨²n tiene mucho que aportar a la fiesta; as¨ª, se luci¨® a la ver¨®nica y por chicuelinas al paso con su primero, un animal noblote, muy justo de fuerza y de casta, ante el que se coloc¨®, muleta en mano, al hilo del pit¨®n, y aun as¨ª dibuj¨® algunos pasajes estimables.
El cuarto era un ejemplar sin gracia ni entrega, de esos que Morante los ha despachado a montones en un plis plas, pero h¨¦te aqu¨ª que cuando parec¨ªa que montar¨ªa la espada tras un aseado y breve abaniqueo por bajo, se plant¨® como un muchacho necesitado de contratos, y le rob¨® al toro varios naturales de singular enjundia. Y no fue lo ¨²nico destacable, pues por all¨ª anduvo con torer¨ªa y chuler¨ªa de torero poderoso ante un toro que no merec¨ªa tal miramiento.
Lo dicho: a Morante le sucede algo, y no es malo.
Torrestrella/Morante, Luque, Ortega
Toros de Torrestrella, -el tercero, devuelto- de justo trap¨ªo, mansos, sosos y descastados. El sobrero, del mismo hierro, muy bien presentado, cumpli¨® en varas y decepcion¨® en el tercio final.
Morante de la Puebla: estocada baja (oreja); estocada fulminante (ovaci¨®n).
Daniel Luque: estocada (oreja); media tendida y un descabello (oreja).
Juan Ortega: dos pinchazos y casi entera (silencio); estocada (silencio).
Plaza de Huelva. Feria de las Colombinas. 31 de julio. Lleno de 3.500 espectadores (el aforo permitido del 50%).
Daniel Luque, por su parte, volvi¨® a corroborar que ha alcanzado un alto conocimiento de los toros, y destac¨® por su poder¨ªo y sobrada capacidad para adaptarse a las circunstancias de sus oponentes. Peca, quiz¨¢, de frialdad porque es tal su dominio que resta importancia a su labor. Escasa de emoci¨®n fue la primera a un animal descastado, y m¨¢s trabajada la segunda, un toro que iba y ven¨ªa sin ¨¢nimo alguno.
Pocas opciones tuvo Juan Ortega, m¨¢s all¨¢ de mostrar su sentido de la naturalidad, templanza y buen gusto ante el inservible sexto. Enga?¨® y de qu¨¦ manera el sobrero que hizo tercero, un toro serio que empuj¨® en varas, acudi¨® largo en banderillas, con las que se luci¨® Andr¨¦s Revuelta, y lleg¨® al tercio final con las dificultades inherentes a la soser¨ªa y la ausencia de bravura.
Babelia
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