¡®Escape Room 2: mueres por salir¡¯, desigual penalidad por etapas

Desde hace una d¨¦cada las escape rooms se han convertido en uno de los lugares preferidos para la celebraci¨®n de cumplea?os entre la adolescencia de las grandes ciudades. Su fusi¨®n entre aventura f¨ªsica y desaf¨ªo mental, con evidentes dosis de claustrofobia, triunfa en la misma medida en que el cine de terror provoca el gozo mientras se sufre. De hecho, su creador, en el a?o 2007, fue el japon¨¦s Takao Kato, veterano guionista y director de series y pel¨ªculas de anime, conformando as¨ª esa peculiar mezcla de agobio, explosividad, subid¨®n de adrenalina, ejercicio especulativo y puro griter¨ªo.

Adam Robitel, director del sello Blumhouse, entendi¨® que el modelo de ocio pod¨ªa funcionar tambi¨¦n en pantalla y Escape Room (2019), pese a sus limitaciones argumentales, cumpl¨ªa expectativas con discreci¨®n gracias a la vinculaci¨®n entre el terror, la aventura, la acci¨®n y la comedia referencial en torno a la cultura popular. Su pel¨ªcula era un saqueo constante de otros t¨ªtulos, pero hab¨ªa ciertas ideas visuales y, con los videojuegos como referencia, traduc¨ªa con astucia ese modelo de penalidad por etapas.

En Escape Room 2: mueres por salir repite f¨®rmula al recoger el final abierto de la primera entrega y a sus dos ¨²nicos supervivientes. Sin embargo, en esta secuela los distintos segmentos resultan demasiado desiguales, quiz¨¢ por el riesgo de abrir en varios de ellos su acci¨®n al exterior, con lo que el desasosiego f¨ªsico parece menor. La primera habitaci¨®n en su consustancial estructura de avance continuo ¡ªsi es que se sobrevive¡ª, situada en un vag¨®n del metro, pone el list¨®n a buen nivel, pero a partir de ah¨ª el declive es casi constante. Y, como base, acarrea otro contratiempo: una de las claves de las escape rooms reside en la posibilidad de que el jugador ¡ªaqu¨ª, espectador¡ª adivine tambi¨¦n la salida mediante las pistas ofrecidas; algo casi imposible por la inusitada rapidez que Robitel imprime en su nueva pel¨ªcula, tan s¨²bita que apenas da tiempo a pensar nada entre su ensordecedor ruido.