Diana: la princesa del pueblo estaba sola
Pablo Larra¨ªn imagina en ¡®Spencer¡¯, en competici¨®n en el festival de Venecia, el fin de semana en que Lady Di decidi¨® separarse de Carlos de Gales
Un vestido para el desayuno. Otro, para la misa. El almuerzo precisa un estilo nuevo. Y para la cena, c¨®mo no, hay que volver a cambiarse. Viene todo escrito, muy clarito, en la etiqueta que acompa?a cada prenda. Y si no, siempre hay alg¨²n sirviente que se encarga de record¨¢rselo a la princesa Diana. Tampoco deber¨ªa salir a pasear sola frente a la villa. Ni abrir las cortinas de su habitaci¨®n o comer fuera de los horarios establecidos. ¡°Nadie est¨¢ por encima de la tradici¨®n¡±, le aclara el responsable del servicio real. Ella lo descubri¨®, lo sufri¨® y lo combati¨®. Durante buena parte de su breve vida. Y, desde luego, en el nuevo y muy esperado filme de Pablo Larra¨ªn, en competici¨®n oficial en el festival de Venecia, que imagina el fin de semana en que Lady Di se resuelve a separarse de Carlos de Gales.
El t¨ªtulo ya es una declaraci¨®n de intenciones: Spencer. Como su apellido: un sello personal exhibido frente a los robots de la realeza. Ante una familia y un entorno que se mueven como una coreograf¨ªa impecable, en la que hasta los cocineros se rigen por un orden militar, Diana busca ir por libre. Improvisa, como el jazz que suena de fondo al principio. Se rebela. Y desaf¨ªa las reglas de un sistema que no la acepta y a duras penas la tolera. Lleva vaqueros y adora Los miserables y los restaurantes de comida r¨¢pida: inaudito. La irreconocible Kristen Stewart encarna a una princesa cada vez m¨¢s sola, en un filme que es casi un mon¨®logo: su vitalidad, sus miedos, la bulimia, las autolesiones, el amor por los hijos y la esperanza, remota, de que alguien tarde o temprano la entienda. Y, quiz¨¢, la rescate. Falleci¨®, sin embargo, tan solo un a?o despu¨¦s del tan deseado divorcio, en un accidente de coche en agosto de 1997. El cuento de hadas, como dice el filme, termin¨® en tragedia.
¡°En este papel, me sent¨ª viva, libre y hasta m¨¢s alta¡±, afirm¨® Stewart ante la prensa. Y agreg¨®: ¡°Lo triste de ella es que, con lo normal y encantadora que mostraba ser, inmediatamente se sintiera tambi¨¦n aislada. Hac¨ªa sentir a todo el mundo acompa?ado y reforzado por su luz, y lo ¨²nico que ped¨ªa es recibirlo de vuelta¡±. Es probable que la actriz entendiera, al menos parcialmente, ese peso en los hombros. Al principio de su carrera, tambi¨¦n fue encasillada: la chica de Crep¨²sculo. A golpes de cine de autor y papeles atrevidos, sin embargo, ha desmontado la etiqueta.
Lady Di tambi¨¦n lo intent¨®. Pero el muro a derribar era mucho mayor. ¡°Quer¨ªa hacer una pel¨ªcula que le gustara a mi madre. Y sobre lo que de alguna forma creo que alguien como ella ve en Diana. Fue un icono famoso, pero tambi¨¦n una madre. Y, m¨¢s importante, alguien que cre¨® algo incre¨ªblemente bello con su nivel de empat¨ªa¡±, afirm¨® el cineasta, que vuelve al filmar el drama de una mujer c¨¦lebre y sola despu¨¦s de Jackie. A saber qu¨¦ opina la progenitora del director chileno. Y qu¨¦ dir¨¢ la casa real brit¨¢nica, hoy acuciada por nuevos esc¨¢ndalos. En la Mostra, en todo caso, la acogida fue positiva. Destaca sobre todo el malestar construido a fuego lento, c¨®mo la ca¨ªda de la princesa hacia el fondo arrastra consigo al espectador. Aunque tanta insistencia en las mismas tem¨¢ticas, a ratos, tambi¨¦n reduce la sutileza.
Ante una vida tan extraordinaria, eso s¨ª, la pel¨ªcula se mantiene comedida. Un retrato g¨¦lido, como el fr¨ªo que siempre siente el principito Enrique. Los tabloides, el romance de Carlos con Camila Parker o el intento de suicidio solo sobrevuelan el largo, como el fantasma de Ana Bolena, la reina decapitada, que a veces visita a Diana. Se cuenta, sobre todo, la historia de una mujer abandonada. Stewart lo explic¨® as¨ª: ¡°Todo el mundo cree que era incluso su amigo. Pero, ir¨®nicamente, era la persona m¨¢s imposible de conocer¡±. La princesa del pueblo, en realidad, estaba sola.
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