Paolo Sorrentino cambia su cine para filmar la tragedia de su infancia
El cineasta italiano, maestro de excesos y surrealismo, narra con sencillez en ¡®Fue la mano de Dios¡¯ la muerte de sus padres. La inquietante ¡®The Card Counter¡¯, de Paul Schrader, tambi¨¦n reflexiona sobre el pasado
En el hospital, Fabietto todav¨ªa llevaba la bufanda. Deb¨ªa levantarla en el estadio, mostrarla a su ¨ªdolo. Pero nunca lo hizo. Ni siquiera vio a Maradona. So?aba una jornada inolvidable y la tuvo, aunque no por aquel N¨¢poles-Empoli. Cuando su hermano apareci¨® con el coche para recogerle, no le llev¨® a las gradas. Tampoco habl¨® de f¨²tbol. ¡°Mam¨¢ y pap¨¢ han sido ingresados¡±, dijo. El doctor fue m¨¢s concreto: ¡°Hubo una fuga de mon¨®xido de carbono¡±. En ese instante, Fabietto perdi¨® su adolescencia. De golpe, la vida le hizo adulto.
¡°Quiz¨¢s ahora ten¨ªa la edad para poder contar esta historia¡±, ha asegurado este jueves el director Paolo Sorrentino en el festival de Venecia. Suma 51, pero no ten¨ªa ni 18 cuando vio por ¨²ltima vez a sus padres. Y al fin ha reunido la seguridad para narrar en una pel¨ªcula su juventud truncada. ¡°M¨¢s all¨¢ de mis necesidades, se pod¨ªa declinar en un relato cinematogr¨¢fico. Y un amigo me dec¨ªa que nunca hago cosas personales. Me lo tom¨¦ como una provocaci¨®n¡±, agreg¨®. Ha cambiado los nombres, y a?adido elementos de ficci¨®n. Pero queda la sustancia de un filme que bucea sin miedo en un pasado ¨ªntimo doloroso. Y lo comparte con el p¨²blico. Fue la mano de Dios ha conmovido a La Mostra. Y ha ofrecido un nuevo ejemplo notable de drama comedido, que pr¨®ximamente llegar¨¢ a Netflix. La otra proyecci¨®n en competici¨®n del d¨ªa, The Card Counter, de Paul Schrader ¨Den las salas espa?olas en diciembre¨D, tambi¨¦n ha fascinado, con su tensi¨®n controlada y a ratos desatada. El festival, hasta ahora, obliga a contener la respiraci¨®n.
¡°Soy miedoso en la vida, pero dir¨ªa que bastante valiente con mis filmes. Aunque sobre todo hizo falta en fase de escritura. Cuando ruedas entras en una din¨¢mica llena de problemas pr¨¢cticos y si tiendes a conmoverte llega alguien que te dice: ¡®De acuerdo, pero hay que decidir¡¯. Es una salvaci¨®n¡±, agreg¨® Sorrentino ante la prensa. En realidad, el coraje del cineasta ha sido doble. Y por eso a¨²n m¨¢s meritorio. Porque no solo se ha lanzado a rodar su trauma. Ha renunciado, adem¨¢s, a la red de protecci¨®n de su cine habitual.
Los seguidores empedernidos de La gran belleza o La juventud se sorprender¨¢n. Apenas hay evocaciones on¨ªricas, y la c¨¢mara no se obsesiona con cazar la hermosura. La banda sonora no destaca, el surrealismo da un paso atr¨¢s y el protagonista no afronta el ocaso, sino el amanecer de su vida. Queda, eso s¨ª, su caracter¨ªstica mezcla de lo sublime y lo terrenal: la misma anciana que devora mozzarelle y maldice a sus familiares puede declamar versos de Dante Alighieri en un funeral. Al fin y al cabo, el propio Sorrentino se divierte jugando con ambos elementos tambi¨¦n en sus declaraciones. ¡°Creo en un poder semidivino de Maradona¡±, solt¨®.
Por lo dem¨¢s, con la nueva directora de fotograf¨ªa ¨DDaria D¡¯Antonio sustituye al hist¨®rico Luca Bigazzi¨D, se dio cuenta de que esta obra les obligaba a buscar otro estilo. ¡°Filmamos una secuencia y los dos nos quedamos decepcionados. Ten¨ªa que ser un cine sencillo, esencial, para que hablaran sobre todo los sentimientos y fueran los que yo hab¨ªa experimentado de peque?o. Me concentr¨¦ en eso¡±, explic¨® el creador. Tanto que muchas cr¨ªticas han hablado de un giro radical en su trabajo. Tal vez el director lo necesitara: tras a?os de auge, Silvio y los otros y la serie El nuevo papa mostraron indicios de estancamiento. En La Mostra, ¨¦l y su actor fetiche, Toni Servillo, prefirieron augurarse ¡°un nuevo comienzo¡±.
¡°Nunca me pasa nada¡±, lamentaba un personaje de El hombre de m¨¢s, ¨®pera prima que justo en Venecia, hace 20 a?os, descubri¨® el talento de Sorrentino y Servillo. Les ha sucedido, m¨¢s bien, de todo, incluido un Oscar por La gran belleza. Siempre juntos, tanto que ahora el director le ha pedido al actor que interpretara a su padre. Y Servillo comparti¨® el consejo que el cineasta le dio a ¨¦l y a su madre en la ficci¨®n, Teresa Saponangelo: ¡°Que pareci¨¦ramos enamorados¡±. Al joven Filippo Scotti, en cambio, lo escogi¨® para hacer de s¨ª mismo. Vio en ¨¦l mucho talento, y tambi¨¦n ¡°el sentirse inadecuado¡± que ¨¦l experimentaba en aquellos a?os.
Aunque justo entonces, hu¨¦rfano y sin br¨²julas, Sorrentino encontr¨® su camino. Se march¨® a Roma, y se hizo cineasta. Gracias, entre otras cosas, a una discusi¨®n con el director Antonio Capuano, reflejada en el filme: ¡°Me dijo algo muy importante: ¡®Experimentar un dolor parece a veces el carnet para realizar un trabajo creativo, pero no es suficiente¡¯. La mayor¨ªa de las cosas positivas que tienen que ver con la creaci¨®n cinematogr¨¢fica vienen del conflicto¡±.
De batallas est¨¢ llena la filmograf¨ªa de Paul Schrader. Aunque en The Card Counter cuenta, directamente, la guerra. Tambi¨¦n hay venganza, violencia y redenci¨®n, el c¨®ctel favorito del guionista de Taxi Driver, y autor de filmes como El reverendo. La pel¨ªcula sigue a un exmilitar, Oscar Isaac, reconvertido en jugador profesional de cartas. La inquietud se respira en cada instante, como un ¨®rdago a una mesa de p¨®quer. Los espacios claustrof¨®bicos y la m¨²sica disonante tensan los nervios del espectador. Hasta que, de vez en cuando, Schrader da paso a la pesadilla que habita la mente del protagonista: en una serie de flashbacks, la c¨¢mara le devuelve a su infamia, como torturador en la c¨¢rcel de Abu Ghraib. ¡°Estoy seguro de que los soldados de EE UU que estuvieron en el aeropuerto [de Kabul] estos ¨²ltimos 10 d¨ªas tendr¨¢n recuerdos y los escucharemos en los pr¨®ximos 10 o 20 a?os¡±, dijo el creador. Tal vez alg¨²n d¨ªa hasta se filme una pel¨ªcula. Pero, por ahora, en la Mostra basta con los recuerdos que ya se han visto. Los de un militar, y los de un chico que se queda solo. Cine del bueno. Incluso m¨¢s: memorable.
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