¡®La metamorfosis de los p¨¢jaros¡¯: una bella eleg¨ªa

La metamorfosis de los p¨¢jaros es una hermosa memoria familiar a trav¨¦s del duelo de una hija por su madre y del v¨ªnculo con su padre por esa ausencia prematura. Una pel¨ªcula-eleg¨ªa compuesta de planos fijos que, fragmento a fragmento, o bodeg¨®n a bodeg¨®n, reconstruyen un melanc¨®lico ¨¢rbol geneal¨®gico a trav¨¦s de miradas, objetos dom¨¦sticos, plantas y voces. Naturalezas vivas y muertas que dan forma a un vac¨ªo, el del tronco principal, la madre y tambi¨¦n la abuela. Padre e hija, narradores en esta bella ¨®pera prima, invocan los fantasmas de un hogar donde la muerte muestra su m¨¢s insondable paradoja, su capacidad para generar vida.

La portuguesa Catalina Vasconcelos amplifica en este filme el trabajo autobiogr¨¢fico que inici¨® con el cortometraje Met¨¢fora ou a Tristeza Virada do Avesso, en el que la correspondencia con su hermano evocaba la muerte de la madre y la Revoluci¨®n de los claveles. Aferrada al secreto consuelo que esconden los objetos, a su poder para evocar y revivir emociones e historias, Vasconcelos se detiene ante una radio en la cocina, el juego infantil con unas plumas de avestruz, unas frutas cortadas, una pintura, un sof¨¢, un ojo de buey, un juego escolar o una vieja colecci¨®n de cajas llenas de conchas marinas. Un dif¨ªcil equilibrio palabra-objeto en el que al convocar la memoria del abuelo marino y del mar que lo alej¨® de los suyos se lee el b¨ªblico arranque de Moby Dick o una simple y min¨²scula colecci¨®n de viejos sellos se transforman en estampitas de colores de las que brota el oscuro pasado colonial. Un delicado collage emocional en el que el folclore mozambique?o o la chacona de la partita n? 2 de Bach est¨¢n destinados a un tono eleg¨ªaco que no teme nadar entre la inocencia y la solemnidad.

La metamorfosis de los p¨¢jaros es, en definitiva, un ba¨²l de recuerdos y sue?os, de im¨¢genes est¨¢ticas (a veces tambi¨¦n excesivamente est¨¦ticas) que acompa?an las voces en off de sus personajes. Jacinto, el padre, Henrique, el abuelo destinado a las viejas colonias, Beatriz, la abuela y los seis hijos recreados en forma de correspondencia o versos sueltos. Un exorcismo hecho a trav¨¦s de fotogramas, palabras y una medular direcci¨®n de arte que permite a Vasconcelos nadar por la autobiograf¨ªa sin que su inevitable narcisismo expulse al espectador.