El suicidio como fin de fiesta
El d¨ªa que Stefan Zweig fue a ver un abogado para hablar de los requisitos para casarse con su secretaria Lotte Altmann Alemania acababa de declarar la guerra a Polonia
Hab¨ªa amanecido un sol radiante aquel 28 de junio de 1914 en Baden, cerca de Viena. Era la v¨ªspera de San Pedro y San Pablo y muchos burgueses austriacos hab¨ªan decidido pasar el d¨ªa de fiesta en ese balneario. Stefan Zweig era uno de ellos. En su libro El mundo de ayer cuenta que a la hora del t¨¦ bajo los perfumados tilos del parque, una orquesta de violines y pistones hac¨ªa sonar un vals; algunos veraneantes a esa hora tambi¨¦n apostaban en la ruleta del casino y otros ataviados ...
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Hab¨ªa amanecido un sol radiante aquel 28 de junio de 1914 en Baden, cerca de Viena. Era la v¨ªspera de San Pedro y San Pablo y muchos burgueses austriacos hab¨ªan decidido pasar el d¨ªa de fiesta en ese balneario. Stefan Zweig era uno de ellos. En su libro El mundo de ayer cuenta que a la hora del t¨¦ bajo los perfumados tilos del parque, una orquesta de violines y pistones hac¨ªa sonar un vals; algunos veraneantes a esa hora tambi¨¦n apostaban en la ruleta del casino y otros ataviados con pamelas y sombreros blancos, seguidos de ni?as vestidas con colores claros, cruzaban los puentecillos de hierro colado que unen los jardines a uno y otro lado del r¨ªo Oos. En medio de esta perfecta armon¨ªa, de repente, la orquesta dej¨® de sonar. Algunos oyentes rodearon a un guardia que en ese momento estaba fijando en un tabl¨®n visible un cartel con la noticia de que el archiduque Francisco Fernando, heredero del trono del imperio austro-h¨²ngaro, y su mujer hab¨ªan sido asesinados en Sarajevo a manos de Gavrilo Princip, un nacionalista serbio que luchaba por la independencia de su pa¨ªs frente a Austria. Nadie dio demasiada importancia a ese hecho, de modo que el vals comenz¨® a sonar de nuevo desde el mismo comp¨¢s en que se hab¨ªa interrumpido.
Tambi¨¦n hab¨ªa amanecido un d¨ªa radiante el 1 de septiembre de 1939 en la ciudad-balneario de Bath, a 150 kil¨®metros al oeste de Londres. Era viernes y Stefan Zweig hab¨ªa ido a ver un abogado para hablar de los requisitos para casarse con su secretaria Lotte Altmann. Fue atendido por un funcionario muy amable con quien program¨® la ceremonia para el lunes siguiente. Pero, de repente, un empleado se acerc¨® muy alterado y les anunci¨® que Alemania acababa de declarar la guerra a Polonia. El funcionario, como si no hubiera pasado nada, sigui¨® explic¨¢ndoles a la pareja los detalles del acto nupcial. Por la tarde llegaron las noticias de los primeros bombardeos y la radio transmit¨ªa los bramidos de Hitler mientras en la ciudad de Bath, seg¨²n cuenta Stefan Zweig en sus Diarios, todo el mundo permanec¨ªa sereno e imperturbable; la gente segu¨ªa su vida con toda normalidad, ajena a la gran tragedia que se avecinaba. El escritor solo estaba afanado por los tr¨¢mites de la boda, por el inter¨¦s de comprar una casa para establecerse y poder escribir.
Tambi¨¦n en Baden los burgueses no imaginaban la terrible carnicer¨ªa que se avecinaba. Cre¨ªan que la guerra ser¨ªa una cuesti¨®n de cuatro d¨ªas y puesto que no ten¨ªan recuerdo de ninguna contienda, como si se tratara de una aventura rom¨¢ntica, los j¨®venes austriacos en 1914, ebrios de entusiasmo y de cerveza, gritaban por la calle y corr¨ªan a alistarse con toda prisa temiendo que la guerra terminarse sin poder hacerlo y part¨ªan al frente cargados de flores. Fue una guerra de trincheras, cuerpo a cuerpo, a bayoneta calada que empez¨® con un vals. Pero la vida no hab¨ªa cambiado, excepto para los que iban al frente. En la ciudad la gente iba a los teatros, celebraba fiestas y llenaba los bares.
El 3 de septiembre de 1939 el embajador brit¨¢nico lanz¨® el ultim¨¢tum a Alemania y horas despu¨¦s Inglaterra declar¨® la guerra a Alemania. A Stefan Zweig le atormentaba no poder escribir en su lengua, no dominaba el ingl¨¦s y adem¨¢s como austriaco hab¨ªa sido declarado enemigo extranjero, pero mientras comenzaban a caer las bombas sobre Londres su obsesi¨®n era casarse y comprar una casa. Esos d¨ªas en la ciudad balneario de Bath luc¨ªa un sol espl¨¦ndido. No hab¨ªa ninguna se?al de que el pa¨ªs estuviera en guerra. En sus Diarios Stefan Zweig describe una excursi¨®n por las verdes colinas de alrededor en el que descubre el esplendor de la naturaleza que hace olvidar la estupidez humana. Escribe: ¡±Las tardes se han vuelto terriblemente tristes. Las calles est¨¢n oscuras y desiertas, hay que evitar que desde las ventanas salga el m¨¢s m¨ªnimo rayo de luz. No quiero pensar cuando oscurezca a las cuatro de la tarde. Adem¨¢s no hay cines ni teatros ni nada de nada. Recuerdo la Viena de 1914, incluso la del 1918, con la ¨®pera, los bailes y los espect¨¢culos, cuando se pod¨ªa pensar en vivir y dormir¡¡±.
El 6 de septiembre, mientras Stefan Zweig lee en el peri¨®dico las noticias de los bombardeos recibe la llamada de que puede casarse a las cuatro de la tarde y al mismo tiempo le llega una carta en que el se?or Hundley le dice que est¨¢ dispuesto a venderle la casa. Con su novia Lotte va a verla, le parece muy hermosa y decide comprarla. Despu¨¦s del almuerzo se afeita a toda prisa y finalmente se casa sin mucha ceremonia y toma como esposa a Lotte Altmann, mientras Cracovia hab¨ªa sido tomada por los nazis y Varsovia estaba a punto de caer. Bath nunca hab¨ªa estado tan hermosa como esos d¨ªas que le recuerdan los gloriosos tiempos de Baden aquel mes de junio de 1914. Fin de la fiesta. Stefan y Lotte se suicidaron en Petr¨®polis, Brasil, en 1942.