La ruina amenaza la mezquita que sobrevivi¨® un milenio dentro de un cortijo malague?o
Los expertos alertan del abandono del monumento isl¨¢mico rural mejor conservado hasta la fecha, levantado en el siglo IX y declarado Bien de Inter¨¦s Cultural en 2008
Cerca de Antequera, al norte de M¨¢laga, una ruta ciclista rodea la laguna de Fuente de Piedra, uno de los rincones favoritos del flamenco rosado. El camino se adentra en un paisaje dominado por el olivo, que se despliega como un ej¨¦rcito conquistando el horizonte. Es el cl¨¢sico paisaje del coraz¨®n de Andaluc¨ªa, solo roto aqu¨ª por el humedal, ahora pr¨¢cticamente seco. El perfil llano tambi¨¦n est¨¢ alterado por un edificio que, desde la bicicleta, parece uno m¨¢s. Se trata de un viejo cortijo, casi en ruinas, construido sobre una peque?a loma. Lo que pocos saben es que dentro del recinto se alza un monumento hist¨®rico: una mezquita del siglo IX. Tras sobrevivir m¨¢s de un milenio, ahora corre el riesgo de caerse a pedazos a pesar de haber sido declarado bien de inter¨¦s cultural en 2008.
Un informe realizado este verano subraya la ¡°preocupante¡± situaci¨®n de abandono de la construcci¨®n. ¡°Debe ser superada si queremos preservar este singular monumento de una forma adecuada y evitar su ruina¡±, subraya un informe elaborado por el equipo de Yamur Arquitectura & Arqueolog¨ªa. La falta de mantenimiento es flagrante. Las inclemencias del tiempo, los okupas, las ratas y quienes se cuelan de manera ilegal tampoco ayudan. Cualquier d¨ªa se cae.
Pero, ?qu¨¦ hace una mezquita de casi 900 metros cuadrados y capacidad para 700 personas en mitad del campo? La historia tiene la respuesta. A 13 kil¨®metros en l¨ªnea recta se encuentra la antigua ciudad de Bobastro, excavada en piedra y sede del rebelde Omar Ibn Hafsun, quien puso contra las cuerdas al emirato Omeya entre finales del siglo IX y principios del X. Harto, Abderram¨¢n III levant¨® una ciudad para acabar con los sublevados y mostrar su poder. Propaganda pol¨ªtica cuyo primer paso fue esta mezquita, construida seg¨²n el sistema de medidas de su dinast¨ªa y cuyas dimensiones corresponden exactamente al 25% de la Gran Mezquita de C¨®rdoba. Los investigadores destacan la participaci¨®n de expertos canteros llegados desde la capital, que aprovecharon los sillares de un antiguo asentamiento romano. ¡°Quien la hizo ten¨ªa un modelo, unas calidades, un plan¡±, explica el arquitecto Pedro Gurriar¨¢n, que ha estudiado a fondo la construcci¨®n, considerada uno de los hallazgos arqueol¨®gicos recientes m¨¢s importantes. ¡°No tenemos otra mezquita en el ¨¢mbito rural con este nivel de conservaci¨®n¡±, subraya la arque¨®loga del CSIC Mar¨ªa de los ?ngeles Utrero.
Sobre el viejo port¨®n de madera que da acceso al recinto, se lee en unos azulejos bajo una imagen de San Jos¨¦: ¡°Cortijo de las Mezquitas¡±. ¡°Popularmente se conoc¨ªa como cortijo de los moros¡±, recuerda Enrique Romero, arquitecto municipal de Campillos, mientras camina con sigilo por el interior de la antigua sala de rezos junto al concejal de Urbanismo de la localidad, Diego Lozano. Se?alan los antiguos arcos, el mihrab, el muro de la quibla orientado hacia La Meca. En el exterior, hay una pared que hace equilibrios sobre puntales de madera. Numerosos sillares de arenisca se deshacen r¨¢pidamente. ¡°Si esto se cae¡ ?qu¨¦ hacemos? ?Nos lamentamos? ?Pedimos responsabilidades? Actuemos ahora que estamos a tiempo¡±, afirma Lozano, que libra una cruzada para conservar una mezquita que hoy presenta un aspecto fantasmag¨®rico y cuyo silencio solo rompen las palomas que anidan en sus recovecos.
La inesperada r¨¢pida victoria sobre Omar Ibn Hafsun en la segunda d¨¦cada del siglo IX hizo cambiar de planes a Abderram¨¢n III. Levant¨® el campamento y traslad¨® su proyecto de ciudad m¨¢s cerca de C¨®rdoba, dando origen a Medina Azahara, seg¨²n explica Virgilio Mart¨ªnez Enamorado, doctor en Historia Medieval. Los investigadores creen que el templo mantuvo su uso religioso y que, finalmente, la construcci¨®n del cortijo a mediados del siglo XVI facilit¨® que el edificio isl¨¢mico siguiese en pie. El mantenimiento realizado por sus propietarios ¨Dencalando los muros exteriores y respetando los espacios originales¨D permiti¨® su supervivencia. La paradoja es que, desde que se aument¨® su protecci¨®n al declararlo BIC, el inmueble dej¨® de tener uso y, desde entonces, su deterioro ¡°se ha acelerado¡± en la ¨²ltima d¨¦cada, seg¨²n el informe de Yamur. Este refleja m¨²ltiples patolog¨ªas asociadas a la ausencia de conservaci¨®n y apunta la necesidad de realizar una intervenci¨®n urgente, investigaciones y catas arqueol¨®gicas que permitan conocer mejor el monumento. ¡°El edificio es solo la punta del iceberg: hay que entender tambi¨¦n el territorio¡±, a?ade Utrera. Otro informe cifra en 77.000 euros el valor de las obras m¨ªnimas de conservaci¨®n necesarias no para que se pueda visitar, pero al menos para que el inmueble permanezca en pie y protegido contra el expolio.
La Ley de Patrimonio Hist¨®rico de Andaluc¨ªa refleja que quien debe realizar y pagar esos trabajos es la propiedad. La familia se?ala que su inter¨¦s en conservar se demuestra con los 40.000 euros que gastaron hace algo m¨¢s de un lustro para levantar una cubierta met¨¢lica y construir muretes de ladrillo de cemento, pero que no pueden afrontar muchos m¨¢s gastos. El Ayuntamiento de Campillos ha impulsado una reuni¨®n para solicitar ayuda a la Junta de Andaluc¨ªa, pero esta se ha desentendido porque dice que solo pueden apoyar o guiar las actuaciones.
El Ayuntamiento de Antequera tampoco ha mostrado inter¨¦s, a pesar de ser el que impuls¨® en 2006 las primeras publicaciones sobre la mezquita, a cargo del historiador Carlos Gozalbes, que fraguaron su protecci¨®n. ¡°Es un patrimonio de todos y debemos conservarlo, pero solos no podemos¡±, se lamenta Lozano, cuyo peque?o municipio cuenta con pocos recursos. Pide un esfuerzo entre todas las Administraciones. ¡°El edificio est¨¢ enfermo y si no lo curamos pronto, morir¨¢¡±, sentencia Pedro Gurriar¨¢n, at¨®nito ante la posibilidad de que un lugar tan singular pueda desaparecer por falta de inter¨¦s p¨²blico.
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